Escuchando a la madera
La figura del ingeniero Zhang Tao ha devenido familiar a los habitantes de Beijing mientras, literalmente, escucha las construcciones de madera tradicionales de la capital china con un artefacto que calibra exactamente el estado de conservación, para prevenir su colapso y evitar las tragedias personales que suelen traen aparejadas.
Desde hace casi veinte años, Zhang extrae muestras de los edificios históricos con una mini-perforadora analizadora de resistencia, herramienta fundamental de los arboricultores y cirujanos vegetales, para detectar señales de obsolescencia bajo una aparente fortaleza, gracias a las fisuras y grietas registradas en láminas similares a un electrocardiograma.
Desde su graduación –informa China Daily– Zhang colabora con un instituto arqueológico patrocinado por la Oficina de Herencia Cultural de Beijing, a cargo de más de 3.800 monumentos cuya historia supera, a veces, treinta siglos, y considera que su mayor hazaña fue descubrir un área deteriorada en la base del templo Yonghegong, evitando su caída.
Ha sido, en cierta forma, la sublimación de sus vagabundajes infantiles en un barrio vecino al Templo del Cielo, que lo llevaron a codearse con la arquitectura imperial y motivaron su ingreso en los cursos de química aplicada de la Universidad de Shandong y, tras el diploma, la decisión de ocuparse de la restauración de los sitios emblemáticos de la grandeza china, cuyas piedras aparentemente eternas sufren, sin embargo, la erosión del sulfuro, los óxidos nitrogenados en la atmósfera y las sales subterráneas.
Después, mientras se especializaba en ciencias de materiales e ingeniería en la Universidad de Tecnología Química de Beijing, tomó conciencia de la importancia del análisis y el diagnóstico para la selección de las sustancias protectoras más adecuadas mientras paulatinamente torcía su atención de la piedra a la madera, que carecía prácticamente de cualquier protección y sólo era objeto de cuidado cuando ya era inútil dada su avanzada decrepitud.
Fue entonces cuando echó mano a la mini-perforadora, dotada de una aguja muy fina que ahorra daños a las edificaciones y mientras se afianzaba al comando del instituto estatal fue desarrollando hasta cinco patentes de prevención y restauración conforme a los niveles industriales y, más importante aún, propició la adopción de un plan para el lapso 2021-25 basado fundamentalmente en la protección preventiva.
Y ya no ha estado solo, porque ahora un número creciente de graduados se incorporan a una tarea que no es sencilla pues rebasa lo exclusivamente científico por su conexión con la historia nacional y, de ñapa, exige suficiente robustez para trepar y desplazarse por superficies de peligrosa fragilidad.
Cuando se piensa en las catástrofes regulares de los ruinosos caserones de La Habana vieja, se comprende la importancia de la labor que el ingeniero de 39 años adelanta en Beijing, convencido de que, además de evitar el dolor humano, ahorra tiempo y dinero reforzando el patrimonio que es fuente de orgullo nacional y atrae un creciente caudal turístico hacia la capital de su país.
Varsovia, junio de 2022.