El verano será ruidoso
El verano promete ser ruidoso en los Estados Unidos, de repetirse la extraordinaria invasión de cigarras de 2021 en quince estados, desde New York a Georgia, que llegó hasta abortar el vuelo del presidente Joe Biden a una cumbre internacional.
En este caso, una vez más por las altas temperaturas que continúan batiendo los récords históricos, emergerán de sus nidos billones de esos insectos que parecieran convidar a la lluvia con su cantilena, desde Maryland a Oklahoma y de Illinois a Alabama, en una algarabía aún más atronadora porque suma dos generaciones diferentes. Como no se veía desde la presidencia de Thomas Jefferson….¡en 1803!
El acontecimiento mantiene en ascuas a la comunidad científica, porque sólo una mínima parte de las 3.900 tribus que pueblan el planeta son cíclicas y se hallan sometidas a un destino más bien cruel. De vivir sólo pocas horas en la superficie, después de yacer subterráneas durante lapsos de entre dos y hasta diecisiete años, alimentándose de la savia depositada en las raíces de los árboles.
Y, sin embargo, García Lorca las consideraba afortunadas:
¡Cigarra!
¡Dichosa tú!,
que sobre el lecho de tierra
mueres borracha de luz.
¡Cigarra!
¡Dichosa tú!,
pues mueres bajo la sangre
de un corazón todo azul
Mas tú, cigarra encantada,
derramando son, te mueres
y quedas transfigurada
en sonido y luz celeste.
¡Cigarra!
¡Dichosa tú!,
pues te hieren las espadas invisibles
del azul.
Más prosaicas, algunas autoridades obtusas han advertido de los daños que su ingesta podría acarrear en las mascotas domésticas, en sintonía con reacciones más bien insólitas generadas en otros países por los cambios societales.
En Francia, por ejemplo, donde el caso de las cigarras entra incluso en la agenda parlamentaria, a requerimiento de una nueva clase –los llamados neo-rurales– emigrantes de las grandes capitales en busca del silencio que, entonces, estiman perturbado por los cencerros, los gallos madrugadores, los campanarios, las bostas de vaca que desde las granjas locales perfuman sus residencias, y, ¡por supuesto, la estridulación (es el nombre científico de su canto) de los bichejos!
Pretensiones absurdas que suscitan polémicas en el país que un tal señor Voltaire convirtió para siempre en paraíso de polemistas. Al punto que el mismísimo ministro de justicia se viera forzado a invocar el principio de vivre-ensemble, equivalente a la convivencia ciudadana.
Porque mal podrían los herederos de quienes rebanaron la cabeza de un monarca, aceptar ahora la exigencia de una nueva clase de parvenús, de adaptar a sus gustos estéticos o necesidades psicológicas el entorno rural, suprimiendo el tintineo de desde siempre marcó las horas cotidianas y alertaba de algún ejército enemigo, o, en un caso extremo, fumigando a las cigarras para privar a la campiña de su hipnótico ronronear.
En las praderas estadounidenses, mientras tanto, el evento ha propiciado un boom turístico, como es normal en aquel país, templo del consumismo, aunque por motivos absolutamente opuestos: de quienes sueñan con instalarse en los lugares más estruendosos para gozar hasta el último decibel, y otros, por el contrario, ansiosos de huir lo más lejos posible de lo que se pronostica será una clamorosa sinfonía zoológica.
Varsovia, mayo de 2024