Entrevista | Stanley Payne: «El fascismo no está resurgiendo en Europa, lo que estamos viendo hoy es populismo»
El hispanista norteamericano publica una reedición de su gran ensayo sobre la historia del fascismo en España. "Es cómico que la izquierda española intente siempre resucitar a Franco, evidencia pobreza en su discurso", dice.
El reputado hispanista Stanley Payne (Denton, Texas, 1934) ha desgranado como ningún otro los acontecimientos que marcaron el siglo XX en España en más de una veintena de libros y centenares de artículos. Aclamado en su día por la izquierda por sus tesis progresista (la pasión por España se la inculcaron exiliados republicanos), en los últimos años ha sido acusado de ‘revisionista’ por su visión crítica de la Segunda República.
A sus 90 años, el historiador norteamericano acaba de publicar una reedición de su gran ensayo sobre la historia del fascismo en España, Franco y José Antonio. El extraño caso del fascismo español (Editorial Espasa), un título en el que indaga en las contradicciones de la Segunda República, los orígenes de la Guerra Civil y los largos años de la dictadura.
El reputado hispanista Stanley Payne (Denton, Texas, 1934) ha desgranado como ningún otro los acontecimientos que marcaron el siglo XX en España en más de una veintena de libros y centenares de artículos. Aclamado en su día por la izquierda por sus tesis progresista (la pasión por España se la inculcaron exiliados republicanos), en los últimos años ha sido acusado de ‘revisionista’ por su visión crítica de la Segunda República.
A sus 90 años, el historiador norteamericano acaba de publicar una reedición de su gran ensayo sobre la historia del fascismo en España, Franco y José Antonio. El extraño caso del fascismo español (Editorial Espasa), un título en el que indaga en las contradicciones de la Segunda República, los orígenes de la Guerra Civil y los largos años de la dictadura.
Cuanto apenas faltan tres días para el 20-N, una fecha cargada de simbolismo por ser el aniversario conjunto de la muerte de Franco (1975) y José Antonio (1936), el profesor Payne analiza el pasado y el presente de la política española en una charla con 20minutos desde su casa en Nueva York.
¿El fascismo está resurgiendo en Europa?
No, lo que estamos viendo ahora es populismo, una fuerza política importante en varios países en estos momentos, pero que nada tiene que ver con el fascismo surgido en Italia a principios del siglo XX. El fascismo histórico fue una fuerza ‘epocal’, con sus características culturales y filosóficas, y también con su tendencia a la violencia, algo que realmente no vemos hoy en día. No hay doctrina política ni lucha en las calles.
Pero la victoria de Le Pen en Francia o el auge de Alternativa por Alemania sí evidencian un resurgimiento de la ultraderecha.
Ultraderecha es una calificación de tipo político y la izquierda llama ultraderecha a cualquier cosa que está a su derecha o que no le gusta. A veces, la viva realidad es fascista para la izquierda, pero solo es jerga política, no hay un análisis objetivo detrás. En el caso de Francia, Marine Le Pen ha cambiado mucho su propio partido, que ahora es mucho más amplio, más moderado y constitucionalista, es otra cosa distinta al Frente Nacional de su padre. Cualquier movimiento neofascista está condenado al fracaso en los tiempos actuales.
En su libro dice que «los jefes socialistas de la II República decían que su objetivo era dar la vuelta a la tendencia fascista de Europa», un discurso muy parecido al de Pedro Sánchez cuando habla de «frenar a la ultraderecha», ¿no le parece?
Sí, claramente es el mismo discurso. Lo que ocurre es que para los políticos actuales es muy difícil interpretar la realidad y siempre hacen referencia al pasado. Recurren mucho al fascismo y especialmente al nazismo, que ha sido la fuerza política más desagradable de todas, para denigrar al enemigo porque son dos grandes referencias históricas, pero no hay ningún análisis objetivo detrás. Es algo que ocurre en casi todos los países. El mundo cambia rápidamente y es mucho más fácil recurrir al pasado y repetir las mismas frases de antaño que analizar lo que está pasando actualmente. Es pereza mental.
