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Errejón, un siniestro final

Si realmente en Sumar dudaban de que fuera el portavoz idóneo "por sus adicciones", la posición de Yolanda Díaz queda muy en entredicho

Errejón

 

 

Lo ha definido muy bien quien fuera su gran amigo, confidente y colaborador Pablo Iglesias: «Cuando le conocí no era así, jamás imaginé que tuviera un final tan siniestro». Palabras del antiguo líder de Podemos sobre Íñigo Errejón cuya dimisión de todos sus cargos políticos revela un escenario sórdido, patético y, en efecto, muy siniestro sobre la izquierda radical populista. El episodio del ex portavoz de Sumar en el Congreso, alma gemela de Iglesias y cofundador de la formación morada aflora una conducta deplorable, carente de valores y principios en unos dirigentes que vinieron con enorme soberbia a dar lecciones a todo el mundo y han acabado abrasados. Las graves acusaciones de acoso y violencia machista contra Errejón, llegando a calificarle como «un verdadero psicópata», demuestran también la impunidad del comportamiento comunista, el despotismo de una ideología dictatorial sin respeto y con invasión en la vida privada de las personas. La cascada de agresiones denunciadas por varias mujeres, al parecer sobre un tema ya sabido por muchos pero incomprensiblemente oculto hasta ahora, conjuga a la perfección con el temor que suscita el totalitarismo. La izquierda extrema se cuece hoy en su propia salsa.

El comunicado difundido por el propio Íñigo Errejón es todo un esperpento con alusiones al «patriarcado, proceso personal y acompañamiento psicológico», que revelan una personalidad desdibujada e incapacitada para ejercer cualquier cargo público. Como bien ha dicho la vicesecretaria del PP, Noelia Núñez, es el «feminismo hipócrita» de una izquierda que contempla las relaciones sexuales como un símbolo de poder absolutista y fanatizado. Conviene no olvidar que el nombramiento de Errejón como portavoz de Sumar en el Congreso fue una apuesta personal de la vicepresidenta y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, en su objetivo de traicionar a quien fuera su auténtico valedor, Pablo Iglesias, y desarticular a Podemos, dado que Errejón había sido cofundador, cerebro ideológico de la formación morada y mano derecha de Iglesias. Los puñales en el espacio a la izquierda del PSOE se suceden a borbotones desde entonces, entre deslealtades e intrigas. Si realmente en el partido dudaban de que Errejón fuera el portavoz idóneo «por sus adicciones» la posición de Yolanda queda muy en entredicho en un momento en que Podemos, con Iglesias de nuevo y su fiel escudera, Ione Belarra, buscan convertir a Sumar en un campo de minas.

El antaño «enfant terrible» cofundador de Podemos, mano derecha en su día de Pablo Iglesias, delfín después adoptado por Manuela Carmena, se movía desde hace tiempo entre auténticas purgas al estilo leninista contra voces críticas y una vida sentimental veleta. «Tiene muchas novias, pero le duran poco», decían los críticos de Mas Madrid, su anterior partido luego integrado en Sumar, sobre el joven Errejón.

No es la primera vez que se ve envuelto en polémicas, como cuando se le adjudicó un contrato como investigador en la Universidad de Málaga sin haber aparecido por el centro, lo que provocó una querella del sindicato Manos Limpias. Artífice de las campañas electorales del partido morado junto a Pablo Iglesias y Juan Carlos Monedero, también estuvo implicado en las sospechas de financiación irregular que siempre han planeado sobre la formación podemita.

Íñigo Errejón Galván nació en Madrid en el seno de una familia de izquierdas. Su padre, José Antonio Errejón Villacieros, funcionario de la Administración del Estado, trabajó en varios ministerios y desató una gran polémica cuando ya jubilado su hijo le colocó a dedo en un Consejo Asesor en la Asamblea de Madrid. Marxista y militante del Partido de los Trabajadores y la Izquierda Anticapitalista, conoció a la madre de Íñigo, la bióloga y activista María Ángeles Galván, Angy para los amigos, en la Joven Guardia Roja, dónde ella militaba. De todos modos, el niño Errejón se educó en un colegio elitista en Pozuelo de Alarcón y luego estudió Ciencias Políticas y Sociología en la Universidad Complutense. Próximo al marxismo libertario, fue aquí dónde se forjó el núcleo fundacional de Podemos con Pablo Iglesias, Juan Carlos Monedero, Rita Maestre y Carolina Bescansa, entre otros. Errejón, fervoroso defensor de las dictaduras latinoamericanas, trabajó en el Centro de Estudios Políticos y Sociales (CESP) y otros organismos dependientes del gobierno venezolano de Hugo Chávez, germen del partido morado y su financiación. En enero de 2014 presentó en el Teatro del Barrio la formación de Podemos, que dio un giro al espacio de la izquierda radical en nuestro país.

Tras un tiempo como auténtica mano derecha de Pablo Iglesias, surgió el distanciamiento. En la asamblea de Vistalegre II fue cesado como portavoz parlamentario en el Congreso y sustituido por Irene Montero, la nueva pareja de Iglesias tras su ruptura con Tania Sánchez. En enero de 2019, ya muy enfrentado a Pablo, anunció que concurría a las elecciones bajo la plataforma de Mas Madrid creada por Manuela Carmena, lo que desató una crisis interna en Podemos. En La Nave de Villaverde Errejón y Manuela Carmena presentaron su primer acto público y en plenas las negociaciones para investir a Pedro Sánchez presidente del Gobierno, Errejón lanzó la plataforma Mas País, con escaño en el Congreso y sobre la que se vertían presuntas sospechas financieras. Otra polémica muy sonada fue el juicio por haber propinado una patada a un hombre de sesenta y siete años, del que fue absuelto.

En el plano sentimental Íñigo ha tenido varias relaciones. La primera con Rita Maestre, conocida como la «asalta capillas» en aquellos años de la Complutense. Después con la periodista catalana Gloria Mena y con la diputada de la CUP Mireia Vehí, a quién conoció en la Cámara Baja. Bajo esa doble vara de la izquierda populista, Errejón se define «anarquista y libertario», pero le gusta vivir a lo grande. Ahora, con la venganza de Iglesias consumada y Yolanda en la cuerda floja, afronta un escándalo quizás de consecuencias penales impredecibles.

 

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