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¿Elecciones y votos en regímenes totalitarios?

LA HABANA, Cuba.- Lo ocurrido en Venezuela, con las elecciones regionales, lanza una fuerte señal sobre lo que se debe o no hacer en la lucha por la democracia frente a regímenes de corte totalitario. Para entrar en la lógica de los votos, es fundamental no estar bajo el control de un régimen de corte totalitario aferrado al poder. Es decir, deben existir condiciones básicas que den la posibilidad real de una victoria, de lo contrario implica regalarles una batalla y hacerles el favor de legitimarlos.

Mientras estos regímenes no muestren con hechos, muy concretos, una voluntad política, resulta inexplicable hablar de elecciones, consultas o plebiscitos.

Un punto fundamental, muy bien guardado por quienes decían que participarían en las llamadas elecciones a nivel municipal en Cuba, era que, en caso de ganar, tendrían que juramentar lealtad al régimen y a su presunto sistema jurídico y legal que viola en letra, los más elementales derechos y libertades. Deja mucho que desear, que se promueva un proyecto con tonos de cambios, si desde el mismo se aceptaba avalar, incluso bajo juramento, a la dictadura.

Es importante señalar que, si bien el régimen en algún momento consideró dar algunas migajas a ese sector, decidió, una vez planteado el nuevo escenario político, de cambios en administración norteamericana y en la región, anular cualquier posibilidad.

En el próximo febrero, la coronación de los herederos sería por todo lo alto. Un capitolio renovado, invitados internacionales, prensa extranjera, el descenso por la escalinata y por supuesto, el narrador de la corte Eusebio Leal con uno de esos discursos grandilocuentes cargados de loas y veneraciones. El destino se ha encargado de echar por tierra este guion.

En el plebiscito celebrado en Chile, por ejemplo, existió la voluntad política por parte de algunos actores de poder, de dar una solución racional a la crisis. Por el contrario, en Cuba y Venezuela los dictadores y su elite solo desean consolidar la dictadura.

El plebiscito realizado el 16 de julio por la oposición venezolana, le abrió la posibilidad al régimen de Maduro, de plantear la definición del escenario político mediante los votos. En ese caso, el chavismo tenía las de ganar, pues posee toda la infraestructura y mecanismos de control social, intimidación, movilización, además de ser juez y parte del proceso.

La oposición mostró que tenía más de 7 millones de seguidores. Como contraparte el chavismo realizó su consulta sobre la asamblea constituyente y ocurrió lo esperado. Los números superaban a los de la oposición. Era evidente el fraude, pero, ¿cómo mostrarlo, si el régimen es juez y parte? Paralelamente, entrar en esa dinámica, enfrió las calles, músculo real de la oposición. Los ciudadanos se sintieron abandonados en medio del enfrentamiento al régimen y decidieron ahora observar más distanciados.

Es fundamental comprender que no se puede llevar a la lógica de los votos el respeto de nuestros derechos y libertades fundamentales. De hacerlo, podemos caer una y otra vez en errores de estrategia. En Cuba, a casi 60 años de dictadura, no tiene sentido seguir hablando desde esa lógica, como método para salir de la dictadura. Resulta dañino, seguir alimentando esperanzas, vacías de historia y realismo.

Si se desea un cambio real vayamos al grano. ¿Cómo movilizar al cubano para tirar la dictadura? Después, todas las elecciones y consultas que se necesiten.

Otro de los hechos mostrados en Venezuela, es que la presión social, esa que es el detonante y músculo del cambio, debe estar bien planteada, con estrategias bien definidas y realistas.

La presión internacional es vital y el trabajo en conjunto con el exilio en extremo necesario, sin él no se puede concebir un cambio y una Cuba futura. Sin embargo, es evidente, que nuestra situación se define aquí, en el terreno y de frente al régimen. No se deben levantar falsas expectativas con propuestas que no tienen el anclaje, ni liderazgo, en la realidad interna.

El escenario actual es muy favorable para nuestra lucha. En la Isla, el cubano cada día muestra más su hartazgo hacia los Castro y su decrepito y despótico régimen, que se ha quedado sin ese futuro, que obligatoriamente tiene que venderle a sus seguidores y aliados oportunistas.

Aprovechemos este especial momento.

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