Democracia y Política

Félix de Azúa: Esperando a Godómez

«Hay mucho más que preguntar a los del PP porque no han dado la menor señal de tener programas o de pensar en ese futuro en el que, dicen, ostentarán el poder»

Esperando a Godómez

      Alejandra Svriz

 

En su última reunión, los dirigentes del Partido Popular han mostrado la misma unidad, entusiasmo y lealtad que muestran todos los empleados de los partidos en este país. Y su jefe ha dicho que iban a largar del poder a quien lo ocupa de modo canallesco. Pues bien, de ser así, conviene ir sabiendo qué podemos ganar con un gobierno ordenado desde el otro partido nacional mayoritario. De modo que ahí van algunas preguntas sin la menor esperanza de que sean contestadas.

¿Cambiarán el sistema electoral? Sería muy interesante ir aproximándose al ideal de un hombre un voto. Tiene muchas ventajas. Los aspirantes a ser elegidos deberían ir rumiando para tener sus propias ideas, además de las que impone jerárquicamente el jefe. Pero, además, si la reforma se hace con un poco de sentido común, podría reducirse el poder de las minorías. En España hay casi tantas minorías como cabezas de lista y eso conduce, como en la actual situación, a un poder desmesurado de unas pocas gentes. Es un fraude que un puñado de catalanes y otro puñado de vascos, ambos puños formados por fanáticos separatistas, dominen, controlen y dirijan la política española. Ellos no quieren ser españoles, así que ¿cómo van a dirigir la política de los cuarenta millones de españoles que ya somos? Hay que acabar con la indecente presión y chantaje de las rancias minorías nacionalistas.

¿Harán algo para devolver la libertad de lenguaje a los españoles? No parece que lo más sensato sea que los gobiernos autonómicos decidan de modo imperativo en qué lengua han de hablar sus subordinados. En la última manifestación valenciana que protestaba por la incompetencia administrativa durante la catástrofe, casi todas las pancartas venían en valenciano, lo que las condenaba de entrada a ser una mera manifestación partidista de la izquierda valenciana. ¿No es un despilfarro mantener la ficción de que en este país hay cinco lenguas en igualdad de condiciones, español, vasco, catalán, valenciano y gallego? En cada ámbito español, la gente ha de poder elegir la lengua que le apetezca usar sin más condiciones, y, por supuesto, no puede haber más que una sola lengua administrativa porque es la de todos.

¿Remediará el PP de algún modo el caos sanitario del país? En unas partes de la península sirven unas tarjetas, pero no en otras, se permiten unos fármacos, pero no en otras, puede acudirse a la seguridad social o a la provincial o a la autonómica o a la isleña, sin que esté claro a dónde has de ir, a menos de que seas un inmigrante ilegal, lo cual me parece muy bien. Y ahora, encima, quieren descargar más de un millón de afiliados a Muface sobre las estrechas cavidades de la Seguridad Social.

¿Bajarán los impuestos? Ya sé que dicen que sí, pero cuánto y a quién. La actual fiscalidad, con la esquilmación más grande de toda Europa, ha convertido a este país en un sumidero por donde van cayendo a la pobreza miles o quizás millones de familias de clase media. Además, como es lógico dada la imposición de tipo estalinista a la que se somete a las empresas, nos estamos convirtiendo en un país del tercer mundo. ¿Qué programa fiscal tiene el PP, si es posible detallarlo un poco? Y, sobre todo, ¿acabará con los privilegios medievales de vascos y catalanes?

«¿Introducirán algún tipo de control sobre la calidad de la educación que se imparte a todos los niveles?»

Ítem más, ¿unificarán los programas pedagógicos de todo el país, especialmente en aquellos lugares en los que la educación está en manos de fanáticos etnicistas? ¿Introducirán algún tipo de control sobre la calidad de la educación que se imparte a todos los niveles? Sería muy conveniente proceder a ese control, favorecido por una subida de salarios entre maestros y profesores para dignificar la profesión y que deje de ser un coladero político.

Hay cuestiones menores de cierta importancia. ¿No podrían, por ejemplo, prohibir los aplausos en el Congreso y otras instituciones más allá de cinco segundos? No saben cómo se lo agradeceríamos. Y también una cierta limitación del poder para evitar el culto a la personalidad, ese modelo nazi y fascista, al que tiende tan a gusto la casta política. Se podría, quizás, limitar la presidencia, las vicepresidencias, las secretarías generales y otros puestos clave, y reducirlos a un número decente de años. ¿No podrían exigirse unos mínimos educativos a las personas que aspiran a empleos de alta responsabilidad? Sería un modo de dignificar la universidad. Y con un poco de coraje, ¿no podrían privatizar la radio-televisión española de manera que deje de ser un altavoz de cada gobierno?

En fin, hay mucho más que preguntar a los del PP porque no han dado la menor señal de tener programas, proyectos, o de estar pensando en ese futuro en el que, según dicen (y a lo mejor así lo creen), ellos ostentarán el poder. Bueno, es posible que hayan dado noticia de alguno de estos asuntos, pero con poca divulgación, desde luego. Y si van a llegar al poder en algún momento sería bueno que la gente se fuera enterando. ¿O sería peor?

 

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