Democracia y Política

A esto se enfrenta Venezuela el 6 de diciembre

chavez_viola_derechos_humanos

23 años de traición

Lo que terminó conociéndose como Socialismo del Siglo XXI, chavismo o revolución bolivariana,  nació entre la noche y la madrugada del 3 y el 4 de febrero de 1992. Su inicio, así como todo lo que ha venido representando, ha sido una traición. Aquella noche con premeditación, alevosía y nocturnidad, Hugo Rafael Chávez Frías y una camarilla de complotados, irrumpió en la vida de los venezolanos, por la vieja ruta del alzamiento militar. Es verdad que el gobierno de Carlos Andrés Pérez no tenía la popularidad, que las encuestas casi le daban 0, pero había instituciones, se estaba sanando el estado. Se estaba descentralizando el poder. Por primera vez se eligieron alcaldes y concejales, por primera vez se eligieron gobernadores y asambleas legislativas regionales. La generación más brillante de venezolanos ejercía en los ministerios, venezolanos que han presidido fundaciones de fama global, profesores titulares de las mejores universidades del mundo.  Y Chavez decidió culminar una conspiración de 10 años alzándose en armas, llevándose por el medio al presidente y al estado. Perdió,  cosa que le ocurrió varias veces, hasta su muerte el 5 de marzo. Pero su aparición pública desató un proceso de canonización,  donde participó el pueblo, pero que contó con un importante aporte de élites irresponsables, incómodas con la democracia y con los partidos.

Entre 1992 y 1994, con Chávez preso, el comandante también lideró un segundo asalto al estado, en el primero se declaró responsable de todo, incluyendo 38 muertos, en el segundo era un personaje visible y en este también hubo cerca de 200 fallecidos. Y hasta combates aéreos en el cielo de Caracas una ciudad de 4 millones de habitantes. De esta escaramuza mortal nadie fue tampoco condenado y los muertos se fueron olvidando, la traición también se ejecutó, con premeditación, alevosía y nocturnidad.

En 1994, (marzo) Chávez es sobreseído de sus cargos y liberado de la prisión sin consecuencias, incluso su pensión militar se respetó. A finales de año es recibido con honores de Jefe de Estado en La Habana, incluso se presenta como orador de orden en la Universidad Nacional de La Habana, donde dijo cosas así: “Esperamos venir a Cuba en condiciones de extender los brazos y en condiciones de alimentarnos mutuamente en un proyecto revolucionario latinoamericano imbuidos como estamos desde siglos hace  en la idea de un continente Hispanoamericano,  Latinoamericano y Caribeño, integrado como una sola nación que somos”.

En 1995, convocó a la abstención en las elecciones regionales, pero invitando a competir a algunos de sus compañeros de armas, como Francisco Arias Cárdenas, quien resultó electo gobernador del estado Zulia, donde en 1992, había liderizado el alzamiento militar.

En 1998 cambió de parecer y se presentó a las elecciones, que ganó con más del 55% de los votos, montado en una estrategia de polarización. En 1999 liderizó el proceso constituyente, que termina produciendo una Constitución, que en el preámbulo dice que ha sido creada, “con el fin supremo de refundar la República para establecer una sociedad democrática”, cosa que ya existía en Venezuela, pero que se arrasó con el nuevo gobierno desde su inicio.

Desde la sanción de la nueva constitución, el estado de derecho en Venezuela ha venido desapareciendo. El poder legislativo, se redujo a menos de la mitad, con una Asamblea Nacional unicameral de 167 miembros, donde siempre los estados más despoblados tienen más capacidad de elección.

Se diluyó la noción de independencia de los poderes, poniendo cinco nuevos poderes nacionales, todos arropados bajo la égida del ejecutivo, se creó un poder electoral, dependiente de las decisión del gobierno central y se creó un poder moral, integrado por el Fiscal General de la República, el Contralor General de la Nación y el Defensor del Pueblo, todos aliados del presidente.

Se reemplazaron todos los jueces del país colocando solo jueces temporales, dependientes de los vaivenes del poder central.

Se incapacitaron los gobierno de los estados, restándoles base impositiva y dándole menos importancia a las gestiones de los gobernadores y Asambleas Regionales. Y aun cuando se negó en un intento de reforma constitucional, se promueve desde la presidencia la implantación de las comunas, para restar poder a los Concejos Municipales, institución que ha sobrevivido 500 años en Venezuela.

Acabar la meritocracia

La meritocracia fue una cultura que se implantó en la Venezuela democrática y que funcionó por décadas en Petróleos de Venezuela (PDVSA) y en la Fuerza Armada Nacional. Entre los años 2000 y 2003 el gobierno de Hugo Chávez se ocupó desmantelar el aparato petrolero y de acabar con el orden de mérito dentro de la Fuerza Armada.

Para el 2003, después de un largo conflicto, más de 20.000 empleados de PDVSA, con cientos de miles de años de experiencia en la industria, una de las petroleras más reconocidas del mundo, fueron despedidos de un zarpazo y sustituidos por más de 100 mil empleados afectos al gobierno central.

