ENCOVI propone soluciones a vulnerabilidad y desigualdad
La más reciente Encuesta Nacional de Condiciones de Vida, levantada por la UCAB, recoge problemas estructurales persistentes que indican la urgencia de construir un acuerdo nacional, para aplicar políticas públicas que permitan superar las deficiencias sociales y económicas de la población vulnerable

Bajo el título de “Radiografía de la vulnerabilidad social en Venezuela y propuesta de políticas públicas”, el Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la Universidad Católica Andrés Bello (IIES-UCAB), reveló, el miércoles 13 de marzo, los resultados de la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (ENCOVI) correspondientes a 2023.
La novena edición del estudio, que se levantó entre marzo y mayo del año pasado y alcanzó a un total de 12.683 hogares a nivel nacional, indagó en la realidad de la población en ámbitos como acceso a educación, salud, empleo y servicios públicos; seguridad alimentaria, ingresos, migración y programas sociales, entre otros, para dar cuenta de las disparidades socioeconómicas e identificar los principales problemas que vulneran sus derechos sociales.
Los profesores Anitza Freitez y Luis Pedro España, directora e investigador del IIES UCAB, respectivamente, tuvieron a su cargo la presentación. Al inicio de la actividad, el rector de la UCAB, el padre Arturo Peraza, S.J., señaló que esta encuesta es una muestra de la preocupación institucional “de larga data” de la universidad por generar un “diagnóstico continuado y estructurado sobre la realidad social”, para proponer alternativas de política pública que ayuden a superar los problemas que aquejan a las grandes mayorías.
Instó a los distintos sectores sociales a construir consensos para resolver las deficiencias identificadas en el estudio.
Como coordinadora de la investigación, Freitez resaltó en que “se ha querido poner énfasis en las situaciones de desigualdad y en las condiciones de vulnerabilidad que permanecen todavía enraizadas en ciertos sectores de la sociedad venezolana y cuya atención es necesaria, particularmente a través de la acción pública, a los fines de promover no solo una mayor equidad en el acceso a la estructura de oportunidades, sino también a la apropiación de las oportunidades desde el inicio y hasta el final de la vida”, afirmó la doctora en Demografía ante autoridades y representantes de la universidad, diplomáticos, miembros de organismos internacionales, ONG y periodistas.
Asistencia a clases, alimentación escolar y rezago educativo
Entre los hallazgos destacados de la encuesta están los relacionados con el tema educativo. Según el sondeo, el nivel de cobertura educativa, es decir, el volumen de población escolarizada, subió tres puntos versus 2022 y llegó a 66% (7,61 millones de niños y adolescentes entre 3 y 24 años), con lo cual se ubicó en niveles similares a los que había antes de la pandemia. Sin embargo, la ENCOVI indica que 40% de los alumnos entre 3 y 17 años que están escolarizados no asiste a clases con regularidad.
“Se trata de 2,6 millones de niños, niñas y adolescentes que faltan algunos días a clases, y casi el 50% de las razones aludidas con mayor frecuencia tienen que ver con la falta del personal docente por huelgas (30%) o por ausentismo (18%). Otras razones menos mencionadas, pero muy relevantes, tienen que ver con fallas en los servicios públicos y falta de comida en el hogar o la escuela”, comentó Freitez.
Precisamente, el acceso a alimentación en las escuelas mostró un importante deterioro. De acuerdo con lo reportado por el sondeo, el nivel de cobertura del Programa de Alimentación Escolar (PAE), responsabilidad del Estado, cayó cinco puntos en un año y pasó de 67% a 62%. Además, se redujo de 45% a 25% el porcentaje de población escolarizada en situación de pobreza extrema que accedió al PAE diariamente.
La coordinadora del estudio recordó la importancia de atender este déficit, ya que la inseguridad alimentaria en los hogares del país “es intensa”, considerando que, “sobre la percepción reportada se estima que 89% de los hogares están en esa condición”.
