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Erdogan da luz verde a la adhesión de Suecia a la OTAN, que acabará con su histórica neutralidad

El presidente turco había amagado con ligar este proceso a la entrada de Turquía en la UE. El secretario general de la Alianza, Jens Stoltenberg, asegura que se trata de un paso «histórico»

Recep Tayyip Erdogan, Jens Stoltenberg y Ulf Kristersson @JENSSTOLTENBERG / TWITTER

El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, se está revelando como el gran estratega-negociador de los actuales líderes mundiales. Ni Biden, ni Macron, ni Scholz.

A su mediación en la guerra de Ucrania entre Putin (al que apoyó contra Prigozhin) y Zelenski (al que apoyó en su anhelo de adhesión en la OTAN), el presidente turco sumó este lunes otro inicio de Cumbre de la Alianza Atlántica como absoluto protagonista. Dio el sí definitivo a Suecia, que se convertirá en el 32º país de la Alianza Atlántica.

Como ya hiciera en Madrid el pasado año, cuando anunció que levantaba un primer veto a la entrada de Suecia y Finlandia tras una reunión a cuatro bandas con Stoltenberg incluido (se perdieron hasta la cena en el Palacio Real), Erdogan volvió a levantar un segundo veto a Suecia en una reunión ‘in extremis’. Lo hizo tras demandar antes -¿órdago o chantaje?- que la UE accediese primero a retomar las conversaciones para que Turquía se convierta en país de la UE. Casi nada.

 

 

Sin embargo, a las 21.20 horas (una hora más en Lituania) y tras cuatro horas de reunión, el secretario general de la OTAN anunció la fumata blanca entre Erdogan y el primer ministro sueco, Ulf Kristersson: «Me complace anunciar que después de la reunión que organicé con Erdogan y el primer ministro sueco, el presidente Erdogan acordó enviar el protocolo de adhesión de Suecia a la Gran Asamblea Nacional lo antes posible y garantizar su ratificación. Este es un paso histórico que hace que todos los Aliados de la OTAN sean más fuertes y seguros», dijo en su cuenta de Twitter.

En un comunicado, la OTAN aclaró que «Suecia y Turquía han acordado continuar su cooperación bajo el Mecanismo Conjunto Trilateral Permanente establecido en la Cumbre de la OTAN de Madrid 2022, y bajo un nuevo Pacto de Seguridad bilateral que se reunirá anualmente a nivel ministerial y creará grupos de trabajo según corresponda».

Así, en la primera reunión de este Pacto de Seguridad, Suecia presentará una hoja de ruta como base de su lucha continua contra el terrorismo en todas sus formas y manifestaciones hacia la plena implementación de todos los elementos del Memorándum Trilateral, incluido el artículo 4 por el cual se reafirma que Suecia reitera que no proporciona apoyo al grupo militante kurdo YPG/PYD y a la organización descrita como el Movimiento de Gülen.

De este modo, Suecia acaba con dos siglos de neutralidad y una arraigada cultura de la neutralidad, sobre todo en tiempos de la Guerra Fría. Ahora se convertirá en aliado de pleno derecho y, de paso, la Alianza Atlántica manda un mensaje a Vladimir Putin: la guerra en Ucrania ha conseguido traer al club de la OTAN a dos socios estratégicos más. Finlandia, quse unió el pasado 4 de abril, y que comparte más de 1.340 kilómetros de frontera con Rusia; y Suecia, pieza clave en el mar Báltico con la isla de Gotland y con su potente industria de defensa (es uno de los pocos países con capacidad de construir cazas o vehículos blindados).

La hábil negociación de Stoltenberg, básicamente siguió el patrón de Madrid encerrando a los protagonistas el día previo hasta que hubiera un acuerdo, refuerza el papel del noruego como timonel de una OTAN que salva así otro asunto de fricción entre los aliados. Seguramente, ahora Hungría también levantará su veto a la adhesión de Suecia.

Horas antes del encuentro a tres bandas, Stoltenberg había mostrado su comprensión y sorpresa por el anuncio turco de ligar la adhesión sueca a las aspiraciones europeas de Turquía: «Apoyo las ambiciones de Turquía de convertirse en miembro de la Unión Europea. Al mismo tiempo, debemos recordar que lo que acordamos en Madrid fue una lista específica de condiciones que Suecia debe cumplir para ser miembro de pleno derecho de la Alianza. Y Suecia ha cumplido estas condiciones. Eso ha pasado, entonces se trata de fortalecer la cooperación entre Turquía y Suecia en la lucha contra el terrorismo», explicó Stoltenberg quien recordó, en rueda de prensa con el anfitrión lituano, que «Suecia también ha enmendado su constitución y fortalecido las leyes antiterroristas y está haciendo un seguimiento para abordar las preocupaciones legítimas de seguridad de Turquía».

Estos argumentos, así como el rechazo de la Comisión Europea o de líderes como el canciller alemán, Olaf Scholz, a la nueva exigencia de Erdogan, terminaron por doblar el pulso al mandatario turco, recientemente reelegido por otros cinco años.

Propuesta inaceptable para la UE

En el fondo la propuesta de Erdogan era inaceptable para la UE por el proceso estructurado de adhesión y, más aún por el contexto sociopolítico actual: con la sensibilidad a flor de piel en países como Francia, Alemania, Italia o Países Bajos respecto a la cuestión multicultural, islámica o migratoria… o las tres mezcladas a la vez. Una Turquía cada vez más islamista y con 85 millones de habitantes sería una cuestión nada fácil de digerir en el laberinto europeo actual.

La historia de Turquía y su pasión europea viene de lejos, justo un año después de la entrada de España y Portugal. Fue el 14 de abril de 1987 cuando el primer ministro Turgut Özal defendió su petición de membresía en Bruselas, si bien tuvo que esperar hasta 1999 para que se le diera el estatus de país candidato y hasta 2005 para el inicio de conversaciones.

De hecho, el Parlamento Europeo abogó en junio de 2022 por mantener congeladas las negociaciones alegando falta de compromiso de Ankara con las reformas europeas los derechos fundamentales, además de la «brecha persistente» con el bloque en lo relativo a valores y estándares democráticos.

Erdogan también fijó posición respecto a las exigencias a Suecia antes de acudir a Vilna: «El avance del proceso de ingreso de Suecia a la OTAN depende del cumplimiento de los asuntos registrados en el Acuerdo Tripartito. Queremos que se cumplan todas las promesas que se nos han hecho y firmado».

Es en este punto donde Suecia ha querido dar muestras de ser un buen alumno durante este último año: ha aprobado una enmienda constitucional que permite introducir leyes antiterroristas más duras, ha extraditado al activista kurdo Mahmut Tat o su Tribunal Supremo ha aprobado otra extradición de un simpatizante del PKK condenado por tráfico de drogas en Turquía y que fue arrestado en agosto en Suecia.

 

 

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