Entre el 2000 y el 2004, también en un extendido conflicto, que incluyó los sucesos de abril de 2002 y las manifestaciones de oficiales en la Plaza Altamira de Caracas, la oficialidad militar venezolana fue reemplazada. Incluso se niveló el escalafón de los oficiales de carrera, con el de los suboficiales técnicos y de tropa.

El horror policial y la persecución judicial

Desde sus inicios, el gobierno ha venido promoviendo el uso de la fuerza policial, la Fiscalía y los Tribunales, como un mecanismo de persecución de personas no afectas al gobierno; así han vivido persecución, cárcel y perdida de libertades individuales más de dos mil venezolanos. Capriles, dos veces candidato presidencial y gobernador de Miranda, estuvo preso por delitos que no cometió; Manuel Rosales, alcalde de Maracaibo, gobernador del Zulia y candidato presidencial, ha tenido que vivir en el exilio por persecución a través de los tribunales; el principal líder obrero, Carlos Ortega, vive en el exilio; Iván Simonovis, jefe de seguridad de Caracas y uno de los mejores policías del país, sufre cárcel desde noviembre del 2004, por delitos que nunca se probaron.

Leopoldo López y los alcaldes Ceballos y Ledezma, están en prisión, algunos desde hace 16 meses, condenados por delitos que aun no se han especificado y viven juicios que nunca han sido determinados. Ceballos incluso, cumplió su condena y sigue preso.

Hasta existen prisioneros políticos por enviar mensajes de twitter, tal como lo reseña un blog asociado al ABC de Madrid, “Los siete tuiteros detenidos son: Inés Margarita González Arraga @InesitaTerrible, Daniely Benitez @pretinha76, Lessy Marcano y Ginette Hernández imputadas por el caso de la Negra Hipólita @hiipolita (la vidente predijo el crimen de Serra), Victor Andrés Ugas @VictorUgas (lo acusan de difundir las fotos del cadáver de Robert Serra), y Leonel Sánchez Camero @anonymuswar es el preso más antiguo desde el 22 de agosto.”

El 15 de junio de este año Henrique Capriles fue demandado por la Jefe de uno de los poderes públicos, al publicar un meme en su cuenta twitter (@hcapriles) donde muestra la cara de la presidenta del CNE, con la frase “… y ganó Colombia!!”.

La hegemonía comunicacional

Desde diciembre de 2004, entró en vigor la Ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión, (Ley Resorte) instrumento legal promovido de manera intensa por el director del Consejo Nacional de las Telecomunicaciones (Conatel) Diosdado Cabello y que regula el sistema de redes de radio y televisión públicas y privadas.

El 27 de mayo de 2007, dejó de transmitir la señal de RCTV, canal de televisión que transmitió de manera ininterrumpida desde el 15 de noviembre de 1953. El gobierno decidió no renovarle la concesión, como castigo por no seguir la línea editorial impuesta por el ejecutivo.

Los equipos de RCTV, que conformaban la principal red de transmisión de Venezuela en su momento, fueron confiscados y entregados a un canal del gobierno llamado TVES.

Durante los 15 años del chavismo, han venido apretando la hegemonía comunicacional: 34 estaciones de radio fueron cerradas en el 2009 y el resto del sistema radial vive un intenso proceso de censura.

Los periodistas que procuran independencia, son acosados por bandas parapoliciales del estado, conocidas como “colectivos” y que al principio se llamaron círculos bolivarianos. Esto ocurre en todo el territorio nacional.

Desde el poder central además se financian de manera descarada miles de estaciones de radio digitales, con el argumento de que son “radios comunitarias”. De igual manera, toda la publicidad oficial se le niega al resto de los medios que tratan de mantener una línea independiente.

En cuanto a la prensa en papel, cerca de 30 periódicos nacionales y regionales se han visto amenazados por que se les niega el acceso a dólares preferenciales. Muchos han cerrado sus operaciones y solo se mantienen en versión digital, a través de una internet que depende de la voluntad de un solo funcionario, el presidente de Conatel.

A ese estado monstruoso y totalitario es a lo que se enfrentan todos los venezolanos todos los días. Un país acostumbrado a la conversación libre y a los medios críticos, hoy tiene medios sumisos al poder y el ejercicio del periodismo se ha vuelto algo delicado y trágico. Un gobierno al que se le ha acusado de esta narcotraficante, acusación que por su sola repetición de lo que dicen medios internacionales, implica prohibiciones de salida del país, recientes, desde hace pocas semanas, contra 22 ejecutivos de Tal Cual, El Nacional y La Patilla, o desde el 2010 como la prohibición de salir del país de Oswaldo Alvarez Paz, columnista, congresista, gobernador y candidato presidencial.

A ese monstruo, se van a enfrentar los venezolanos en las urnas el próximo 6 de diciembre, tal como lo han hecho desde hace dos décadas. Ese día serán las elecciones parlamentarias, donde la oposición duplica en la intención de voto a los candidatos del gobierno en casi todas las encuestas. Elecciones donde el venezolano común tendrá la oportunidad de modificar el destino del estado y de la revolución.

Botón volver arriba