El universo paralelo de Pedro Sánchez
El presidente del Gobierno no sólo es incapaz de asumir responsabilidad alguna por sus errores, sino que ha perdido todo contacto con la realidad

Hay un síntoma inequívoco de la degradación moral y política de cualquier gobernante: el lenguaje. Lo mismo que el pescado se empieza a pudrir por la cabeza, la distancia entre las palabras y los hechos son el signo más concluyente del declive de un líder político. El discurso del balance del año de Pedro Sánchez es la demostración de que el presidente del Gobierno no sólo es incapaz de asumir responsabilidad alguna por sus errores, sino que además ha perdido todo contacto con la realidad. Dicho con otras palabras, vive en un universo paralelo.
Aseguró que el Gobierno tiene «tolerancia cero» con la corrupción y el acoso sexual en flagrante contradicción con los escándalos que le azotan. Cada día que pasa surgen nuevas revelaciones sobre la putrefacción que se extiende por los ministerios, la SEPI y el propio partido, como un cáncer con metástasis. Y ya no digamos del intento de encubrir el acoso sexual en los casos de Francisco Salazar y otros. El PSOE sólo ha reaccionado cuando la prensa ha dejado constancia de su inacción por no decir su complicidad.
Sánchez manifestó que su Gobierno «le sienta bien a España», pero se niega a preguntar a los españoles o a someterse a una cuestión de confianza pese a haber perdido su precaria mayoría parlamentaria. Su problema es, en realidad, que no puede sacar adelante los Presupuestos y que no puede gobernar.
Tras siete años y medio en La Moncloa, afirma que el futuro sería «gris y oscuro» si hay una coalición de gobierno entre el PP y Vox, lo que supondría «el mayor error histórico». Aquí demuestra su talante como demócrata: cualquier alternativa a él sería una catástrofe nacional. Expresado en otros términos: yo o el caos.
Tras pasarse años prometiendo que el Gobierno va a construir millones de viviendas en una legislatura, ahora advierte que son las comunidades autónomas las que tienen competencias para hacerlo. ¿Por qué prometía entonces lo que no dependía de él? También aseguró que va a agotar la legislatura, algo que no deja de ser un deseo.
Lo último pero no menor es su frase de que «si hay que aguantar campañas de acoso personal y fango, lo haremos». Lo dice quien ha enfangado la vida política, ha construido muros y ha propalado bulos. Lo dice quien puso la mano en el fuego por Ábalos y Santos Cerdán. Y quien ha arremetido contra el poder judicial y ha puesto las instituciones a su servicio personal, colocando a una legión de amigos en el sector público en un ejercicio de puertas giratorias y enchufismo sin precedentes.
En suma, lo que Sánchez hizo ayer es ponernos frente al dilema de creer sus palabras o creer lo que vemos con nuestros ojos. Yo prefiero confiar en mi propio criterio. Ha incumplido tantas promesas y ha traicionado tantos compromisos que nada de lo que dijo es fiable.
