En Coppelia las bolas nunca son redondas
Esta ha sido la primera semana de Coppelia reinaugurado. Con motivo de su 50 aniversario, la popular heladería ha sido objeto de reparaciones que abarcaron los techos, la iluminación, las redes eléctricas y la jardinería. Con bombo, platillos y payasos, fue presentada como nueva en el Noticiero Nacional de Televisión (NTV).
Pero por muchos bombillos ahorradores que pongan entre las hojas de la mariposa dedicada a Celia Sánchez, la parte más importante, la que más ha provocado descontento entre la población, continúa sin repararse: el servicio.
«Dos horas de cola abajo para llegar a la torre, y hora y media después para que me atendieran arriba», contabiliza Yaquelín. «En un salón donde debían trabajar tres personas, había una sola camarera y la mitad de las mesas estaban vacías».
La misma situación se repetía en las canchas y los jardines. La mitad de las capacidades se mantenían vacías.
«Es que es horario de almuerzo», explica una empleada. «Si cuentas la gente que está de vacaciones porque tiene niños chiquitos y no le queda otro remedio, nos quedamos cortos de personal».
Julio y agosto, los meses de vacaciones escolares, son los que más público atraen a Coppelia, entre otros motivos porque es una de las pocas opciones asequibles al bolsillo del cubano promedio. Los clientes no pueden entender cómo la administración de la heladería no se ha podido ocupar de reforzar el personal para que se aprovechen todas las capacidades en estos meses.
«Con la cantidad de restaurantes estatales vacíos en El Vedado podrían contratar a los camareros aquí por estos dos meses», propone una abuela cuyos dos nietecitos se aburren y alborotan en la cola. «Me imagino que no lo hacen por cuestiones de burocracia».
Los ocho sabores anunciados, que según el reportaje del NTV se mantendrían constantes, se reducen a «lo que quede».
«La mitad de lo que dicen en el noticiero le puedes poner el cuño que es mentira», asegura Idalmis al salir. «Lo único que había allí adentro era caramelo y coco. Nada de rizados de fresa y chocolate, naranja piña o fresa bombón, como decía la tablilla».
Sin embargo, las tablillas siguen manteniendo el anuncio de los mismos sabores y especialidades, sin modificar de acuerdo a lo que realmente están ofertando.
«Es que cualquiera de esos sabores y especialidades pueden entrar en cualquier momento y habría que borrar las tablillas constantemente«, se justifica un trabajador de Coppelia.
«Eso no es una justificación», riposta Idalmis. «Que las borren todas las veces que sea necesario, pero que dejen de mentirle al público».
Las especialidades son otro tema. Nadie afirma haber podido tomarse una vaca negra y otras, como el tocinillo helado, no son lo que deberían ser.
«Es un pedazo de tocinillo en un plato, nada de bola de helado acompañante«, explica Idalmis. «Sin contar con que el tocinillo nada tiene que ver con el que yo recuerdo de niña».
Yaquelín se preocupa por otro viejo tema sin solución hasta el día de hoy: la redondez de las bolas de helado.
«Mira que la gente se queja, y nada. Hasta se ríen y dicen que Coppelia inventó las únicas bolas que no son redondas, pero eso no le hace ni cosquillas a la administración de Coppelia».
La propia Yaquelín bromea con el asunto, achacando el problema a una especie de tara genética que les impide mover la muñeca a los empleados que sirven los platos. «Es que la boleadora se rota dentro del helado para que la bola quede redonda, pero ellos no pueden moverla. Nada más que la meten y la sacan de la tina de helado».
Así, a lo más que puede aspirar un cliente de Coppelia es a una media bola de helado sólida, porque también existen las variedades de bola hueca y de helado de hielo, no de crema.
«Yo he perdido la cuenta de la cantidad de veces que han cambiado a los trabajadores aquí por culpa de estas cosas«, dice Idalmis. «Pero todo sigue igual. Y seguirá, porque si no roban, ¿de qué van a vivir los trabajadores de Coppelia? ¿Del salario?»