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Elecciones que de primarias no tienen nada

La polarización se alimenta de la adhesión a las fórmulas y de la voluntad de que “el otro” no gane.

Nadie puede decir que las singularidades políticas son exclusivo patrimonio de la política argentina porque es evidente que no es así. Pero sí es una excentricidad tener elecciones para elegir candidatos principales ya elegidos. El hecho es que como hoy lo que se vota tiene poco y nada de primaria, estas PASO se han convertido en una virtual primera vuelta porque sus números influirán, y mucho, de aquí a octubre.

Las fórmulas principales, y las no tanto, llegan exhaustas a esta confrontación, pensadas por la astucia de Kirchner como una forma de evitar que los peronistas perdidosos en las internas corrieran a postularse aliarse u ofrecerse, para debilitar a los ganadores. Como en tantos temas centrales y sensibles, el kirchnerismo presentó este instrumento como una herramienta democratizadora cuando en verdad buscaba sofocar las clásicas disidencias internas. En todo el mundo se promete una cosa para hacer otra, deliberada o por necesidad. Churchill ya explicaba hace mucho que una de las artes de la política consiste en explicar por qué ocurrirá tal cosa y luego explicar por qué no ocurrió. Sin leer o siquiera conocer siquiera a Churchill, los dirigentes argentinos siguen esas enseñanzas al pie de la letra.

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