“El veneco uribista”
Explicarle a un colombiano lo que pasa en Venezuela es una difícil tarea. Sin embargo, Ibsen Martínez, escritor, periodista e intelectual venezolano, autor de El señor Marx no está en casa y Simpatía por Kin Kong, lo intenta. “Con encomiables excepciones, los prejuicios, la xenofobia y la sobresimplificación han primado en el juicio de muchos venezolanos y (me consta) también de colombianos que deberían estar mejor enterados. Nada ejemplifica mejor esto que la figura de lo que llamo ‘el veneco uribista’: aquel que simpatiza con Álvaro Uribe porque lo estima más ‘frentero’ ante el ‘chavismo’ que Juan Manuel Santos, de quien cree necesita (¡un Santos!) estar en la nómina de Maduro”.
A pesar de las marchas, la consulta opositora y los pedidos internacionales, Nicolás Maduro ha dicho que realizará la Asamblea Nacional Constituyente. ¿A una semana de la elección de los asambleístas existe una manera de detener esto?
Francamente, no lo creo. Maduro y su banda han dado suficientes muestras de su absoluto desprecio por todo lo que se encamine hacia una negociación y de su determinación de llevar adelante, a trancas y barrancas, un descomunal fraude electoral. Pero se hacen precisas algunas consideraciones. Para su mal, el designio totalitario que anima la convocatoria, no logrará acallar a la sociedad civil ni aplastar las instituciones que la representan: la Venezuela opositora —tanto la dirigencia demócrata como la sociedad civil— les ha “roto el servicio” a Maduro y a los suyos convocando un referéndum cuyos resultados han resultado apabullantes.
Un símil que me viene a la mano es el de la jugada sorpresa que, en el lenguaje del béisbol, se conoce como “toque de bola”. Se trata de una jugada que contraría el ritmo de juego del adversario. La MUD (Mesa de Unidad Democrática) ha dado, en los recientes tramos de la confrontación, muestras de gran creatividad política al convocar un referéndum que, bien que informal, no ha dejado de tener un enorme efecto político. La consulta refrendataria es la provisión que mejor singulariza la Constitución bolivariana, la misma que Maduro viola al prescindir de esa consulta previa a cualquier elección de asamblea constituyente. No hay duda de que al abordar así las cosas, la MUD ha logrado darle forma electoral y sentido civilista al derecho a la rebelión consagrada en el Artículo 350. Un logro que le ha permitido concitar el concurso de sectores muy representativos del chavismo político desplazado por los narcomilitares cuyo pelele es Maduro.
Al mismo tiempo, la MUD ha conservado la iniciativa al llamar inmediatamente a un paro cívico general que ha dejado al descubierto, aún más, si cabe, el nulo apoyo con que cuenta la convocatoria de Maduro. Los efectos políticos más notorios que ha tenido la consulta del 16J son, por un lado, mejorar la eficacia de la presión internacional y, por el otro, y acaso sea el más importante, presentar a los venezolanos un plan de acción hacedero, ceñido a la Constitución . Es algo con lo que Maduro y el cartel de los generales no contaban. No dudo que La Habana tampoco. Todo esto explica el recrudecer de la violencia represiva destada desde abril pasado. Esa violencia ha movilizado a todos los venezolanos y ha galvanizado su moral y determinación. Resumiendo: Maduro podrá hacerse aprobar, a troche y moche, su “Estado comunal”, pero es claro que otra cosa será imponérselo a la brava a todo un país mayoritariamente alzado contra él.
Escribió Joaquín Villalobos en “El País” que “el régimen de Maduro se está convirtiendo en un sepulturero de la Revolución Bolivariana”… ¿Es un modelo muerto como dice Villalobos?
Villalobos, como siempre, da en el clavo. El chavismo, en el que cierta izquierda internacional quiso ver un relanzamiento del socialismo radical en el siglo XXI, no es más que la última parada del petroestado populista. Todo lo que ya es malo en los petroestados, empeora con el populismo. Y el delirante autoritarismo militarista de Chávez ha sido el peor y, a la vez, el más apto para acabar con las instituciones democráticas y la riqueza de un país como Venezuela. Maduro no es distinto a Chávez, solo que, al quedarse sin petrochequera, recibió como legado un país inviable y encaminado a la hambruna. El mayor logro “socialista” de su mentor fue llevar a la bancarrota al país con mayores reservas petroleras del planeta.
