El vergonzoso silencio de líderes de Miami sobre los dreamers
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No demoró mucho el saberse cómo los funcionarios electos de Miami-Dade responderán a la presidencia de Donald Trump: con cobardía política.
En esta metrópolis de inmigrantes –donde los cubanoamericanos dominan la política– el liderazgo debe estar preparado para unir fuerzas en defensa de algunas de las personas más vulnerables en nuestra comunidad: los jóvenes indocumentados llamados “dreamers” (soñadores) que están a punto de perder la protección legal.
Pero el silencio y la falta de interés son vergonzosos.
¿Quién ha tomado el liderazgo en el asunto? Rahm Emanuel, alcalde de Chicago, quien se presentó en Trump Tower y entregó una carta de apoyo a los dreamers, con la esperanza de persuadir a Trump de que mantenga el programa que protege de la deportación a estos jóvenes que fueron traídos al país cuando eran niños y se ven a sí mismos como estadounidenses.
La carta está respaldada y firmada por otros 18 alcaldes, una cifra penosa que resulta más insultante por la incongruente ausencia de un representante de Miami. ¿Alguien escucha?
Tomás Regalado, alcalde de Miami, declaró al Miami Herald que no sabía de la carta de Emanuel en apoyo de mantener el programa conocido como DACA del presidente Barack Obama. Regalado dice que apoya a los dreamers y que hubiera firmado la carta si el despacho de Emanuel lo hubiera contactado. Pero si el tema afectara a cubanos, dudo que a Regalado se le hubiera pasado por alto.
Carlos Giménez, alcalde de Miami-Dade, sabía de la carta y se le pidió que la firmara, pero no lo hizo. Y dio mil excusas. Que estaba fuera de la ciudad en asuntos del condado. Pero no dudó en contactar a Trump después que Fidel Castro murió. Giménez dijo a través de un portavoz que apoya la reforma integral de las leyes de inmigración y necesitaba informarse legalmente sobre el DACA (Deferred Action for Childhood Arrivals).
¿Es que acaso no vive aquí? ¿No es Miami la Puerta de las Américas?
Después de mucho retorcerse las manos y de mi llamada pidiéndole un comentario, Giménez emitió el jueves un comunicado: “Apoyo completamente la prórroga del DACA hasta que el Congreso pueda aprobar y nuestro próximo presidente pueda firmar una reforma integral de las leyes de inmigración que aborden el estatus de nuestros dreamers y los millones que no tienen un estatus legal en todo el país”.
Y finalmente reconoce lo obvio: “En Miami-Dade viven miles de jóvenes que fueron traídos de niños a Estados Unidos por sus padres y que están indocumentados. Ellos merecen una oportunidad de lograr el Sueño Americano. Exhorto al próximo Congreso a dar priorizar la reforma integral de las leyes de inmigración”.
Que a Giménez, un político listo, haya que explicarle un programa presidencial que ha estado en las noticias y en efecto desde que Obama ganó la reelección en el 2012, es ridículo. Los indocumentados no son extraños, sino estudiantes destacados, vecinos, propietarios de pequeños negocios y miembros de los servicios militares.
Al mismo tiempo, tenemos al senador federal de la Florida Bill Nelson que le rinde homenaje en un discurso en el pleno del Senado a un veterano de Jacksonville que sirve en las reservas del Ejército y la Marina, y después que se descubrió que es indocumentado fue enviado a un centro de detención en el 2011. Nelson también brinda su apoyo a un grupo bipartidista de senadores que trabajan en un proyecto de ley para ayudar a los dreamers y sus padres.
¿Y dónde está el otro senador por la Florida, Marco Rubio, el cubanoamericano hijo de inmigrantes que quizás no hubieran podido entrar a Estados Unidos si el gobierno les hubiera aplicado las mismas exigencias que su hijo demanda a los demás?
Una vez más, Rubio está ausente de este tema. Ni siquiera saca la cara en momentos en que los que eligieron a Trump dirigen su odio a los indocumentados. En esta Florida antiimigrante que eligió a Trump, los estudiantes indocumentados enfrentan un entorno hostil. Y aunque el próximo período legislativo comienza en varios meses, ya un legislador de Sarasota ha presentado un proyecto de ley para eliminar la medida que permite a los dreamers pagar los mismos precios de matrícula que los residentes del estado. Sería un aborrecible paso atrás negar a estos jóvenes una educación universitaria. Pero la delegación legislativa de Miami-Dade no ha dicho esta boca es mía.
Dada la precaria situación que enfrentan los dreamers, ¿cómo pueden nuestros alcaldes y legisladores estatales y federales no tener un papel activo e influyente en este tema?
Esta comunidad debe abrazar bien fuerte y defender a los dreamers y a sus padres.