Entre muros y puentes: La relación de Trump con México en su nuevo mandato
La relación entre México y Estados Unidos durante el primer mandato de Donald Trump (2017-2021) estuvo marcada por tensiones, conflictos diplomáticos y políticas que afectaron la cooperación bilateral en diversas áreas. Con la proximidad de la toma de posesión de Trump en un segundo ejercicio presidencial en enero próximo, la relación entre ambos países se perfila como un terreno de tensiones renovadas y pocas oportunidades para redefinir los vínculos bilaterales.
Durante su primer mandato, Trump convirtió la inmigración fue un tema central, prometiendo construir un muro en la frontera para detener el flujo de inmigrantes indocumentados. Esta promesa se tradujo en una serie de políticas y acciones ejecutivas diseñadas para restringir la inmigración. La construcción del muro fronterizo fue una de las iniciativas más emblemáticas de su administración. Aunque no se completó en su totalidad, se construyeron nuevos tramos y se reforzaron secciones existentes, lo que generó tensiones con el gobierno mexicano, que se opuso firmemente a esta medida.
Además, la administración Trump implementó la política de «tolerancia cero», que resultó en la separación de miles de familias en la frontera. Esta política fue ampliamente criticada a nivel nacional e internacional, provocando protestas y condenas de organizaciones de derechos humanos. En cuanto a las relaciones comerciales bilaterales, estas fueron un punto de fricción. Una de las primeras acciones de Trump fue renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), en vigor desde 1994, argumentando que perjudicaba a Estados Unidos al provocar pérdida de empleos y cierre de fábricas.
Tras intensas negociaciones, Estados Unidos, México y Canadá reemplazaron el TLCAN con el Acuerdo Estados Unidos-México-Canadá (T-MEC). Aunque el nuevo tratado conservó muchas disposiciones del acuerdo original, incluyó cambios significativos en áreas como las reglas de origen para la industria automotriz, derechos laborales y protección de la propiedad intelectual. Sin embargo, la renegociación y la retórica proteccionista de Trump generaron incertidumbre en la economía mexicana, profundamente dependiente del comercio con Estados Unidos, que representa aproximadamente el 80% de sus exportaciones.
La cooperación en materia de seguridad y lucha contra el narcotráfico fue otro componente clave. Durante el mandato de Trump, la presión sobre México para intensificar sus esfuerzos contra el narcotráfico y el crimen organizado fue constante. En 2019, Trump amenazó con designar a los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas, generando preocupación en el gobierno mexicano por las implicaciones de tal medida.
La retórica de Trump hacia México y los inmigrantes mexicanos fue ofensiva y despectiva en muchas ocasiones, tensando las relaciones diplomáticas. En este contexto, el triunfo de Trump para un segundo mandato ha encendido las alarmas. México sería el país más afectado de la región, debido a la frontera de 3,000 kilómetros que comparten, su fuerte relación comercial y los vínculos familiares transnacionales. La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, ha tratado de calmar los ánimos, asegurando que la relación entre ambos países seguirá siendo complementaria y sólida.
Sin embargo, las políticas de Trump, enfocadas en el proteccionismo comercial y la deportación masiva de migrantes, plantean riesgos significativos. Su promesa de imponer aranceles de hasta el 25% a las importaciones mexicanas y de deportar a millones de indocumentados amenaza la estabilidad económica de México. Las remesas, que ascendieron a 63 mil millones de dólares en 2023, representan uno de los principales ingresos del país y podrían verse afectadas por las deportaciones. Asimismo, las tarifas comerciales anunciadas podrían impactar severamente al PIB mexicano, según estudios.
El T-MEC, que permitió a México posicionarse como el mayor exportador de bienes a Estados Unidos en 2023, será un punto clave en la relación bilateral, especialmente frente a las obsesiones de Trump con China y la migración. Además, su promesa de bombardear laboratorios de fentanilo en México y designar a los cárteles como organizaciones terroristas podría tensar aún más la relación, dependiendo de la dinámica entre los jefes de Estado, profundamente distintos en ideología y estilo.
La relación bilateral ha superado coyunturas difíciles, pero ahora enfrenta un nuevo desafío. Con Trump más ambicioso y la llegada de la primera mujer presidenta en México, progresista y ambientalista, se anticipa una etapa compleja. Por otro lado, es importante destacar que, si bien es cierto que son preocupantes las amenazas proferidas por Trump durante la campaña presidencial en Estados Unidos, también lo es que el abanico de propuestas para México a partir del 20 de enero de 2025 es similar a las de su primera gestión presidencial 2017-2021, pero la diferencia consiste en la forma tan radical en la que las ha venido planteando, sobre todo cuando se trata de enviar la señal a sus electores de que cumple y a México de que va a buscar un cambio en las reglas del juego.
Luis Velásquez