El mundo cambia rápidamente y es mucho más fácil recurrir al pasado y repetir las mismas frases de antaño que analizar lo que está pasando actualmente. Es pereza mental»
¿Vox es un partido de ultraderecha o heredero del franquismo, como se dice a menudo desde la izquierda?
El franquismo fue una dictadura muy duradera y yo no veo que Vox se salga de la esfera de la Constitución. Es un partido constitucionalista que no emplea la violencia y que no tiene un credo autoritario. ¿En qué se parece al franquismo?
También en EEUU se acusa a Donald Trump de encarnar a la ultraderecha.
Trump es un populista y demagogo, como los hubo antaño, sobre todo en los estados sureños de Estados Unidos, pero no tiene ideología ni un programa consistente, que son dos pilares fundamentales del movimiento fascista. Nadie puede decir en serio que un señor tan emocional, errático e incoherente como Trump sea un fascista. Lo que sí se dice es que supone un peligro para la democracia y, bueno, hay muchos peligros para la democracia, pero al menos esa es una consideración más aplicable a los tiempos actuales.
Un peligro para la democracia, pero que sufrió dos intentos de asesinato en plena precampaña electoral…
Cuando surgió el fascismo en España, los primeros atentados fueron cometidos por las izquierdas contra los fascistas: mataron a diez o doce antes de la primera gran represalia por parte de los fascistas. Y hay que recordar que la violencia de tipo fascista no fue creada originalmente por ellos, sino por los comunistas en Rusia antes de 1917. Ellos fueron quienes crearon la violencia política de masas en el mundo contemporáneo, así que lo de Trump no es tan sorprendente. Hay muchos precedentes.
¿Qué es más peligroso para la democracia, el populismo de derechas o el de izquierdas?
Hispanoamérica es el lugar del mundo donde se ven con más frecuencia los populismos ideológicos de izquierda, que han arruinado países como Venezuela, pero peligros para la democracia existen tanto en la izquierda como en la derecha. El analista clásico de la democracia en Estados Unidos, Alexis de Tocqueville, decía que a largo plazo el mayor peligro para la democracia surgiría desde dentro de la democracia igualitaria. Y probablemente el mayor peligro para las democracias occidentales está hoy en día en su propia existencia y en la corrupción de sus partidos políticos.
Volviendo a España, en el debate político se menciona con mucha frecuencia a Franco casi medio siglo después de su muerte, ¿queda algo del franquismo en la España actual?
Absolutamente nada y es, además, un tanto cómico que la izquierda española intente siempre resucitar a Franco porque solo demuestra la pobreza de su discurso. No pueden aportar ideas nuevas o un programa para hacer frente a los problemas actuales y optan por resucitar el pasado, es algo muy típico de la pereza mental de nuestra época.
Franco es tan recurrente que incluso la derecha lo utiliza, el PP ha comparado la nueva ley de regeneración democrática impulsada por el Gobierno con las leyes franquistas.
Los críticos con esa ley tienen razón, pero no es un fenómeno exclusivo de España, sino que lo vemos en muchos países, incluido Estados Unidos. Hay una tendencia hacia la cultura de la cancelación, el control de los medios, la censura y el discurso único. Es quizás el mayor problema de la vida cultural y política en el mundo occidental.
¿Cómo valora la ley de memoria histórica del Gobierno?
Es una atrocidad porque no tiene nada que ver con la historia, de hecho quiere eliminar el debate histórico para imponer un discurso único. Es antihistoria porque su objetivo es la eliminación de la historia.
¿Qué le pareció la exhumación de Franco del Valle de los Caídos?
Franco fue sepultado en el Valle de los Caídos por una decisión del rey Juan Carlos y no porque lo hubiera predispuesto el dictador, pero este es un asunto complicado. Lo que no comparto es que no se permitiera la resepultura de Franco en el lugar elegido por su familia. Negar la libertad de decisión a sus familiares fue probablemente una violación de la Constitución y una actuación ilegal del Gobierno.
