Emmanuel Macron, hacia la hiperpresidencia
Vence en su primer asalto para lograr plenos poderes en la Asamblea Nacional, al obtener su partido el gran triunfo en la primera vuelta. Puede convertirse en un presidente con más poderes que el propio De Gaulle.
El terremoto político está a punto de consumarse. ¡La República en Marcha!, el partido fundado por Emmanuel Macron hace menos de un año, obtuvo un tercio de los votos en la primera vuelta de las elecciones parlamentarias y está en condiciones de acumular una aplastante mayoría absoluta el domingo próximo. Salvo sorpresas, Macron disfrutará de un poder que ni siquiera Charles de Gaulle llegó a alcanzar. En una jornada marcada por una abstención histórica, cercana al 50%, el Partido Socialista confirmó su hundimiento y el Frente Nacional pareció condenado a permanecer en la marginalidad.
Los Republicanos, el partido gaullista, no sufrieron el colapso que temían y quedaron en segundo lugar. Pero sus votantes tradicionales, desorientados tras la derrota en las presidenciales y la absorción de varios de sus dirigentes por el movimiento macronista, contribuyeron en gran medida a la bajísima participación. Otros factores que favorecieron el abstencionismo fueron probablemente la fatiga, tras meses de campañas sucesivas (primarias, presidenciales y ahora legislativas), y quizá las temperaturas, muy calurosas en gran parte del país. Por otra parte, la sensación de que Emmanuel Macron iba a obtener inevitablemente una gran victoria, como predecían los sondeos, desmovilizó a una parte del electorado. La desmovilización se hizo patente ya en la campaña, insulsa y rutinaria.
«Ha sido una ola gigantesca a favor de Macron«, dijo el gaullista Alain Juppé. «Necesitamos conseguir dentro de una semana, al menos, que la Asamblea Nacional no sea monocolor», añadió. Aunque logren maquillar el resultado en la segunda vuelta, los gaullistas quedarán en una posición frágil y amenazados por sus contradicciones internas: parte de sus diputados, los que tienen a Juppé como líder, desean cooperar con el presidente y con ¡La República en Marcha!; otro sector desea ejercer una oposición inflexible.
Las legislativas francesas se desarrollan mediante un sistema mayoritario a dos vueltas. Cada circunscripción tiene su propia mecánica y en la segunda vuelta se enfrentan los dos primeros clasificados (o tres, si los tres alcanzan el 20% de los votos), lo que obliga a los electores de los candidatos descartados a reagruparse en torno a otro. La ley electoral perjudica fundamentalmente al Frente Nacional, que sigue siendo inaceptable para la mayoría de los ciudadanos. Eso hará que, pese a obtener ayer en torno al 13% de los votos, el partido ultraderechista no parezca en condiciones de alcanzar los 15 diputados necesarios para formar grupo. En cambio, el Partido Socialista, con el 9% en la primera vuelta, puede aspirar a conseguir hasta 20 escaños y grupo propio.
La pujanza del macronismo se reflejó, por ejemplo, en el resultado de Richard Ferrand, ministro de Cohesión Territorial y secretario general de ¡La República en Marcha!: pese a ser investigado por un caso de presunto tráfico de influencias, logró el 33% en su circunscripción de Finisterre y prácticamente se aseguró la victoria el domingo próximo. El ministro de Economía, el ex gaullista Bruno Le Maire, obtuvo casi el 40%. Incluso Jean-Luc Mélenchon, líder de Francia Insumisa y de la nueva izquierda, reconoció que la victoria del partido de Macron era «indiscutible».
A Mélenchon, igual que a Marine Le Pen, que casi aseguró su escaño, le quedó el argumento de la abstención, la mayor registrada nunca en unas elecciones parlamentarias francesas. Mélenchon consideró que, pese a la perspectiva de una victoria aplastante de Macron, la mayoría del nuevo presidente carecería de «legitimidad» para emprender sus reformas en materia de legislación laboral o antiterrorista por la baja participación. Le Pen afirmó que la abstención demostraba la «falta de entusiasmo» de los ciudadanos ante la «política catastrófica» que pensaba desplegar Macron. Más tarde se contradijo y admitió que quienes habían mostrado falta de entusiasmo eran sus propios electores.
Según quedan las cosas tras la primera vuelta, la segunda vuelta sólo será decisiva para las fuerzas minoritarias: Frente Nacional, Francia Insumisa y Partido Socialista llaman a los suyos a participar de forma entusiasta el domingo próximo para arrancar el puñado de diputados que les asegure un grupo parlamentario propio. Francia Insumisa y Partido Socialista pueden lograrlo. El Frente Nacional, lastrado por el penoso fin de la campaña presidencial de Marine Le Pen y por las disensiones internas en torno al euro, necesitaría casi un milagro.
El sorpasso de Francia Insumisa respecto al Partido Socialista y el rechazo general a los protagonistas del quinquenio de François Hollande se hizo patente en la primera circunscripción de Évry, que había sido feudo del ex primer ministro Manuel Valls durante tres legislaturas. Valls logró pasar a la segunda vuelta, pero por detrás del candidato melenchonista y con un tercer clasificado del Partido Comunista que obtuvo el 15% de los votos. Los votos comunistas pasarán en bloque a Francia Insumisa. Eso hace muy improbable que Valls mantenga su escaño. El hombre que hace tan sólo seis meses se creía con posibilidades de ganar la presidencia, y que hace dos meses huyó del Partido Socialista para arrojarse en brazos de su antiguo enemigo Emmanuel Macron, está a punto de ser expulsado de la profesión política.