En tiempos de crisis, leer
No hay nada más paciente en la vida que un libro. Uno lo compra, lo lleva a tomar café, le da una miradita feliz y provocadora, lo lleva de la mano por ahí en un taxi o en un bus, le abre la puerta de casa, lo deja en el cuarto, sobre una mesita de noche, y de pronto, con el tiempo, se funde en una biblioteca, a veces sin terminar, a veces sin empezar. Hay libros que uno compra para la vida, no para un momento en especial, y como se cree que la vida, al menos la de uno, durará más que un montón de miles de páginas pendientes, los libros se acomodan, se hacen discretos y solo de vez en cuando se hacen notar, dan una señita, muestran el lomo más de la cuenta.
Y eso es lo que está pasando hoy con varios libros que siempre saben esperar, sacan el lomo cuando deben sacarlo y uno vuelve sobre ellos para buscar cierto consuelo. Ahora resulta que por culpa de estos días aciagos que vivimos, además de “1984”, de George Orwell, también está creciendo el interés por leer el ensayo filosófico de Hannah Arendt “Los orígenes del totalitarismo”. En Amazon, por ejemplo, se agotaron brevemente las existencias desde que Trump asumió la presidencia. ¿Y por qué? Porque la gente no es boba, la gente quiere entender por qué están pasando estas cosas, cómo fue que un pueblo, supuestamente educado, terminó legitimando el discurso de semejante personaje y lo eligió presidente de los Estados Unidos.
Y es que el pasado, así no pueda compararse literalmente, sí ayuda a que al menos quienes quieran abrir los ojos los abran y entiendan a Orwell o a Arendt cuando nos explican cómo los líderes totalitarios a principio del siglo XX basaron su propaganda en esta suposición: “Uno podía hacer creer a la gente las más fantásticas declaraciones un día y confiar en que, si al día siguiente recibía la prueba irrefutable de su falsedad, esa misma gente se refugiaría en el cinismo. En lugar de abandonar a los líderes que les habían mentido, asegurarían que siempre habían creído que tal declaración era una mentira, y admirarían a los líderes por su superior habilidad táctica”. Si leemos bien esto, y otro montón de citas de los libros mencionados, podríamos entender incluso a ciertos líderes colombianos y el extraño e inmerecido poder que siguen teniendo en nuestra sociedad.
Hay muchas cosas que los libros nos enseñan o nos recuerdan. Hay mucha sabiduría en la paciencia de esas palabras que por más que pase el tiempo seguirán acompañándonos, guardarán la esperanza de que nuevas generaciones no cometan los mismos errores. Lastimosamente esto es incalculable; por eso los libros estarán ahí, no para juzgarnos, sino para darnos luces de cómo salir de nuestras propias consecuencias. En tiempos de crisis, leer, aunque lo mejor sería leer siempre para encontrar consuelo todo el tiempo. Hay libros que son capaces de devolvernos la esperanza.