Sin embargo, el gobierno sigue insistiendo en que Venezuela es una democracia sólida. Que el chavismo es el movimiento político que más elecciones ha convocado en la historia. También ponen como ejemplo de democracia el plebiscito del 16 de julio. ¿Qué opina?
Yo precisaría que el chavismo, en efecto, se expuso como contendor y ganó, en vida de Chávez, muchas elecciones. Hay que decir también que las ganó sin recatarse de desplegar en campaña un ventajismo y una marrullería dignos de su genio para el mal. Y que en cada una de las confrontaciones que perdió (el referéndum de 2007, las regionales del 2008 y las parlamentarias de 2010, por ejemplo), Chávez se las arregló para desconocer dictatorialmente los resultados, al escamotearles a los gobernadores y alcaldes de oposición ganadores tanto los recursos como las potestades. Les nombraba “gauleiters”, “protectores” que aún hoy usurpan el poder estadal y entraban la gestión de los legítimos gobernadores, como Henrique Capriles. No tuvo Chávez empacho alguno en desaforar, por mano de Diosdado Cabello y con argumentos espurios, a María Corina Machado, la diputada más votada en todos estos 18 años. Y en el caso del referéndum de 2007, que rechazó su pretensión de llevarnos a un estado binacional con Cuba, tan pronto pudo coló sus tiránicas ideas haciéndose aprobar, por una Asamblea en la que contaba con apabullante mayoría, una “reforma” constitucional con la que concentró aún mayores poderes. No otra cosa ha pretendido Maduro al desconocer las atribuciones de la Asamblea Nacional. Pero, carente de petrodólares y de talento para la política, solo ha creado una colosal crisis de la que no se saldrá con una Constituyente amañada.
¿Qué pasará en Venezuela si se realiza la ANC?
Creo que, de realizarse. Maduro corteja el peor de los escenarios para todos los venezolanos: un designio totalitario que copia el modelo cubano enfrentado a la vocación libertaria y democrática del 90 % de la población, una población sometida (en todos sus estratos) a los flagelos del hambre, la inseguridad, la ausencia total de servicios de salud y la violencia de Estado. Ciertamente lo apoyan los militares pero éstos, con toda la perfidia y el instinto asesino de que han dado muestra, no han podido sofocar la “intifada” civil que los combate con admirable espíritu insumiso.
¿Le parece que la huelga, la manifestación callejera, es en este momento la única y la mejor manera de hacerle contrapeso a la decisión del gobierno de realizar las votaciones?
“La calle”, como los venezolanos llamamos a la insurrección civil, no se opone a la realización de elecciones. Al contrario, “la calle” ha sido la reacción que cabía esperar ante la negativa de Maduro de medirse en el referéndum revocatorio consagrado en la Constitución, de convocar elecciones regionales que debieron realizarse hace tiempo. La calle denuncia y combate, sí, la realización de unas elecciones que Maduro no tiene potestad constitucional de convocar y cuyas inopinadas, corporativistas “bases comiciales” hacen de su ANC una iniciativa antidemocrática, de corte mussoliniano. Nada de lo que implica y ha rodeado la convocatoria de Maduro está amparado por la constitución vigente. Los jóvenes que salen a enfrentar a la Guardia Nacional y a los “colectivos” paramilitares asesinos han crecido bajo la égida del chavismo. Y, privados de las primeras elecciones libres a que podrían acudir, han tomado la calle con ejemplar valentía y denuedo.
¿Cómo llega Venezuela a este punto? Si bien el chavismo ha cometido todos los errores posibles, ¿la oposición se equivocó de táctica para enfrentarlo?
Desde que el grueso de la oposición logró aislar y segregar a los factores golpistas que buscaban atajos para derrocar a Chávez (desde 2004, por fijar una fecha), no cabe decir que haya cometido errores que la hayan sacado de su senda constitucionalista y democrática. No puede llamarse error haberse ceñido a una estrategia electoral, de largo aliento constitucionalista, que desde 2010 le viene asestando indiscutibles derrotas al chavismo. Maduro ha sido puesto por la oposición en el trance de desconocer la Constitución que su mentor le encomendó defender, arrojar lejos de sí la máscara de mandatario democrático, apelar a la violencia que asesina a nuestros muchachos en las calles y parapetarse detrás de los militares, que es como decir escudarse detrás de un cartel de narcotraficantes asesinos.