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Elías Amor: La paquetería internacional en Cuba: otro fracaso del modelo comunista

Algo se está enredando en la actividad de paquetería internacional en Cuba, y aunque el régimen dedicó una especial atención a la misma en un momento determinado, se tiene la impresión de que, una vez más, el desajuste, el desorden y la mala praxis se han vuelto a hacer dueños de un sector que proporciona unos servicios esenciales para muchos cubanos. Retrasos en los envíos, deficiente estado de la mercancía, desinformación, coste elevado, contribuyen a crear un malestar lógico en los usuarios de los servicios que en cualquier momento puede estallar. Y el régimen lo sabe.

Por medio de la paquetería internacional está llegando a Cuba prácticamente de todo. Desde tratamientos médicos y medicinas, que han desaparecido de las boticas del paraíso de la sanidad, hasta  pequeños electrodomésticos para el hogar, alimentos, artículos de limpieza personal y doméstica, insumos agropecuarios, cualquier cosa es objeto de la paquetería, ante la penuria en la que viven los cubanos. En cierto modo, gracias a la paquetería la tensión social en Cuba se puede mitigar.

Cuando se trata de explicar qué sucede para que un servicio tan sencillo de prestación y gestión de paquetería en todos los países del mundo, funcione tan mal en Cuba, hay que observar en primer lugar, el modelo creado por el régimen.

Un modelo basado en un oligopolio jerárquico y centralizado de empresas de cargas, denominadas como transitarias, entre las que se encuentran  Aerovaradero y Transcargo del Mitrans; y Palco, Cubapack y Cubanacan Express de Cimex; aunque es Correos de Cuba la organización empresarial que recibe y tramita el mayor por ciento de envíos internacionales. Todas ellas, empresas estatales y dependientes de decisiones políticas. La ausencia de competencia en el sector, así como su titularidad son aspectos que condicionan de forma negativa el diseño del sector.

Luego vienen los líos entre las mismas empresas. Por ejemplo, hay un debate sobre el papel de Correos de Cuba, que no se concibe como una transitaria, sino como operador postal asimilado a una Empresa de Mensajería y Cambio Internacional (EMCI),  que presta servicios de importación y exportación de correspondencia, envíos postales internacionales, de paquetería y mensajería expresa, así como servicios aduanales y transitarios. De algún modo, con este planteamiento el modelo de Correos se aleja del resto del oligopolio de cinco empresas autorizadas.

Con un modelo como el descrito, de estructura cuasi militar, desde la pandemia se ha producido un aumento de la paquetería internacional que llega a Cuba que ha pillado por sorpresa, y a medio hacer, a este sector de titularidad estatal que, al parecer, realiza pocos estudios de prospectiva que le permitan orientar su actividad a medio plazo.

De modo que, de manera inesperada, en un corto período de tiempo, los trabajadores de estas empresas han tenido que atender cifras récord de paquetería internacional. Si las cosas se hubieran hecho bien, habría sido necesaria una reacción rápida por parte de los gestores para aumentar la capacidad productiva de las empresas (tecnología digital, por ejemplo) y evitar insatisfacciones y quejas por el servicio procedentes de la población, relacionadas con la calidad del servicio y la demora en la entrega de los envíos. Problemas que se podrían haber resuelto fácilmente con más competitividad entre las transitarias y un móvil del beneficio que guiara los niveles de prestación.

En cualquier otro modelo de organización económica, un auge de la demanda debe ir asociado a una respuesta de la  oferta si se quiere satisfacer las necesidades de los usuarios, pero las autoridades en Cuba aunque reaccionaron dando prioridad a determinadas operaciones de paquetería internacional, no lograron ese objetivo. Detrás de ello, la tradicional indolencia de las empresas estatales, en particular Correos de Cuba, tuvo una influencia clara sobre la pésima calidad de los servicios.  Los dirigentes culparon de la situación a las limitaciones de recursos que vive el país y los bajos ingresos en divisas que genera a la economía nacional, pero es evidente que hay razones políticas y organizativas mucho más importantes.

