Es polaco el árbol de 2023
El Fabricante un roble de 180 años en la ciudad polaca de Lodz, cuyo apodo evoca el periodo de esplendor industrial a finales del siglo XIX, ha sido proclamado Arbol Europeo del 2023, en ceremonia celebrada en el Parlamento Europeo de Estrasburgo, gracias a la movilización aupada por un bloguero local que propició una gigantesca votación a su favor.
El céntrico parque que lo alberga perteneció a una familia opulenta y es ahora sede de la Universidad Tecnológica de la urbe de 700 mil habitantes que disfruta de una segunda juventud como satélite de la Varsovia vecina, en razón de sus costos inmobiliarios más reducidos.
Otros premios fueron para un Ficus gigante del Jardín Botánico de Palermo, testigo en 1845 de la epopeya garibaldiana y el Risorgimento italiano; el Eucaliptus de Contige, el más grande árbol clasificado de Portugal, sembrado en 1878 en la antigua carretera nacional de Viseu, Portugal, y la encina de San Roque en el Monte de la Redonda de Colindres, Cantabria, España, que desde hace cuatro siglos vigila el Camino Real tras resistir la codicia de los armadores navales de la época imperial.
También fueron premiados un tejo de la abadía cisterciana de Waverley, en Surrey, Inglaterra que ganó el premio nacional británico hace dos años; una haya llorona de Cassel, en la costa de Flandes, Francia, y un roble que sembró en Utrech, Países Bajos, el marqués de Amelisweerd, en 1800, ahora amenazado por la construcción de una autopista.
También, un sicómoro que reverde cada primavera en el lago Cseke del condado húngaro de Komarom-Esztergom; el peral de Drasov, en la Bohemia Central de la República Checa, considerado heroico por sobrevivir a la vecindad de una explotación de uranio en los años 50; el roble de Seja, en Saulkrastu, Letonia, bajo cuya fronda escenifican los lugareños un ritual veraniego y el haya púrpura de Reigi, en la isla báltica Hiiumaa, Estonia, que un pastor protestante sembró hace 120 años para festejar el nacimiento de su hijo.
Y, finalmente, un plátano oriental de Varna, Bulgaria, que data del imperio de hace quince siglos; un roble de Dresznica, en el condado croata de Karlovac y el cerezo marrón de Klerken en Bélgica.
La competencia, que se organiza desde el año 2011 para reconocer tanto la hermosura natural como la significación histórica y el enraizamiento en las tradiciones populares del patrimonio forestal del Viejo Continente, ha comenzado a ganar emulación en otros rincones del planeta.
Varsovia, junio de 2023