Es una vergüenza
Más que indulto a los golpistas separatistas catalanes del 1-O es un perjurio colectivo
No es un indulto colectivo. Es una vergüenza. Lo que pasa es que ocurren tantas cada día en todos los ámbitos de decisión del poder, que ya estamos acostumbrados a ellas, y ni nos llaman la atención. Todo es montaje y publicidad y la gente traga mucho más que con los anuncios de la televisión. En la televisión hacen publicidad los propios presentadores, sin que distingamos a veces entre información y propaganda. En el poder de esta desgracia que nos cayó por culpa de Rajoy, ocurre lo mismo: no se sabe ya distinguir entre lo que es decisión en beneficio de España y los españoles, y lo que es manipulación de la verdad en beneficio de la propia permanencia en
La Moncloa a cualquier precio.
Pasa como con las mascarillas. Han hecho una perfecta composición en anillo, que diría un maestro de Retórica. Al principio, el de la rebequita nos decía que las mascarillas no hacían falta. Ahora, aunque está ahí la cepa india acechando acabar con todas las cifras optimistas, volvemos a las andadas. Aunque haya comunidades donde todas las precauciones sigan siendo pocas, por decisión personal de Sánchez, sin más cogobernanza ni consulta, dicen otra vez que las mascarillas no son necesarias. Vamos, que también les han dado su indulto a las mascarillas para que no hablemos del indulto.
Más que indulto a los golpistas separatistas catalanes del 1-O es un perjurio colectivo. Del presidente Sánchez abajo, los veintitrés mil o veinticuatro mil ministros que hay, son todos unos perfectos perjuros. Sin crucifijo alguno que valga delante, sin la Biblia, faltaría más, pronunciaron la fórmula de su toma de posesión: «¿Juráis o prometéis por vuestra conciencia y honor cumplir fielmente las obligaciones del cargo con lealtad al Rey, y guardar y hacer guardar la Constitución como forma fundamental del Estado?». Pues ni están cumpliendo fielmente las obligaciones del cargo; ni le guardan la menor lealtad al Rey, al que quieren poner en Cartagena como a su bisabuelo; y mucho menos guardan y hacen guardar la Constitución como forma fundamental del Estado. Entre otras cosas porque quieren darle la vuelta como un calcetín a ese Estado de esa Constitución de 1978 que prometieron defender.
¿Y los indultistas, dónde me dejan a los indultistas? Llamo indultistas al resto de los españoles a los que les importa un rábano la unidad de la Patria y no le hacen ascos a la independencia catalana. Defienden como un ministro cualquiera el anticonstitucional indulto como fórmula para la «concordia», en el que llaman «conflicto catalán». En Cataluña no hay ningún conflicto. Hay unos partidos y líderes que no quieren pertenecer a España y están dispuestos a seguir arre que erre hasta que consigan la amnistía y el referéndum unilateral. A los indultistas les trae al fresco lo que haya dicho el Tribunal Constitucional. Y ni la CEOE ha desautorizado a su presidente ni la Conferencia Episcopal a los obispos catalanes, todos indultistas hasta la bandera ‘estelada’ en la torre. Iba a decir qué vergüenza de nación; pero tanta vergüenza da hasta lástima.