Mientras tanto, los usuarios no consiguen entender por qué se alargan  los tiempos de entrega, a pesar del esfuerzo que se está realizando por mejorar un servicio imprescindible para la población. Es la misma tónica que en el resto de sectores de la economía comunista cubana. Siempre hay un esfuerzo excesivo por lograr unos objetivos que después no se consiguen. Un problema de ineficiencia y productividad, que sigue sin ser resuelto, y que en la paquetería es un ejemplo más del pésimo funcionamiento del modelo que rige la economía.

Y lo cierto es que, aun cuando a corto plazo, se haya reducido por Correos de Cuba a los 30 días, a partir del momento en que se registran en el Servicio Integrado Postal la entrega de los paquetes internacionales, existen dudas de que esto se puede mantener en el tiempo de forma indefinida, sobre todo, si aumenta más aún la paquetería.  Algunos dirigentes han explicado que “la mayoría de los reclamantes, por desconocimiento, cuando se refiere a la demora de las entrega, cuentan desde el momento en que se impuso el envío en origen, algo que no es responsabilidad de Correos de Cuba” en un claro ejercicio de irresponsabilidad en la prestación del servicio, que traslada al COVID-19, al embargo o el aumento de las tarifas de las aerolíneas internacionales los pésimos resultados de la paquetería en Cuba. Nada nuevo en el argumentario oficial.

De modo que aunque la Oficina de Cambio Internacional ha organizado los turnos y se trabaja las 24 horas existen dudas sobre si esta es la respuesta adecuada para solucionar los problemas, ya que la calidad del servicio sigue siendo pésima. Y así, se destaca la existencia de “cientos paquetes registrados que no han podido ser entregados a sus destinatarios, por varias causas. Entre las más frecuentes  están que no coincide la dirección, o la persona no está en el país, o no han hecho la declaratoria de quién lo va a recibir, o es ilegible la información”

¿Qué hace Correos de Cuba en estos casos? En cada una de las plantas existe una persona encarga de recuperar la información de estos paquetes, además de tramitar con las agencias Courier de origen para recuperar los datos”. Un dato interesante que viene a confirmar lo que ya es sabido, la burocracia asfixia. En cualquier país del mundo, el paquete de Amazon se deja en casa de la vecina. Hay confianza.

Luego están los problemas relacionados con los cambios de contenido en los envíos y la sustracción de artículos, una serie de hechos reportados que fueron investigados para determinar las causas y los responsables. Cuando hubo personal de Correos implicado, se adoptaron las medidas administrativas y disciplinarias correspondientes y, los que constituyeron delitos, fueron puestos a disposición de las autoridades judiciales correspondientes.

En cuanto a las indemnizaciones, los destinatarios lo fueron conforme a las normas establecidas en el país, excepto las reclamaciones de la paquetería Courier que por acuerdo contractual la indemnización se hace al remitente en origen. Para hacer frente a las demoras en los procesos operacionales y en la entrega a los destinatarios, se procedió a utilizar el parque de vehículos del Ministerio de Transporte, el Ministerio de Comercio Interior y con transportistas privados.

Y hay una vía que se ha ensayado de forma tímida y con escaso nivel de compromiso. Hasta le fecha, los dirigentes han firmado 25 convenios con trabajadores por cuenta propia para la distribución de la  carga de paquetería. También tienen alianzas con 12 TCP para la distribución puerta a puerta de la paquetería y 3 contratos con mipymes. LLo dicho. Unas cifras muy bajas, tanto en términos absolutos como relativos, que muestran la escasa voluntad política del régimen por apostar por el sector privado en la prestación de estos servicios, manteniendo la actual organización oligopólica, burocrática, jerarquizada e ineficiente.

Por supuesto que las alternativas existen, y no pasan por el desarrollo local y restantes majaderías comunistas, sino por crear las condiciones para que el sector privado lidere la paquetería como ocurre en todos los países del mundo. Pero no con veintitantos acuerdos draconianos como los que rigen en la actualidad sino con más libertad. Solo un sector competitivo, orientado por el móvil del beneficio y el mercado, podría satisfacer las demandas de los consumidores de forma eficiente. ¿Por qué no prueban?

 

 

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