Este siglo XXI se está pareciendo cada vez más al siglo XX, preocupante
Parece que el anhelo superior de querer vivir en paz estuviera cada vez más lejano y uno se pregunta cuál es el mundo que vamos a heredar a nuestros hijos y nietos.
Álvaro Cruz Rojas-Editor Jefe
Desde mi adolescencia leí con mucho interés la historia de la humanidad en el Siglo XX. Leí sobre los horrores de las dos guerras mundiales, los horrores del comunismo en todas sus manifestaciones, las dictaduras militares, la pandemia de gripe de la segunda década del siglo, las guerras de Vietnam, Corea, la horrible política del Apartheid en Sudáfrica, el racismo, las matanzas, y un largo etcétera detrás de eso.
Ya llegando al primer cuarto del Siglo XXI me da escalofríos que la humanidad sigue repitiendo patrones, y muchos de los males que creíamos superados se siguen repitiendo. El mundo ha vuelto a la amenaza de la guerra nuclear -algo que creímos ingenuamente superado- a la invasión de países -como ha sucedido en Rusia con Ucrania- a las amenazas de guerras comerciales -acabando con las últimas décadas de libre comercio- y a la desconfianza internacional entre históricos aliados.
Contemplamos con estupefacción cómo Estados Unidos, histórico referente de la democracia, hoy flaquea ante una retórica incendiaria y el desacato a los jueces. Vemos una Rusia capaz de cualquier barbarie y actuar como la fábula del lobo que culpaba a la oveja de ensuciar el agua que bebía aunque la oveja estaba río abajo. Contemplamos a una China agresiva, imperialista, depredadora, cargando de deudas a los países que se dejan atrapar en sus promesas. Y hasta una Alemania que habla de rearmarse nuevamente, desatando los recuerdos de su pasado.
El mundo no parece haber aprendido las lecciones de la historia. En Nicaragua, la dictadura de Daniel Ortega es cada vez más cruel, sanguinaria, demencial. En Corea del Norte, el dictador Kim Jung-un sigue jugando a sus misiles nucleares aunque su gente se muera de hambre. En Irán, los ayatolás siguen golpeando mujeres por no usar el velo y en el Congo hay una guerra terrible de la que el mundo casi no sabe nada porque está demasiado lejos de los países desarrollados.
Hay que reflexionar mucho sobre lo que está sucediendo en este siglo en todos los costados del planeta, parece que el anhelo superior de querer vivir en paz estuviera cada vez más lejano y uno se pregunta cuál es el mundo que vamos a heredar a nuestros hijos y nietos.
Dios nos guarde y nos salve de la catástrofe. Tristemente, el mundo cada vez mira menos hacia el Altísimo y más a su propio egoísmo.