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Elecciones EEUU: Violencia y Encuestas

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1) El tan esperado y temido martes 15 de marzo llegó. Algunas conclusiones:

-Ya puede afirmarse que es casi seguro que Hillary Clinton será la candidata demócrata para noviembre. Tiene una ventaja que triplica la de Obama sobre ella en 2008, por estas fechas. El esfuerzo de Bernie Sanders, un desconocido senador por Vermont, es sin duda meritorio. Por primera vez en décadas, la izquierda del partido demócrata se nucleó y dijo presente. Será tarea de Clinton atraer a su campaña a todos los contingentes animados por el mensaje rebelde y heterodoxo de Sanders. Y si éste,  por su edad, quizá no pueda liderarlos en el futuro, en el bullpen, calentando el brazo, está la senadora por Massachusetts, Elizabeth Warren.

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En el campo republicano, «and then there were three»Marco Rubio, al ser derrotado en su estado, anunció su retiro de la campaña. 

-Por otra parte, Donald Trump sigue su ruta hacia la candidatura republicana.  

-John Kasich aseguró la victoria en Ohio, estado del cual es gobernador. Eso le garantiza al menos que seguirá en la sala de terapia intensiva unos días más. Pero nadie cree que tenga el impulso para salir del hoyo en que se encuentra. 

-Ted Cruz perdió terreno en su lucha particular con Trump. Y cada vez que habla, no puedo dejar de pensar que es un «Trump light». 

Como ha sucedido en ocasiones previas, Trump no ganó ningún estado con más del 50% de los votos. Una vez más la división de sus rivales jugó a su favor. Missouri se decidió por 2.000 votos, mientras Rubio queda cuarto y último con más de 54.000. 

La próxima cita es el martes 22, donde se deciden dos primarias republicanas: Arizona (58 delegados; el ganador se los lleva todos) y Utah (40 delegados; reparto proporcional). Por parte demócrata son dos primarias: Arizona (85 delegados; el ganador se los lleva todos), y Utah (37; repartidos proporcionalmente). Además los demócratas celebran el caucus de Idaho (27 delegados proporcionales). El republicano se realizó el 8 de marzo.

Al día de hoy, miércoles 16 por la noche, el conteo de delegados da el siguiente resultado:

Partido Republicano (el total incluye el llamado superdelegado, que no se elige en primarias o caucus. Es 1 -uno-): Se necesitan 1237 delegados para asegurar la nominación:

-Donald Trump: 673

Ted Cruz: 411

-Marco Rubio: 169

-John Kasich: 143

Partido Demócrata (También se incluyen los superdelegados -aquí sí son bastantes-, que se distribuyen así: Clinton 467, Sanders 26): Se necesitan 2383 para obtener la nominación:

-Hillary Clinton: 1606

-Bernie Sanders: 851

El retiro del aspirante más joven de la contienda, Rubio, quien fuera considerado como el posible candidato del liderazgo republicano, es otra señal de alarma. Sobre todo, porque ese liderazgo no se dio cuenta de que la ira que por años ha incubado y promovido en sus bases, podría dirigirse en contra de ellos. Que ellos forman parte del establishment de Washington tan criticado en el resto del país. 

Y ¿cómo no pensaron que esa ira, guiada con intenciones perversas por la palabra de un demagogo, podría convertirse en violencia? Veamos este video:

 

 

 

2) La violencia, promovida y auspiciada en especial por Donald Trump, ha hecho su aparición, lamentablemente, en la campaña. La ira ha ido de incremento en incremento, no solo en los EEUU, por cierto. Y los mensajes que de ella derivan no son alentadores: unos piensan que están perdiendo su país, y los contrarios, que Trump llevará a la nación por una senda de odio y división.

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En política –y entre quienes estudiaron el fenómeno están Elías Canetti, en “Masa y Poder”, o Hannah Arendt, en los “Orígenes del Totalitarismo”- la ira extrema puede conducir a la violencia extrema.

Los propios rivales de Trump han declarado tajantemente al respecto. John Kasich afirmó: “Trump ha creado un medio ambiente tóxico” y “no hay lugar para un dirigente nacional que busca crecer a costa del temor de la gente”. Mientras, Marco Rubio señaló que “Trump se parece a un líder del tercer mundo”. Hillary Clinton afirma que ha cometido “ataques políticos incendiarios”, acusándolo de incitar a la violencia y la agresión. Y el liderazgo republicano literalmente paralizado. Dejaron surgir un Godzilla de la reacción, y ahora no encuentran la forma de contenerlo, o de no reconocerlo como suyo.

Se cuentan por decenas los ejemplos de oraciones de Trump incitando a la violencia. Escojamos solo algunos:

El 1 de febrero, en Cedar Rapids, Iowa: “Si ven a alguien que se prepara para lanzar un tomate, denle una paliza. En serio. Denle con todo. Les prometo que yo cubriré los costos legales”. Lo prometo. Lo prometo”.