El rezago escolar también sigue apareciendo como dato persistente. Este indicador expresa los años de diferencia entre el grado/año que se debería estudiar, de acuerdo con la edad, y el que efectivamente se cursa o cursó. Entre los niños y niñas de 7 a 11 años aumentó el porcentaje de los que tienen rezago (de 32% a 40% en varones y de 34% a 37% en las hembras), respecto al nivel reportado en la ENCOVI de 2019-2020, antes de la pandemia.
En el grupo de adolescentes de 12 a 17 años es más grave el retroceso en la trayectoria educativa. Entre los muchachos solamente 45% no muestra rezago y 18% califica en rezago severo, es decir, tienen dos o más años de retraso. La situación de las muchachas es un poco más favorable: 54% ha mantenido la continuidad de su escolaridad, pero sigue habiendo una fracción importante que califica en rezago leve (33%) y severo (13%).
Pobreza y vulnerabilidad: estancamiento
Aunque en 2022 la ENCOVI reportó, como consecuencia de la liberación ‘de facto’ de la economía, una caída en los niveles de pobreza de ingresos de 90,9% a 81,4% (-9,5%) y de la pobreza multidimensional de 65,2% a 50,5% (casi 15 puntos porcentuales menos) los resultados de la edición 2023 de la ENCOVI apuntan a que esa mejoría en los indicadores se detuvo, pues 82,8% de los hogares quedó en la categoría de pobres por ingreso (no contaron con el dinero suficiente para adquirir la canasta básica) y 51,9% se ubicó en pobreza multidimensional, vinculada no solo a los ingresos sino a condiciones como vivienda, servicios públicos, protección social, trabajo y educación.
Si bien el aumento no es significativo (subió solo 1,4% en ambos casos), el estudio indica la “persistencia de muchos esquemas de carencias que repercuten sobre la calidad de vida de la población”.Dichas carencias configuran una vulnerabilidad social que afecta a seis de cada 10 hogares (61,9%).
“El enfoque de vulnerabilidad permite orientar los diagnósticos sociales en función de las intervenciones necesarias para superar las situaciones que afectan negativamente la calidad de vida de los hogares”, comentó el profesor Luis Pedro España, quien mencionó que la mitad de la población sigue en pobreza extrema, rango que incluye a aquellos que no pueden costear la canasta alimentaria, y que 78% de la vulnerabilidad moderada o severa se concentra en el 30% más pobre del país.
También en cuanto a vulnerabilidad, la ENCOVI 2023 retomó la investigación de los factores que permiten calcular el Índice de Vulnerabilidad Ciudadana ante Amenazas Físico-Naturales (IVCAN), considerado por última vez en la edición de 2015. El IVCAN se construye con base en elementos como disponibilidad de servicios públicos aledaños a los hogares, presencia de escuelas y canchas, condiciones de viviendas o terrenos de residencia, organización comunitaria y sistemas de alerta temprana y emergencia.
Según lo reportado por los entrevistados, 70% de la población del país se encuentra en un nivel de vulnerabilidad de medio a muy alto frente a riesgos naturales, frente al 63% que se estimaba en esta situación en 2015, siendo los componentes sociales y económicos los que muestran mayores efectos, porque se trata de factores que imposibilitan o dificultan la respuesta y superación de los eventos amenazantes.
“Todos los indicadores considerados han mostrado ausencia de progresos en la organización comunitaria para la atención y prevención de emergencias, la preparación de planes de evacuación, mecanismos de información para la prevención de desastres. El indicador que ha padecido mayor disminución es el relativo al sistema de alerta temprana ante emergencias (alarmas, parlantes, sirenas), que pasó de 10% a 2%”, dijo Anitza Freitez, quien comentó otros datos reveladores:
“El 10% de la población en el año 2015 contaba con póliza de seguros contra incendio, sismo o inundación, y esta cifra cayó a 1%. El acceso al crédito bancario pasó de casi uno de cuatro hogares a ser inexistente. Además, el 27% contaba con ahorros y en 2023 solo los tiene un 1%”.
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