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Elecciones España: ¿Cuál es el escaño más caro?

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El líder de Izquierda Unida, Alberto Garzón, en la sede de su partido.
SERGIO ENRÍQUEZ-NISTAL

No todos los votos valen igual. Es una realidad palpable cuando se echa un vistazo al panel de los resultados electorales de este domingo. Mientras IU logró dos escaños con sus 923.105 apoyos, el PNV se adjudicó seis asientos en el Congreso con 301.585 papeletas. De otra forma, al partido de Alberto Garzón cada diputado le cuesta 461.552 votos, frente a los 50.264 que requiere la formación vasca.

Si el Congreso fuera un mercado de escaños, IU ayer pagó el precio más caro por hacerse con uno de ellos para la próxima legislatura. Le seguiría Bildu, que ha necesitado 109.233 votos; Ciudadanos, con 87.511 apoyos; Podemos, con 75.207Democracia y Libertad, con 70.687 y ERC, con 66.587. Los grandes partidos afrontaron un coste menor: al PSOE cada escaño le costó 61.542 votos, mientras que el PP pagó cada puesto en la Cámara Baja con 58.662 sufragios.

No es una cuestión de justicia poética, sino de la circunscripción en la que se vota [cada circunscripción es una provincia], su tamaño, el número de partidos que se presentan a los comicios y la población.

Antes de nada, hay que saber que a cada provincia le corresponden al menos dos escaños -salvo a Ceuta y Melilla que tienen uno- y que cada partido debe tener al menos un 3% de los votos en la circunscripción para optar a un escaño.

A partir de aquí, el sistema trata de establecer una especie de ponderación para compensar las zonas con menor población y es entonces cuando surgen las desigualdades: en las circunscripciones más pobladas se necesitan más votos para lograr un diputado y en las menos pobladas, menos.

Recurrimos al ejemplo de Soria -ese que aparece en cada cita electoral-: un voto en Soria vale tres veces más que un voto en Madrid. A Soria, con una población de menos de 100.000 habitantes, le corresponden dos escaños, y a Madrid, con más de seis millones de habitantes, 36.

Para los partidos más pequeños de ámbito nacional es más complicado lograr representación, tal y como se lamentaba anoche Alberto Garzón en la primera valoración de los resultados electorales del 20-D: «Necesitamos 400.000 votos para conseguir un escaño, otros 60.000».

Cuanto mayor es la desigualdad entre los partidos y más fragmentadas están las circunscripciones, más le cuesta a los David de la política hacerse un hueco en el Congreso. Los Goliat encuentran su particular castigo en las comunidades con una única provincia o en los distritos electorales más pequeños. El voto nacionalista, por ejemplo, se concentra en circunscripciones más reducidas, de ahí que consigan sus escaños a mejor «precio».

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