Ese 99% que no es culpa del Gobierno cubano…
'Diríamos que de cada 100 colas que hace un cubano 99 son culpa de los yankis; de cada 100 horas sin luz, solo se sufriría una si no fuese por la vileza de Washington.'
Para el castrismo, la desdicha en que vive Cuba es su responsabilidad solo al 1%, todo lo demás es culpa de los norteamericanos, según cuantificación hecha en la televisión nacional por los ministros de Energía y Economía.
Traduciéndolo, diríamos que de cada 100 colas que hace un cubano 99 son culpa de los yankis; de cada 100 horas sin luz, solo se sufriría una si no fuese por la vileza de Washington; y de cada 100 enfermedades curables que hoy terminan en muerte, 99 sanarían en los hospitales si todo dependiese del Gobierno revolucionario.
¡Pero no depende ellos! Sino de los americanos ¿no?… pues no.
La política norteamericana hacia Cuba no es una decisión unilateral de EEUU, sino el resultado de la confrontación que Fidel Castro comenzó antes incluso de tomar el poder, como le confesara en carta íntima a Celia Sánchez: «Cuando esta guerra se acabe, empezará para mí una guerra mucho más larga y grande: la guerra que voy a echar contra ellos», en referencia a EEUU.
Así, el embargo o que Cuba esté en la lista de países patrocinadores del terrorismo no son perretas o delirios producidos por los efluvios del río Potomac, sino consecuencia de una confrontación que tiene dos lados responsables. El Gobierno cubano no puede desligarse de las consecuencias que para la Isla acarrean sus políticas belicosamente antinorteamericanas.
Aunque el castrismo hable del embargo con el dedo acusador siempre en ristre y apuntando al norte, como quien se refiere a un frente frío inevitable sobre el que no tiene responsabilidad o poder alguno, la realidad es que mantener el diferendo con EEUU es una elección que toman los dueños de Cuba cada mañana, conscientes del precio que por ello pagarán los cubanos.
Nadie obliga al castrismo a aliarse con Corea del Norte, Irán, Siria, las FARC, el ELN y cuanto asesino de inocentes en nombre de alguna revolución haya. Es decisión de La Habana poner en lo más alto su relación con Rusia —rayando en exhibicionismo mendiguero— precisamente cuando esta está en guerra con Occidente. Y si se les nota vibrar de gusto cuando actúan de megáfono internacional del antiamericanismo más ramplón, ¿qué más se podía esperar que la animadversión de aquellos? Quien siembras vientos…
Y no es cuestión de soberanía o de doblegarse, sino de esa realidad que describe el propio castrismo al afirmar que el 99% de los problemas de Cuba los causan los norteamericanos. Si eso es así, ¿no debería ser primera prioridad de todo Gobierno cubano intentar aplacar a ese «monstruo revuelto y brutal»? Sin embargo, llevan 64 años echándole leña al fuego y luego quejándose del calor.
Entonces, si fuese verdad —que no lo es— que el 99% de los problemas cubanos son made in USA, sería también verdad que el régimen castrista es culpable por no hacer lo que sería su primera obligación: buscar la concordia con ese enemigo imbatible que supuestamente es responsable de tanto mal.
Pero claro, es fácil cuando se vive como millonario pedirle a los demás que resistan, que aguanten mil colas más, que se sofoquen en incontables apagones de sudor y mosquitos, que ahoguen en alcoholes imbebibles sus infinitas frustraciones diarias, comenzando por esa sensación perenne de que la vida se va en un sobrevivir que nunca es vivir.
Y es que tiene sentido para el castrismo la enemistad, la fricción, el embargo, la lista de patrocinadores de terroristas, tiene sentido porque así justifica la miseria que su sistema le inflige al pueblo, y tiene contra quien enarbolar la bandera de plaza sitiada que le permite tratar como enemigo y traidor a cualquier disidente político. Sobre todo, tiene sentido este bloqueo que tan poco bloquea, que impide que pasen ambulancias, pero no perseguidoras, frena el desarrollo de la agricultura pero no de los hoteles.
Dejémoslo claro, una parte de los problemas de Cuba es responsabilidad total del Gobierno cubano y el sistema totalitario en que se sostiene. ¿Y la otra parte de los problemas? ¡También!