En los camposantos, la vida
Apacibles, prístinos y con frecuencia ignorados durante siglos, los camposantos de las iglesias en Inglaterra renacen como reservas de biodiversidad, informa el GUARDIAN londinense.
Para Olivia Graham, obispo de Reading, son “pequeños parques nacionales” que según Pippa Rayner, del Somerset Wildlife Trust, brindan una instantánea de como debió lucir alguna vez la campiña durante las correrías de Tom Jones, libre de los abonos químicos que generalmente contaminan los arrabales en los ambientes de elevada industrialización.
Wilder Churches en la diócesis de Bath y Wells es uno de los proyectos lanzados con el propósito de maximizar la biodiversidad en los camposantos; otro, Living Churchyards, en el sudoeste del país, asesora a los clérigos locales sobre la manera más idónea de utilizar sus terrenos y, gracias al programa Eco-Church de la organización cristiana de caridad A Rocha UK, se ha logrado la participación del 10% de las iglesias de Inglaterra y Gales, recompensadas por sus acciones en defensa del ambiente.
El concepto aprovecha la circunstancia de las edificaciones religiosas que se levantaron hace ocho siglos sobre sitios paganos, cuyo entorno sirvió de cementerios que se transformaron después en zonas protegidas, al prohibirse cualquier intervención en magníficos bancos genéticos y santuarios de la vida silvestre; de musgos, líquenes y helechos que hallan cobijo bajo las tumbas y pájaros, abejas y mariposas y pequeños mamíferos que sirven de alimento a rapaces y mochuelos.
Ejemplo notable es St James’s Picadilly en pleno Londres, cuya ambición es atraer el mayor público con iniciativas como un tour, a cargo de una reconocida artista plástica, donde los caminantes pueden servirse de lentes de aumento para observar en detalle las plantas y la microfauna; el esquema Churches Count on Nature que estimula a la gente a observar y registrar las diferentes especies de sus parroquias, y otra idea que plantea incrementar la riqueza de esos lugares ya pletóricos de vida, podando el césped con menor regularidad e instalando nidos para aves y murciélagos y refugios de escarabajos.
Se trata, en síntesis, de subrayar el valor intrínseco de la naturaleza para que la comunidad pueda disfrutar de lo que ve, escucha u olfatea, porque, como apunta uno de los promotores, las iglesias son lugares para los vivos y no para los muertos.
Es la punta del iceberg que representa para las instituciones religiosas el compromiso con el clima y el ambiente, auspiciado por la encíclica Laudato Si del Papa Francisco, porque la Iglesia de Inglaterra ha planteado el objetivo de cero emisiones en 2030 y más de 2.200 iglesias en Inglaterra y Gales incluyeron sermones sobre el tema climático en vísperas de la reunión COP26 a fin de reforzar su papel como guías de sus respectivas comunidades, incluidas las personas no religiosas.