El pasado 7 de febrero se cumplieron 60 años de la proclama del presidente John F. Kennedy iniciando el embargo comercial norteamericano contra el gobierno cubano. Recientemente, The Boston Globe, el periódico más importante de Nueva Inglaterra, publicó un extraordinario artículo que recoge las peticiones de políticos y activistas progresistas a Joe Biden demandando el levantamiento de dicho embargo.
Las declaraciones aparecen en una columna del influyente columnista conservador Jeff Jacoby que circuló enseguida en el Congreso en Washington DC.
Entre los amigos de la Plaza de la Revolución citados en el artículo se destacan el senador demócrata de Vermont, Patrick Leahy, y el congresista demócrata de Massachusetts John McGovern. Leahy, en declaraciones distribuidas por Univisión dice que “todas las naciones del hemisferio se oponen al embargo, una gestión fracasada diseñada para aislar a Cuba que ha aislado a Estados Unidos”. McGovern, por su parte, asegura que “la Guerra Fría terminó” y el embargo es “una política que ha fracasado por décadas mientras causa sufrimientos incalculables al pueblo cubano”.
La revista The Nation dice que se opuso a las sanciones desde sus inicios en un artículo titulado Cuba: 60 años de un embargo brutal, vengativo y sin sentido.
Jacoby riposta diciendo que “ante la dictadura más antigua en el hemisferio occidental, y una de las más crueles del planeta, hombres y mujeres que se consideran ilustrados dirigen su vitriolo no contra el régimen que pisotea los derechos humanos, coarta la libertad y reprime violentamente a sus críticos, sino contra la política estadounidense establecida de no tener relaciones normales con el régimen”. Agrega el columnista que “cuando Fidel Castro derrocó a Fulgencio Batista tenía el apoyo tácito de Estados Unidos, que meses antes había impuesto un embargo a la venta de armas a la dictadura militar de Batista, y lo presionaba para que se fuera”.
“Pocos días después (de la victoria revolucionaria) Estados Unidos reconoció formalmente al nuevo gobierno, y tres meses más tarde le daba la bienvenida a Fidel Castro en una visita que duró once días, mientras las multitudes delirantes lo aplaudían y se reunía por tres horas con el vicepresidente Richard Nixon”.
Según Jacoby, “Castro casi enseguida comenzó a aliarse con la Unión Soviética y China Comunista y a confiscar compañías americanas, refinerías de petróleo, ingenios azucareros, bancos, compañías de teléfonos… Se lo robó todo, con un valor de 1,9 miles de millones de dólares, que ajustados a la inflación ascienden hoy a 12,7 miles de millones”.
“Ya para cuando Kennedy decretó el embargo en 1962, la hostilidad de los nuevos gobernantes de Cuba era evidente, y después Castro autorizó el emplazamiento de los cohetes atómicos, mientras torturaba, encarcelaba y llevaba al paredón de fusilamiento a miles de jóvenes por el crimen de oponerse a la nueva tiranía”.
“Sesenta años más tarde”, dice Jacoby, “a Cuba la ahoga la miseria, y The New York Times informa que los que participaron en las protestas pacíficas contra el gobierno el verano pasado pueden ser condenados hasta a 30 años de prisión… La causa no es el embargo americano, sino el despotismo comunista”.
Jacoby también responde a “un mito que se repite con frecuencia”, la idea de que si se levanta el embargo “los miles de turistas, los artículos de consumo y las ideas democráticas americanas darían al traste con el régimen”.
“Si eso fuera cierto, ya hubiera ocurrido. El embargo no prohíbe las exportaciones de millones de dólares de productos americanos a Cuba, que puede comerciar libremente con el resto del mundo”.
Jacoby cita al exsecretario de Estado John Kerry: “Cuba endureció la represión después de la apertura iniciada por Obama”.
Posiblemente, como bien apunta Jacoby en otro contexto, los que repiten la versión del gobierno cubano sobre lo que llaman bloqueo yanqui, desconocen el análisis imprescindible de Fidel Castro sobre tan importante asunto. En una entrevista en marzo de 1985, más de veinte años después del inicio del embargo, publicada con el título de “Nada podrá detener la marcha de la Historia”, en La Habana, el Líder Máximo dijo lo siguiente:
“Dependemos muy poco del mundo occidental y no dependemos para nada de las relaciones económicas con Estados Unidos… que tiene cada vez menos cosas que ofrecer a Cuba. Las relaciones económicas con Estados Unidos no implicarían para Cuba ningún beneficio fundamental. Si mañana se reanudaran las relaciones comerciales con Estados Unidos y pudiéramos exportar a Estados Unidos nuestros productos, habría que elaborar planes para nuevas producciones que tuvieran el objetivo de exportarse en el futuro, porque todo lo que producimos hoy, y todo lo que vamos a producir en los próximos cinco años, está vendido ya a otros mercados. Habría que quitárselo a los países socialistas para vendérselo a Estados Unidos, y los países socialistas nos pagan muchos mejores precios y tienen muchas mejores relaciones con nosotros que Estados Unidos. Hay un dicho campesino que dice que no se puede cambiar la vaca por la chiva”.
Cinco años exactos después, la vaca socialista dejaría de existir.
Las recientes manifestaciones del pueblo cubano demandando libertad y el fin del comunismo han resultado en la destrucción de muchos mitos del régimen cubano alrededor del mundo, así como en un nuevo interés en la prensa y los políticos en el estudio de la verdad sobre Cuba.
Esa verdad no requiere de un Sherlock Holmes para explicársela a los Watson de ocasión. Es elemental que con embargo o sin él, la dictadura cubana ha sido y seguirá siendo el problema del pueblo cubano.
Estamos en año de elecciones y 2024 ya está al doblar de la esquina. Por lo tanto, resulta también elemental que empoderar ahora a la represora policía cubana, y darle al régimen más recursos para su ejército de ocupación en Venezuela, dándole crédito financiero a costa de los dólares del contribuyente norteamericano, ni favorece la causa de la libertad ni el interés nacional norteamericano.
Frank Calzón es politólogo cubano.