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En Cuba, corregir y reimpulsar la economía significa exprimir y entorpecer

Cada vez que ese Gobierno que se aferra a un modelo económico supuestamente planificado y organizado encuentra una distorsión, lo que hace es subirle un precio más al pueblo o prohibirle algo.

Ruinas de un edificio en la calle Neptuno, La Habana.
Ruinas de un edificio en la calle Neptuno, La Habana. Diario de Cuba

 

 

«Como parte de las proyecciones aprobadas por el Gobierno para corregir distorsiones y reimpulsar la economía«… Esa es la frase con la que los redactores del régimen presentaron la más reciente, pero sin dudas no ultima, «corrección» con la que han regalado al pueblo otra subidita de precios.

La noticia así encabezada, refería la actualización de «los valores referenciales de las viviendas», utilizados «como base de cálculo para el pago de los impuestos» asociados a la compraventa de inmuebles, los cuales han sido inmisericordemente quintuplicados porque, según el Gobierno revolucionario: «los valores referenciales que hoy se aplican, vigentes desde 2017 (…), no se corresponden con las condiciones económicas y sociales actuales«.

Y está bien, es cierto que dada la enorme inflación —causada por el Gobierno—, los precios hoy en Cuba son muy diferentes a los de 2017; sin embargo, dada la ola migratoria —también causada por el Gobierno—, los precios de las casas lejos de aumentar se han deprimido espantosamente, con lo que este es el peor momento para subir los impuestos en ese mercado… Pero, ¿cuándo al castrismo le ha importado la realidad?

Porque, si de verdad quisiera adecuarse a «las condiciones económicas y sociales actuales», ¿por qué no adecúa los salarios y pensiones que durante estos años han perdido más del 70% de su poder adquisitivo? Claramente no es acomodarse a la realidad lo que quiere el Gobierno, sino trasquilar más a sus ovejas.

Tiene apuros el castrismo en hacer corresponder los impuestos con «las condiciones económicas y sociales actuales», pero ni la más mínima intensión de mejorar lo que le paga a los trabajadores o lo que gasta en educación y salud para el pueblo, montos que se reducen cada año.

Desde que a finales de 2023 el primer ministro, Manuel Marrero, llamó a «implementar medidas para corregir distorsiones y reimpulsar la economía», muchas «correcciones» han llegado:

  • Distorsión: Precios de los combustibles, según tasa de cambio 24×1, desajustada del verdadero valor del peso. Corrección: Subida de los precios de los combustibles un 500%.
  • Distorsión: Precios del transporte no acorde a su costo. Corrección: Subida de los precios del transporte hasta un 300% en ómnibus y hasta un 700% en tren.
  • Distorsión: Precio de la electricidad no acorde con sus costos para consumidores mayores de 500 kWatt. Corrección: Subir el precio de la electricidad un 25% para esos consumidores.
  • Distorsión: El combustible para transporte automotor está escaso. Corrección: Se abren CUPET en dólares para el turismo y para quien pueda pagarlo.
  • Distorsión: El gas licuado no tiene un precio acorde a su valor en el mercado internacional. Corrección: Subida de precio del gas de balita un 40%… cuando hay.
  • Distorsión: Mucho dinero en efectivo en la calle y poco en los bancos. Corrección: Poner topes a la extracción de efectivo en los bancos tanto para privados como para personas naturales.
  • Distorsión: Precios de algunos alimentos de la canasta familiar normada (la libreta) no acorde a sus costos. Corrección: Subir el precio de alimentos como el azúcar, arroz, chícharos, compotas, huevos, mortadela y otros.
  • Distorsión: impuesto de transmisión de bienes y herencia no acorde a la realidad. Corrección: Subir el impuesto por la transmisión de bienes y herencia multiplicándolo por cinco.

Cada vez que este Gobierno que se aferra a un modelo económico supuestamente planificado y organizado por no se sabe cuántos ministerios, institutos, consejos y demás burocracias, encuentra una distorsión, lo que hace es subirle un precio más al pueblo o prohibirle algo. Corregir, en neolenguaje castrista, significa encarecer y crear más inflación, significa exprimir. No hay una sola «corrección» que haya traído mejoría alguna a la vida de esos cubanos para quienes 20 dólares al mes parece al Gobierno un salario adecuado, según «las condiciones económicas y sociales actuales». Nada que corregir ahí.

Y mientras por un lado el castrismo exprime, ¿qué medidas ha tomado para «reimpulsar la economía»?

La respuesta simple es: ni una sola, a menos que se considere que eliminar exenciones fiscales, reducir el objeto social, aumentar los impuestos, crear nuevos impuestos, aumentar aranceles de importación, topar precios de venta, forzar la bancarización y mantener ilegalizado el mercado cambiario puedan reimpulsar una economía.

Lo cierto es que, en vez de impulsar, el castrismo lleva meses entorpeciendo el desarrollo del minúsculo sector privado, único con algún dinamismo en la Isla. Igualar hacia abajo es costumbre socialista, dado que las empresas estatales no levantan. Y como permitir que las privadas sigan ganando protagonismo desmiente el cuento de la justicia social garantizada por el Estado, se le ponen palos en las ruedas al sector privado para que todo esté igualmente mal. Así, los del Gobierno podrán seguir igualmente bien, porque aquí todos somos iguales, aunque algunos más iguales que otros.

 

 

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