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Félix de Azúa: Contorsionistas

«Si alguien aún se traga fantasmadas como ‘progresismo’, ‘socialismo’ y ‘regeneración democrática’, o es un cínico, o un pobre memo, o cobra»

Contorsionistas

Ilustración de Alejandra Svriz.

 

 

Es una de las grandes paradojas de la mercantilización a que se ha sometido la democracia, ahora es el precio de los votos lo que en verdad cuenta. La política seria y la ejemplaridad del oficio político sólo se la creen cuatro gatos.

Así, por ejemplo, para ser un buen socialista (español) hay que ser muy comprensivo con las dictaduras árabes y muy feroz con la democracia israelí. Ello implica ser mudos con las brutalidades islámicas de Irán, Afganistán y otras satrapías, como el uso de las mujeres en tanto que serrallo de esclavas para el macho, la ejecución pública de los y las homosexuales, o la financiación de grupos terroristas. El buen socialista no lo toma en consideración.

Es muy sorprendente que para ser progresista español uno deba rendir tributo a una mafia política como la mejicana, con el mayor número de asesinatos del continente y el menor número de condenas por asesinato del mundo que le rodea. Aunque, eso sí, hay que ser muy duro con los asesinatos de hace cinco siglos, como el ministro de Cultura (?) del Gobierno socialista español. No importa que los así considerados «asesinatos» no fueran sino todo lo contrario: la liberación de las tribus esclavizadas y el fin de los sacrificios humanos por los aztecas.

No deja de mesarse uno el mentón cuando resulta que viejos políticos socialistas españoles, como Zapatero, sean los ayudas de cámara del tiranillo Maduro y se guarden mucho de invitar a la solución democrática de la dictadura. Es evidente que hay una explicación económica a todo eso, como quería el vetusto Marx de hace dos siglos. Un progresista intachable como Pablo Iglesias estaba financiado (y vaya usted a saber si sigue estándolo) por los clérigos iraníes, la iglesia más reaccionaria del globo. Y Zapatero sin la menor duda no hace su trabajo de palanganero gratis et amore.

También es evidente que los socialistas españoles, encabezados por el tal Illa, están financiando a los separatistas catalanes, los más atrasados nacionalistas del continente junto con los vascos, y facilitando su guerra contra España a cambio de unos cuantos votos que mantengan en el poder al marido de Begoña. Y de paso, ese buen socialista español que es Illa, ha de impedir que los inmigrantes americanos hablen en su lengua y que rápidamente aprendan catalán para que sepan de inmediato quienes mandan, es decir, quiénes son sus amos.

«La legión de empleados a las órdenes del marido de Begoña es en estos momentos de más de 3.000 a sueldo del Estado»

¿Y por qué ese empecinamiento en demostrar la corrupción de un partido con una parte de su historia en verdad respetable? Será por motivos marxistas, es decir, porque la legión de empleados a las órdenes del marido de Begoña es en estos momentos de más de 3.000 a sueldo del Estado, es decir, al servicio del marido. Si a los 3.000 se añaden sus familias, los grupos beneficiados, las empresas afines, los sindicatos (¡que aún se autoproclaman «de clase»!), los subvencionados, las instituciones tomadas por el enchufe, y demás corruptelas, nos acercamos a varios millones de votos sobornados. Los socialistas se han comprado España entera.

Es exactamente la estrategia que usó el partido socialista español en Andalucía, donde se perpetuó a lo largo de varias décadas comprando votos, beneficiando la vagancia y arruinando la comunidad que sólo ahora vuelve a laborar con una cierta energía. Eso sí, los responsables del latrocinio, el soborno y la ruina son inocentes según los jueces progresistas españoles.

No es fácil ser socialista en España. Como ya he dicho en otras ocasiones, si alguien aún se traga fantasmadas como «progresismo», «socialismo» y «regeneración democrática», o es un cínico, o un pobre memo, o cobra. Seguramente lo más abundante sean las tres cosas juntas.

 

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