En la oposición hay orfandad de liderazgo rumbo a las presidenciales
Guerra avisada no mata soldado y ya hay claras señales de que el gobierno podría repetir la jugada de 2018, cuando la oposición perdió una valiosa oportunidad para unirse y enfrentar con votos a Nicolás Maduro
Caracas. La coalición que domina Juan Guaidó, integrada por los cuatro partidos más grandes de las fuerzas democráticas, todavía no se pone de acuerdo sobre el reglamento final que regulará el proceso de elecciones primarias para escoger un candidato presidencial rumbo a las elecciones previstas en 2024, en las que se da por descontado que el mandatario socialista Nicolás Maduro aspire a la reelección por el Partido Socialista Unido de Venezuela.
El primer obstáculo para la oposición pasa por decidir quiénes pueden participar y quiénes no. Ya hay postulantes inhabilitados para ser candidatos, como Henrique Capriles Radonski (Primero Justicia). De ganar la contienda algún candidato inhabilitado, el Consejo Nacional Electoral impediría su postulación como aspirante a la primera magistratura.
El segundo obstáculo es la unidad fuera de la coalición dominada por Guaidó. Hay independientes como Antonio Ecarri (Alianza del Lápiz) que se niegan a participar en las primarias organizadas por el G4. Ecarri asegura que, en el mejor de los casos, hará su propio proceso de primarias.
El tercer obstáculo es el voto que se atomizará con las tarjetas de partidos opositores judicializadas a través del Supremo, controlado por el chavismo. Las tarjetas se agruparon en la denominada «Alianza Democrática» y también se da por descontado que no habrá acuerdo entre este sector y el denominado G4, que es reconocido por Estados Unidos y la Unión Europea.
El cuarto obstáculo pasa por la organización de las primarias. Factores dentro de la oposición G4 aseguran que el Consejo Nacional Electoral (dominado por el chavismo) no puede ni debe contar los votos del proceso.
Pero en una transmisión televisada el miércoles, el primer vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela, Diosdado Cabello, dijo que el ente comicial es el único facultado para el escrutinio de los votos.
El quinto obstáculo, quizás el peor, es la orfandad de liderazgo en la oposición. Cada vez que se presenta la oportunidad de un comicio presidencial, en las redes sociales comienzan a ser postulados candidatos que ni siquiera han manifestado su voluntad de participar en la política. Se sigue apostando a la errónea práctica del mesianismo como panacea de un problema que ya acumula 22 años.
Pero el hecho cierto de que ante la proximidad de un evento electoral salga a relucir con fuerza en redes sociales el nombre de un outsider que no desea participar y no el de un político que sí busca hacerlo, deja patentado el verdadero problema de la dirigencia opositora: ninguno de sus integrantes es capaz de aglutinar a todo el conglomerado opositor y la sociedad venezolana ha llegado al hartazgo de la polarización.
Todos los sondeos de opinión muestran una creciente y peligrosa tendencia de la mayoría de los consultados a no identificarse ni con el gobierno ni con la oposición: son los denominados independientes, que se preocupan más por la subsistencia que por asuntos políticos.
La lectura es sencilla: este sector es mayoría porque el gobierno no ha podido contener la pobreza, pero la oposición se ha embarcado en estrategias cortoplacistas que desembocan en decepción de la base que la respalda.
No obstante lo anterior, el partido gobernante mantiene un piso de respaldo que oscila entre 15 y 20 puntos, una cifra lo suficientemente importante para ganar un proceso electoral tomando en cuenta que el voto opositor se atomiza, y que de los 6 millones que han emigrado de Venezuela, una buena parte pertenecía al grupo de base dura de la oposición y que probablemente no pueda votar en el extranjero.
De manera tal que la pelea será con los votos dentro de Venezuela. Y en las circunstancias actuales de la oposición, Nicolás Maduro podría aprovechar para llevar a cabo la misma estrategia de 2018: adelantar los comicios para madrugar a sus contendores.
Guerra avisada no mata soldado.