El 4 de marzo, en Warren, Michigan: Al ser interrumpido, dice: “Sáquenlo. Traten de no herirlo. Pero si lo hacen, yo los defenderé en la corte”.

El 9 de marzo, en Fayetteville, Carolina del Norte: “En otros tiempos esto no ocurría, porque se les trataba con dureza. Nos hemos debilitado mucho”.

No puede dejarse de mencionar la violencia contra los reporteros. Son varios los casos.

Un hecho comprobable es que la violencia de parte de algunos seguidores de Trump se ha hecho tan normal que ya no era noticia. Hasta que ocurrieron los incidentes en Chicago. 

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Christine Todd Whitman, exgobernadora de New Jersey, miembro del gabinete de George W. Bush en los comienzos de su gobierno, y de claro linaje republicano, viene alertando desde hace años sobre lo que podía ocurrir si el partido republicano era capturado por estas bandas de extrema derecha representadas fundamentalmente por el Tea Party. Escribió un libro llamado acertadamente “It’s my Party too” – The battle for the heart of the GOP and the future of America (También es mi partido – la batalla por el corazón del GOP y el futuro de América), en el cual Whitman, dirigente del ala moderada, indicaba que surgían indicios de que la comunicación entre ambos partidos iba a ser destruida por los radicalismos. Resultó ser profética.

En una reciente declaración recordó todas las invectivas que desde el año pasado Trump ha lanzado contra los mexicanos: “si a la gente común le dicen y le repiten que los mexicanos son violadores y criminales, y esa misma gente comienza a verlos en su comunidad, no es extraño, es lo normal, incluso, que la gente reaccione, que comience a pensar en actuar en contra de esos supuestos criminales”.

Como destaca la periodista Dara Lind, es vital subrayar que no se está hablando de las declaraciones a la prensa del candidato/empresario. Es sobre los mensajes que da en sus discursos a sus seguidores, DE QUE ES NATURAL QUE SU FRUSTRACIÓN CONTRA EL ESTADO, O CON EL PAÍS, SE CONVIERTA EN DESEO DE GOLPEAR A OTROS. DE QUE ES –usando un adjetivo favorito de Trump-  ALGO “HERMOSO”.

Cuando personas cometen crímenes de odio en su nombre, usted no los debe llamar “apasionados”. Usted no dice que “ellos lo que desean es que su país sea de nuevo un gran país”. Usted lo que debe afirmar es que ELLOS NO REPRESENTAN SUS CREENCIAS. QUE GOLPEAR A QUIENES NO ESTÁN DE ACUERDO ES MORALMENTE INACEPTABLE, E ILEGAL.

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3) Hace pocos días, los medios anunciaban una buena noticia para el partido Demócrata: la última encuesta Gallup indica que Barack Obama llega a un 50% de aprobación de gestión, un 5 % más que en la medición previa (la encuesta, a 1.019 ciudadanos, se hizo entre el 2 y el 6 de marzo, y tiene un 4% de margen de error). En comparación con el más reciente presidente republicano, cuando se acerca su última primavera presidencial, Obama le gana por paliza a George W. Bush, que tenía un 32% de aprobación en marzo de 2008. Eso sí, nadie se le acerca a Bill Clinton, quien en marzo del 2000 tenía un 63% de popularidad. 

Como todo hecho competitivo, los niveles de popularidad solo son significativos cuando se comparan con otros encaramados en el ring respectivo. El 50% es muy destacable cuando vemos que el Congreso norteamericano apenas alcanza un 13% de popularidad.

Siempre según Gallup, el porcentaje de aprobación de los parlamentarios ha estado entre un 11 y un 16 % desde el pasado agosto, y solo ha alcanzado un liliputiense 20% en tres ocasiones desde 2012.

4) Como a veces las buenas noticias no vienen solas, Michael Bloomberg decidió –muy responsablemente- no lanzarse al ruedo electoral. Se dio cuenta de que un escenario a tres –Trump, Clinton y él- favorecía indiscutiblemente al empresario rival, ya que el voto moderado y centrista se dividiría.

5) Un posible tercer strike contra los republicanos: Como ya ha sido reseñado abundantemente, el llamado “Efecto Trump” está promoviendo una inscripción récord de ciudadanos de origen latino con el fin de votar en noviembre. Impulsada por diversas organizaciones de la sociedad civil, tiene una implementación estratégica: el mayor esfuerzo se realiza en “swing states”, que son los que deciden la elección. Que haya un millón de votantes latinos nuevos en California o Nueva York no afecta en nada el resultado; pero si se aumenta el padrón electoral latino en estados como Nevada, Colorado o Florida, la cosa se le pone cuesta arriba a la derecha gringa.

Y, como si fuera poco, la misma campaña, siempre focalizada en “swing states”, se está realizando entre los votantes negros. Se realiza en cinco estados donde ese voto puede ser decisivo.

