ELECCIONES EEUU 2016: La batalla ideológica entra en el debate del Partido Republicano
Los candidatos conservadores exponen por primera vez en público sus diferencias
El cuarto debate televisivo, la noche del martes, de los candidatos republicanos a la Casa Blanca expuso por primera vez en público las diferencias ideológicas entre ellos. Las divergencias fueron visibles sobre todo en inmigración y política exterior. Los choques entre moderación o radicalidad, intervencionismo o aislacionismo son frecuentes en el Partido Republicano. Reflejan una sociedad cada vez más polarizada políticamente. Pero hasta el debate celebrado en Milwaukee (Wisconsin) habían quedado eclipsados por los ataques personales o al Partido Demócrata.
El debate, organizado por el canal Fox Business, fue el más sustancial hasta el momento entre los aspirantes a la nominación republicana en las elecciones presidenciales en Estados Unidos en 2016. Quedan tres meses para el inicio del proceso de primarias para designar al candidato conservador y 12 para los comicios en los que se elige al sucesor del demócrata Barack Obama en el Despacho Oval. Participaron los ocho candidatos mejor posicionados en las encuestas. Hay otros siete.
Las preguntas sobre inmigración concedieron a dos de los aspirantes más moderados —el exgobernador de Florida Jeb Bush y el gobernador de Ohio, John Kasich— una oportunidad para tratar de revertir su descenso en las encuestas. La urgencia era palpable en el caso de Bush —hijo y hermano de expresidentes—, considerado el favorito del establishment político y su red de donantes, pero que en los anteriores debates se había mostrado dubitativo.
Bush y Kasich transmitieron convicción al rebatir la promesa de Donald Trump de deportar a los 11 millones de indocumentados que viven en EE UU. El magnate inmobiliario, cuyo discurso inflamatorio contra los sin papeles lo ha aupado en los sondeos, sostuvo que “no hay elección” más allá que hacer cumplir la ley contra los indocumentados. Lo respaldó el senador Ted Cruz, de origen cubano y perteneciente al ala dura republicana, que arremetió contra toda “amnistía”.
Kasich esgrimió que la deportación es imposible y alertó del daño moral de separar familias. Bush, casado con una mexicana, defendió una vía para la legalización de inmigrantes, alegó que una deportación “mandaría una señal” equivocada sobre los valores estadounidenses y advirtió de que esos debates benefician a Hillary Clinton, favorita demócrata.
Intervención exterior
Los latinos votan mayoritariamente al Partido Demócrata. Una de las lecciones que sacaron los republicanos tras la victoria de Obama en las elecciones de 2012 fue la necesidad de acercarse al público hispano. Pero la retórica de Trump corre el riesgo de alienarlo por completo, pese a los intentos conciliadores de Bush.
De fondo, se libra la batalla entre los outsiders políticos que encabezan las encuestas —Trump y el neurocirujano retirado Ben Carson— y los candidatos experimentados. Ante el hartazgo con el statu quo político que ha catapultado a Trump y Carson, Bush y Kasich trataron de exhibir pragmatismo y alertar de la estrategia vaga de los insurgentes.
En política exterior, Bush defendió un mayor intervencionismo de EE UU. También lo hizo el senador Marco Rubio, que evitó hablar de inmigración. Frente a ellos, Trump y el senador libertario Rand Paul defendieron más aislacionismo.
Es un terreno peligroso para Bush. Defendió una estrategia más contundente contra el Estado Islámico, pero obvió las consecuencias de la fallida intervención de su hermano, el expresidente George W., en Irak la década pasada. Es una sombra que le persigue, pero pareció cómodo tratando de erigirse en un estadista militar. “No creo que necesitamos un agitador en jefe o separador en jefe. Necesitamos un comandante en jefe”, dijo Jeb Bush en su intervención final.