España: La reyerta podemita
LO MÁS divertido de la reyerta podemita entre Iglesias y Errejón es que los mismos que dimiten de sus cargos -casi la mitad de los delegados de Madrid- niegan que exista crisis alguna y, tras el nocturno acuerdo del miércoles, Pablenin y Errejonenin fueron a proclamarlo en las cadenas que el PP les brinda: la Cuatro y La Sexta. García Ferrerras se indignó contra los medios que hablan de división, el Chiko de la Beka culpó al PSOE del infecto bulo y la infeliz pareja empleó ayer toda la infinita cursilería del gorilato venezolano para enviarse tuits de rendido amor y recia fidelidad, proclamando, de paso, la superioridad de Podemos sobre todos los partidos del mundo. Se echan más flores y mueren por inhalación de crisantemos.
Proclamar la unanimidad incluso en la hoguera es una tradición de todas las sectas destructivas y, naturalmente, del bolchevismo: cuando Stalin mandó pegarle el ritual tiro en la nuca al jefe de la NKVD, Iézhov, en los sótanos de la Lubianka, el responsable del más salvaje de todos los genocidios que el ídolo de Pablo Iglesias perpetró en los años 30 en la URSS pidió a su verdugo: «Díganle a Stalin que muero con su nombre en los labios». No es muy distinto el caso del Che Guevara, el asesino de La Cabaña, al que mandó a morir a Bolivia Fidel Castro después de tenerlo dos años secuestrado en secreto en Cuba. Y así querían que murieran los que quemaban herejes en la hoguera: felicísimos de que sus verdugos les reconciliaran con la Fe. Ardiendo y cantando.
Pero si no hay diferencias en Podemos, porque no puede haberlas en tan excelso partido y son invención del PSOE, ¿por qué dimitieron los nueve de Errejón, y contra Alegre, que es de Iglesias? Podrán dimitir con el nombre de la unidad en los labios, pero los políticos de Podemos son como todos: por el Poder se pelean y se matan. La diferencia es que Errejón cree que sólo un partido férreamente disciplinado (por él), que se abstuviera ahora ante el Gobierno PSOE-Ciudadanos, podría alcanzar mañana el poder. E Iglesias cree que su oportunidad, en forma de caótica marea, es ahora o nunca. Los dos tienen razón y quieren lo mismo, mandar, así que si el PP les quitara la televisión, se matarían. Pero Rajoy, empeñado en hundir a Rivera y cercar al Rey, sigue apostando por Podemos para destruir al PSOE. Por ahora, sobrevivirán.