** FILE ** Susannah Fox, the main author of a study on internet spyware by the Pew Internet and American Life Project, is seen at the Pew Research Center in Washington in this July 6, 2005 file photo. In a recent survey, the Pew Internet and American Life Project found that adult Americans are broadly divided into three groups: 31 percent are elite technology users, 20 percent are moderate users and the remainder have little or no usage of the Internet or cell phones. (AP Photo/Lauren Victoria Burke, file)

6) Siempre en la onda de las encuestas, la cosa se ve peor cuando vemos los casos concretos, como Florida: Por ejemplo, una medición de Pew Research:

(Puede verse completa aquí: http://www.pewresearch.org/fact-tank/2016/03/09/democratic-edge-in-hispanic-voter-registration-grows-in-florida/).

En Florida, por años un estado “indeciso” en las elecciones presidenciales, sus votantes hispanos –en especial de origen cubano- han jugado un papel esencial en el resultado final. Pero si bien su número y porcentaje sobre el total de votantes han crecido, también ha crecido su diversidad.

Gracias al gran número de votantes cubanos, el voto latino en Florida era confiablemente republicano. Por ejemplo, Bush hijo ganó tanto el voto hispano como el estado en 2004. Pero en 2008 se produjo un cambio histórico: los latinos demócratas superaron a los latinos registrados como republicanos. Y esa diferencia no ha hecho sino aumentar. Por ello, en 2008 y 2012 Barack Obama ganó tanto el voto latino como el estado.

Pero no solo los latinos demócratas han superado a los republicanos del mismo origen, sino que incluso los latinos registrados como votantes sin afiliación partidista superan ya a los republicanos. Veamos:

 

Latinos votantes registrados como demócratas: 678.000

Latinos votantes registrados como no afiliados: 610.000

Latinos votantes registrados como republicanos: 479.000

 

En el año 2000, un 17% de los votantes floridianos eran de origen hispano. Hoy, ya alcanzan un 24%.

En el centro más importante de concentración del voto cubano, el condado de Miami-Dade, los republicanos todavía mantienen una leve ventaja sobre los demócratas (siempre en el número de votantes registrados en los partidos): 260.000 a 213.000. Pero ¿por cuánto tiempo? En los últimos diez años, el crecimiento entre los demócratas ha sido de un 62%, mientras que los republicanos no han crecido.

En los otros dos condados de fuerte presencia latina, Broward (Fort Lauderdale, etc.) y Orange (Orlando, etc.) el crecimiento del voto latino pro-demócrata es mayor incluso que en el resto del estado.

Detrás de estos cambios hay, en primer lugar, una clara muestra de que la diversidad demográfica se ha incrementado. En 2014, los cubanos representaban un 31% de los votantes hispanos; en 1990 eran un 46%. En ese periodo, los puertorriqueños pasaron de un 25 a un 27%, y los hispanos de otros orígenes, como México o Sudamérica, pasaron de un 29% a un 42%.

7) ¿Lo anterior indica que el candidato republicano –en especial si es Trump- está condenado a la derrota? No necesariamente, pero sí es evidente que tendría que lograr un resultado extraordinario entre los votantes blancos, incluso superar el 59% de dicho voto logrado por Mitt Romney en 2012, y con ello poner en juego estados que normalmente se inclinarían al lado demócrata, como Michigan o incluso Pennsylvania.

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El hecho es que Trump, con su retórica llena de odio y división, pareciera fortalecer la coalición que le dio dos triunfos consecutivos a Obama: negros, latinos, asiáticos, mujeres y jóvenes. Eso sí, los segmentos de jóvenes y mujeres, en las primarias y caucus, se han inclinado a favor de Bernie Sanders. ¿Podrá Hillary Clinton generar entre ellos el mismo entusiasmo que generó Obama o incluso Sanders?  Porque la duda no es, por ejemplo, que Clinton obtenga un 90% del voto negro. La pregunta es ¿un 90% de qué, de cuál total de votantes negros?

Este año el número de votantes demócratas en las primarias y caucus ha ido disminuyendo, en comparación con 2008 y 2012. Ahora bien, es posible que de ser Donald Trump el candidato republicano, el mismo efecto que se está generando entre los latinos, seguramente se producirá en el resto del espectro demográfico norteamericano. A favor de unos y de otros. O todo lo contrario…

Quien probablemente hizo un buen resumen sobre el significado de una candidatura Trump fue Marco Rubio, en declaraciones a una emisora radial el pasado lunes, luego de destacar que de darse esa posibilidad Hillary Clinton sería presidente: si Trump resulta ser el nominado, va a haber un ajuste de cuentas, no sé si tendrá lugar antes de la elección o después, pero habrá millones de personas en el país, y muchos republicanos y conservadores prominentes, que van a tener que explicar por años como es que llegaron a esto, porque esto no va a terminar bien, no va a terminar bien”.

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