El último número de la revista ‘Convivencia’ pronostica nuevos retos para los cubanos
Fragmento de la portada de la última edición de ‘Convivencia’ este 2016, primera tras la muerte de Fidel Castro. (Convivencia)
«El tiempo pasa, aunque en Cuba parezca que todo permanece inmóvil». Así comienza el editorial de la revista Convivencia en su última edición de 2016. La publicación independiente define el cambio de año como un momento en el que se mezclan «la incertidumbre y la esperanza«, una descripción que capta el delicado momento que viven los cubanos.
En este número 54, la revista hace un balance de lo ocurrido en los últimos 12 meses. Su consejo editorial considera que «ha concluido una etapa en la historia de Cuba con el deceso del expresidente Fidel Castro Ruz», pero se abre una nueva donde el pueblo cubano debe asumir otros retos, en parte por «la crisis económica» que afecta a la nación, «provocada por un modelo que ha probado por cinco decenios que no funciona», asegura el texto.
El tono mesurado recorre todo el editorial, en el que se enumeran los problemas de la vida cotidiana, el éxodo masivo que «desangra el talento humano» y el hostigamiento a los ciudadanos, como algunos de los males que aquejan al país. El artículo confía, sin embargo, «en los talentos y capacidades» de los cubanos y desea que 2017 los encuentre comprometidos con «ser parte de la solución y no del problema».
En una apuesta por proponer soluciones, Convivencia publica un artículo firmado por Francisco Porto y titulado El futuro de la Salud Pública en Cuba. El autor, educador cubano residente en Miami, propone la meta de aspirar a una salud pública universal, preventiva, de responsabilidad compartida, accesible y compasiva.
El artículo confía «en los talentos y capacidades» de los cubanos y desea que 2017 los encuentre comprometidos con «ser parte de la solución y no del problema»
En la misma línea se inscribe la entrevista con Norberto Mesa Carbonell, miembro y fundador de la Cofradía de la Negritud, una organización independiente nacida en 1998 que trabaja por la integración racial y el fin de la discriminación. El activista considera que la Isla vive «una etapa de reproducción, de afianzamiento de los componentes racistas de la cultura cubana».
La economista Karina Gálvez Chiú aborda el tema de la propiedad privada en el contexto nacional y considera que la prevalencia en el país de la propiedad estatal genera que la «creatividad y la iniciativa personal de los trabajadores» sea escasa y muy regulada en ese sector.
En la senda económica también se inscribe el artículo Mypimes: una realidad incipiente con grandes potencialidades para el futuro, de Jorge Ignacio Guillén. El joven autor reflexiona sobre el hecho de que, a pesar de los obstáculos, «cada vez son más las micro y pequeñas empresas que se muestran como una alternativa capaz de competir con las empresas estatales y de ofrecer mejores servicios, mejor calidad, mejores salarios, e incluso mejores condiciones de trabajo».
La educación en Cuba, historias y propuestas, de la periodista Miriam Celaya, se erige como una de las lecturas más recomendadas en este número de Convivencia.
La revista, de frecuencia bimestral y editada en la ciudad de Pinar del Río, se ha convertido en una publicación en que la constancia ha ganado la partida al escepticismo de quienes le vaticinaban, cuando nació hace ocho años, solo unos pocos números. En vez de cumplir con aquellos pronósticos, la publicación ha ido sedimentando un estilo en el que se mezclan la reflexión, la propuesta y un toque local que humaniza sus páginas.