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España clama desde Madrid contra Sánchez
El conmovedor esfuerzo de miles de personas en Cibeles simboliza el hartazgo irreversible de la sociedad española contra un Gobierno agotado
Ni la vergonzosa manipulación de Sánchez, que primero comparó la manifestación constitucional de Madrid con una revuelta independentista desplegada en su cumbre con Francia y, después, hizo que se silenciara en RTVE con un mitin de él mismo, esconde una poderosa evidencia.
Cerca de 200.000 personas se concentraron en el entorno de la emblemática plaza madrileña de Cibeles para protestar contra él y sus decisiones y a favor, de manera impecable, de España, de la Constitución, de la democracia y de la libertad.
A esa marea cívica hay que añadirle, sin duda, la de millones de españoles que sienten lo mismo y que, por razones obvias, no pudieron participar físicamente en el evento pero sí lo hacen espiritualmente.
La pregunta que hay que hacerse es quiénes, de verdad, rechazan los intachables lemas de la convocatoria, su impecable manifiesto y la plausible actitud cívica de los participantes, tan distinta a la de otros instigadores de incivismo, violencia y mala educación en nombre de causas bastante menos nobles.
Porque, ¿hay alguien en España que, de verdad, pueda verse ofendido por reivindicar los valores constitucionales? ¿O que no aprecie una inquietante degradación de la separación de poderes, vértice del Estado de derecho? ¿O que no reconozca la pavorosa sumisión de Sánchez a las exigencias de sus aliados?
El empeño de los convocantes en rechazar banderas partidistas y situarse como meros representantes de los ciudadanos fue un acierto. Y la respuesta de estos, masiva y pacífica, es el premio a esa vocación tan impecable.
Porque en Madrid no se han manifestado partidarios del PP o de Vox; ni tampoco detractores ideológicos de la izquierda. Reducir a esa idea tan simple la respuesta de la calle a los abusos de Sánchez puede valerle al Gobierno y a sus altavoces, pero no refleja la realidad del fenómeno, mucho más valioso.
Porque, simplemente, eran ciudadanos hartos de la deriva del Gobierno, que oscila entre el autoritarismo con la sociedad y el entreguismo con sus enemigos. Y todo ello en un panorama lamentable de crisis económica, institucional y nacional que solo los muy sectarios pueden negar.
El despliegue de civismo y razón visto en Cibeles demuestra el hastío ya irrecuperable de España con Sánchez
España se ha cansado de Sánchez, de sus socios, de sus concesiones y de sus ruinosas políticas. Y el grito expresado en Madrid, con un civismo conmovedor siempre pero especialmente al lado del derroche de radicalismo que tantos otros practican, es un síntoma de un hastío mucho mayor que solo necesita buenos catalizadores para expresarse.
Que la España de 2023 tenga que emitir gritos de «Libertad», como se escucharon en la Cibeles constantemente, es sin duda preocupante. Pero que haya tantos miles de ciudadanos dispuestos a gritarlo también nos da esperanza en la oposición al sistemático abuso y en el cambio que el país necesita.
Ese clamor no es ocasional ni minoritario, por mucho que Sánchez y sus terminales se empeñen en denigrarlo. Es el pueblo quien clama, unido. Y desde esa cohesión, su victoria está asegurada.