El sondeo que hoy publica ABC revela que el desgaste acumulado por el Gobierno de Pedro Sánchez en sus dos años de legislatura no solo es creciente entre votantes ajenos al PSOE, sino que en el propio electorado socialista encuentra un rechazo inusual para cualquier presidente en tan corto periodo de mandato. Puede no llamar la atención que los votantes del PP o de Vox rechacen muy mayoritariamente las políticas del Gobierno respecto a la contención del precio de la luz, la complacencia con el separatismo en la erradicación del castellano de las aulas en Cataluña, el peso internacional de España o la reforma laboral con la que pretende tumbar la que puso en marcha en su día, y con éxito, Mariano Rajoy.
Sin embargo, es llamativo que en esos ámbitos casi cuatro de cada diez votantes socialistas muestren su desacuerdo y discrepancia con Sánchez. Sin duda, y a tenor de estos datos de la encuesta, realizada por GAD3, el PSOE tiene motivos para preocuparse.
En términos generales, el 92,3 por ciento de los españoles no confían en Sánchez cuando dice que el precio de la luz al concluir este año será inferior al de 2018. Pero es que en este caso, el 88 por ciento de quienes afirman haber votado al PSOE en las últimas elecciones tampoco se lo creen. Nueve de cada diez es una cifra altísima de socialistas que ponen en cuestión la palabra de quien fuera su propio candidato electoral. Respecto a si el castellano está discriminado y perseguido en Cataluña, seis de cada diez españoles piensan que así es, aunque el 32,8 por ciento no lo creen. Lo llamativo es que hasta el 37 por ciento de los votantes socialistas, en efecto, lo perciben como una persecución, lo que no deja de ser una enmienda de parte de su electorado a la complicidad que demuestra el Gobierno con sus socios nacionalistas y separatistas. Algo similar ocurre con la percepción sobre la influencia de España en el exterior, donde el 39 por ciento de electores del Partido Socialista sostienen que es menor que antes, y con la idea de que la contrarreforma laboral de este Gobierno creará empleo de calidad: cuatro de cada diez votantes de Sánchez no le dan credibilidad.
Incluso en el ámbito social y de ideologización del feminismo o la igualdad, por ejemplo, el PSOE empieza a flojear, lo cual es novedoso, porque hasta ahora su estrategia de ‘pensamiento único’ como catalizador moral de toda la izquierda le había sido muy útil. Cuatro de cada diez votantes de Sánchez están convencidos de que el indulto parcial concedido a Juana Rivas se ha basado en criterios políticos, y no de mera justicia. El ‘relato’ propagandístico ya empieza a fallarle a Pedro Sánchez de manera inequívoca entre los suyos. De hecho, del sondeo se desprende no solo una inquietud creciente hacia todo aquello que el presidente del Gobierno dice tener bajo control, sino la decepción de una parte relevante de su electorado. Es evidente que su liderazgo se resiente, que Yolanda Díaz ya alcanza el mismo nivel de valoración que el propio Sánchez entre los votantes del PSOE -un dato que avanza eventuales fugas hacia la izquierda y abstenciones-, y que el desgaste amenaza con no ser reversible. Al jefe del Ejecutivo no le están funcionando la profunda crisis de gobierno del pasado mes de julio ni su última ocurrencia, celebrar dos consejos de ministros semanales. Es cierto que Sánchez está lidiando con una crisis económica extrema y con una pandemia inédita, pero la tendencia no es ni mucho menos correctora de la erosión del PSOE.