‘Éxodo’ de ETA: etarras fugados prefieren volver a España que vivir en Venezuela
La crisis del Gobierno de Nicolás Maduro ha provocado carencias importantes en Venezuela. El «amargo» nivel de vida en el país caribeño ha influido en el reciente regreso a España de varios etarras acogidos, hace décadas, por el régimen bolivariano.
El etarra Zurimendi regresa al País Vasco huyendo del «amargo» régimen de Maduro en Venezuela
En los años ochenta, algunos de los más sanguinarios miembros de ETA huyeron de la Justicia española a países como Cuba, Venezuela o México, donde buscaban ocultarse de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Tras más de tres décadas, varios de ellos abandonan el ‘paraíso’ comunista que se ha convertido en un infierno, también para ellos. La crisis de Gobierno de Nicolás Maduro ha acelerado la vuelta a España, desde Venezuela, de históricos miembros de ETA.
Los etarras Iñaki Orueta y Koldo Zurimendi son los dos últimos miembros de la banda terrorista que han llegado a España -una vez prescritas las causas judiciales pendientes contra ellos- para poner fin a su estancia en el país caribeño.
La complicada situación que se vive en Venezuela, fruto de años de régimen bolivariano: inestabilidad política, hambruna, falta de medicinas y alimentos, continuos cortes de suministro eléctrico, … han contribuido, en buena medida, a ello.
Esta misma semana, Zurimendi concluía su ‘retiro’ como fugitivo -un estatus del que pasó a formar parte tras detectarse su vinculación a ETA como integrante del comando Pasagarri– para volver a su localidad natal en el País Vasco, Amurrio, en un vuelo regular procedente de Caracas. A su llegada al aeropuerto fue recibido por sus familiares y amigos. Una instantánea que divulgó la web Etxerat, la plataforma de los familiares de los terroristas presos.
Le precedía, el pasado 24 de julio, su compañero Iñaki Orueta, miembro del extinto comando Oxobi e implicado en el asesinato del comandante del Ejército de Tierra José María Herrera, el 2 de enero de 1979, en San Sebastián.
Apenas hace unos días, el 17 de agosto, era el turno de Arturo Cubillas, el histórico dirigente de la banda armada, estrecho colaborador del Gobierno de Maduro y acusado de coordinar entrenamientos conjuntos de los pistoleros de ETA y miembros de las FARC. Cubillas dirigió hasta 2008 el amplio colectivo de etarras acogidos por Venezuela. La Policía Nacional le atribuye la misión de liderar dicha colonia para evitar arrepentimientos y deserciones.
Sobre Cubillas pesaba, desde 2010, una orden de extradición dictada por la Audiencia Nacional para ser juzgado, en España, por los delitos de “conspiración para acometer homicidios terroristas y tenencia de explosivos en colaboración con banda armada”. Desde 1989 -y tras resultar frustradas las conversaciones de Argel entre el Gobierno socialista de Felipe González y la banda terrorista ETA- vivía en Venezuela, últimamente al amparo de Maduro.
Su inesperada aparición era avanzada por Sortu en redes sociales, apenas dos semanas después de que el secretario general de la formación de la izquierda abertzale, Arkaitz Rodríguez, regresase de entrevistarse con el propio Maduro.
Sin extradición
El régimen venezolano se ha negado sistemáticamente a la entrega de los etarras reclamados por la Justicia española; proporciona nula información sobre su paradero y actividades en el país; y, ha dado largas a España, en reiteradas ocasiones, a cualquier posibilidad de colaboración incluso en los casos más sangrantes: cuando las peticiones partían de una orden de extradición emitida por la Audiencia Nacional.
El Colectivo de Víctimas del Terrorismo (COVITE) denuncia desde hace años la «impunidad» de los etarras prófugos en Cuba, México y Venezuela. Un extenso listado en el que figuran nombres de históricos terroristas como José Luis Eciolaza, alias ‘Dientepunto’, huido desde los años 90.
O el sanguinario de Juana Chaos quien, una vez excarcelado -y después de haber sido condenado a más de 3.000 años de prisión por los más de 25 asesinatos que cometió- se instalaba en Irlanda, en 2008. Desde allí y tras conocer que la Audiencia Nacional le investigaba, nuevamente, por un presunto delito de exaltación del terrorismo, puso rumbo a Venezuela donde se le situó, por última vez, en 2015.