Ha llegado a definir la Segunda República como «una democracia poco democrática» y ha dicho que con el Frente Popular «dejó de existir la República constitucional», ¿sabe que se ha ganado muchas críticas desde la izquierda?
Solo hay que repasar la historia política de España desde las elecciones fraudulentas de febrero de 1936, con todas las violaciones de la Constitución que hubo y el rechazo del Gobierno a aplicar la ley, para ver que los hechos son tan evidentes que hablan por sí solos. Por eso el Gobierno de Sánchez quiere imponer la ley de memoria histórica como forma de censura, porque la historia no apoya las tesis de las izquierdas, sino todo lo contrario. Existe el mito de la Segunda República idílica, pero eso era la propaganda del Frente Popular y de la Internacional Comunista durante la Guerra Civil. La izquierda quiere mantener esa propaganda guerracivilista, reconstruyendo el relato de la República idílica y distorsionando por completo la realidad de lo que pasaba en la zona republicana durante la Guerra Civil.
Decir que el golpe de Estado del 36 «no fue contra la democracia, sino contra la pérdida de la democracia» igual es pasarse un poco, ¿no?
No, porque fue una sublevación contra la destrucción de la ley y del orden en España. Originalmente, el intento de los militares no fue eliminar la República, sino reinstaurar una República más coherente, más estable y también más conservadora. Luego, viendo la gran revolución surgida en la zona republicana, impulsada por fuerzas socialistas y anarquistas, Franco cambió esos planes y tomó una decisión radical que derivó en dictadura. Pero la sublevación militar del 18 de julio fue originalmente republicana, de republicanos de derechas.
Le veo muy crítico con la izquierda. Habla de su doctrina de pensamiento único y cultura del victimismo.
Sí, bueno, es parte de la revolución cultural que ha habido en la última generación, sobre todo en Estados Unidos, pero también en España y en otros países occidentales. Ha surgido una izquierda con una nueva cultura política, que sigue una doctrina identitaria y de victimismo, que quiere dividir a la sociedad en dos clases, entre victimarios y victimistas. Es una cultura que quiere imponer soluciones radicales, muy destructivas para la democracia.
Tampoco parece muy satisfecho con el presidente del Gobierno español.
Pedro Sánchez es el peor presidente que ha tenido España desde la restauración de la democracia. Felipe González ha sido el único gran líder socialista español y jugó un papel muy positivo para la historia del país. Pero eso empezó a cambiar radicalmente con Zapatero, que fue el origen de un proceso de degeneración, que ha alcanzado el colmo con Sánchez.
¿Qué opinión le merece la Transición española, tan denostada en los últimos tiempos?
Siempre he dicho y continuo diciendo que fue un logro cívico muy importante para España y que nunca había tenido lugar algo parecido en ningún otro país. Fue casi modélica en muchos aspectos, pero también tuvo un punto débil y es que no consiguió resolver la cuestión del separatismo y de la configuración del país, un asunto enormemente complicado. Posiblemente no se pudo hacer otra cosa en aquella época. Pero la degeneración política que ha venido después no ha permitido mantener el espíritu de la Transición ni el arreglo político que existía entonces. Rechazar ahora la idea de la Transición diciendo que fue una trampa franquista es una estupidez.
¿El nacionalismo catalán y vasco tiene razones históricas para reclamar la independencia?
Un grupo de gentes constituyen una nación si creen que son una nación, así que estamos hablando de una percepción muy subjetiva y un asunto político muy complicado. Si hablamos de razones históricas, es evidente que Cataluña no ha sido un estado independiente nunca en toda su historia, sin embargo, sí ha existido en cierto sentido un estado catalán dependiente de la Corona de Aragón. Tuvo una entidad política, aunque no fue una nación. El País Vasco, en cambio, nunca ha sido ni siquiera una entidad política. Todos los relatos nacionalistas tienden a distorsionar la historia, es casi inevitable. En este caso, el nacionalismo vasco es más extremista que el catalán porque su historiografía es realmente fantástica.