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Eso será tu opinión

«No es ningún secreto que para Pedro Sánchez, él constituye un fin en sí mismo, por lo que la mentira es un medio legítimo si contribuye a mantenerlo en el poder»

Un buen populista es aquel capaz de retorcer la realidad para evitar que comprometa su ideología o sus necesidades de poder. No cabe duda de que Pedro Sánchez se ha convertido en uno de los grandes exponentes del populismo europeo contemporáneo, pues ha sublimado la mentira hasta el punto de ser capaz de negarla mientras la pronuncia. 

Les reconozco que me produce cierta sorpresa la fórmula escogida por los asesores monclovitas para refutar el catálogo de mentiras que conforman el sanchismo: categorizarlo como un muestrario de cambios de opinión. Algo que no sólo supone un nuevo insulto a la inteligencia de los votantes españoles, sino que contiene en su esencia aquello que pretende desmontar: que Pedro Sánchez miente hasta cuando rechaza haberlo hecho.

Pero mentira y opinión no son sinónimos: mientras que la opinión se define como un cambio de juicio sobre hechos cuestionables, la mentira implica una manifestación contraria a aquello que se sabe, se cree o se piensa. Que gracias a la infausta ley del sólo sí es sí más de mil agresores sexuales se hayan beneficiado de una rebaja de la pena que les fue impuesta y más de cien hayan sido excarcelados no es hecho opinable y cuestionable como sostuvo Sánchez en su entrevista con Ana Rosa Quintana: es una realidad constatable en las resoluciones judiciales que aplican la norma y en los informes estadísticos del Consejo General del Poder Judicial que las contabilizan.

Negar esta realidad no sólo convierte al presidente en una persona despreciable, sino en aquello que tanto gusta imputar a la oposición: un negacionista de la violencia contra las mujeres, pues demostró una absoluta falta de consideración y respeto por el sufrimiento de las víctimas de los delitos que asisten, atónitas, a la revisión de las condenas de sus violadores o agresores. La enésima prueba de que el todavía líder del Ejecutivo no hubiera accedido a reformar la ley con el apoyo del Partido Popular si no fuera por el coste electoral de sus consecuencias.

«Que Sánchez es un mentiroso no es un hecho opinable, sino una verdad contrastable»

Lo cierto es que esa relativización de las violaciones por parte de Sánchez encaja perfectamente con otra de las perlas que pronunció a lo largo de su intercambio con la popular presentadora: sostuvo sin abochornarse que el fin, a veces, sí justifica los medios. Y a estas alturas no es ningún secreto que, para Pedro, él constituye un fin en sí mismo, por lo que la mentira y el engaño son medios legítimos si su objetivo contribuye a mantenerlo en el poder.

Por ello el presidente no ha dudado en legitimar, habilitar y acometer todo aquello que antes de ser elegido presidente rechazó: gobernar con Podemos; pactar con Bildu y los independentistas catalanes; derogar la sedición en lugar de reforzarla; indultar a los líderes sediciosos del procés para que no cumplieran en su integridad las sentencias del Supremo; meter a Iglesias en una comisión del CNI recién declarado el estado de alarma; despolitizar el nombramiento de los vocales del CGPJ permitiendo que los 12 magistrados sean nombrados por sus pares; colonizar instituciones y servicios públicos como el CIS, el Tribunal de Cuentas, Correos, RTVE, el INE, etc., convirtiéndolos en satélites del Gobierno; asaltar el poder judicial nombrando como Fiscal General del Estado a Dolores Delgado atacando al mismo poder judicial por aquellas resoluciones contrarias a sus intereses; politizar hasta extremos insufribles el Tribunal Constitucional colocando a su ministro de justicia y a un alto cargo de Moncloa… La lista de las promesas electorales incumplidas de Pedro Sánchez es la crónica de la degradación democrática de nuestro país.

Que Sánchez es un mentiroso no es un hecho opinable, sino una verdad científica y contrastable. Pero también es cierto que la mentira se alimenta de nuestra predisposición a creérnosla: por ello no hemos de culpar de su capacidad destructiva al mentiroso, sino al ingenuo o al predispuesto. Los resultados que arrojen las urnas el próximo 23 de julio merecerán numerosas lecturas y una de ellas será el suelo electoral de la mentira en España.

 

 

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