España: Quieren echar a Mariano
El rumor insistente de que Mariano Rajoy se va coincide con la segunda entrevista de Pablo Iglesias con el Rey, esta vez vestido de ‘blouson noir’, de satánico o de luto, como para ir al velatorio. Pablo, muy ‘lexatinizado’ -contra «el ‘frentismo’ y el lenguaje bélico en la política»-, insistió en un Gobierno de cambio, de progreso y de regeneración con PSOE, IU, Podemos y las fuerzas catalanas, presidido por Pedro Sánchez y con él en la Vicepresidencia. Tendió la mano al PSOE para que no se vaya con el «inmovilismo y el búnker«, para que el «partido de la corrupción no siga mandando en España».
Ya avisó Vallejo a España que se cuidara de sí misma. No hay otra nación donde surjan fuerzas que quieren destruirse entre sí y, de paso, desguazar el país; y, por supuesto, arrojar a la cara de Europa los euros como si fueran las monedas de Judas, sin la efigie de Augusto. Los políticos, rodeados de focos, ven menos que un gato de escayola. Con inútiles sutilezas tratan de disimular su bulimia de poder. Albert Rivera exige sentido común y dice que el bloqueo no es culpa del Rey o de los vacíos de la Constitución, sino del ‘tacticismo’ de alimañeros. Iglesias, al repetir ayer su alternativa de Gobierno de progreso, consideró que es difícil ser más generoso con el PSOE, aunque lo haga por España.
Pedro Sánchez, sorteando las zancadillas, intenta hacer una mayoría. Hoy propondrá al Rey un Gobierno monocolor, apoyado por la derecha y por la izquierda, con geometría variable. Pero parece tan difícil como llevar el mensaje a García por parte de aquel Rowan, que no sabía ni cómo llegar, ni dónde estaba ni quién era el tal García. Sin embargo, me dice una diputada que habla con gente de todos los partidos: «La bola ya está rodando y habrá un Gobierno socialista. Los conservadores de todos los partidos empiezan a darse cuenta de que a estas alturas sólo el cambio político garantiza la estabilidad. El PP ha perdido la oportunidad histórica de liderar las reformas democráticas hace cuatro años. O echan a Rajoy o no entran en el siglo XXI hasta 2020. Muy tarde».
Muñecos abocados a su autodestrucción, ‘cristobaletas’, cabestros, calzonazos, mientras fuentes genovesas se preguntan: «Qué va a hacer ese Gobierno de izquierdas? ¿Nombrar a Juan Carlos Monedero director del CNI y a Carolina Bescansa, a quien se le está poniendo cara de Pasionaria, ministra de Economía?». Les digo: «Quieren que se vaya Mariano. Se especula con nombres». Responden: «Para eso tendrían que ganar unas elecciones. Que nadie se equivoque: el PP está tranquilo y apoya a Mariano Rajoy».
Cada época tiene su Savonarola o su Gapón o su Lenin, sus hogueras de la vanidad. El Estado los domará. Observen a Pablo Iglesias. Ayer dijo que jamás osará inmiscuirse en las funciones que la Constitución otorga al Rey. Ya no ve el teatro de San Jerónimo como un fuerte donde se refugia la casta, como cuando lo rodeaba. Cuenta su primer desayuno en la cafetería del Congreso: barrita con tomate, café con leche y refresco por 2,45 euros. «Más barato que en la facultad», tuiteó.
Posdata. Me llega la onda de que gente del PP está pidiendo a Ciudadanos que exija la cabeza de Mariano Rajoy.