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Félix de Azúa: Los días siguientes

«Si aguantamos 40 años de Franco, ¿cómo no vamos a aguantar unos cuantos más de Bildu, Junts, Esquerra, Sumar y demás clubes del resentimiento?»

Pues no, la verdad, no coincido con aquellos que están profundamente deprimidos tras comprobar que millones de españoles le tienen más miedo a Vox que a Bildu o les dan más asco los conservadores que los separatistas. Quiero decir que ya lo sabía. Han sido muchos siglos de barbarie como para que se borren en cincuenta años. Quienes hemos padecido el franquismo sabemos hasta qué punto buena parte de nuestro sano pueblo está contentísimo con una gabardina nueva y una foto. Hoy, un selfi.

Como decía un amigo para justificar su voto: «No querrás matar a todos los separatistas». No, por dios, lo de matar lo hacen mejor ellos, como es habitual en los nacionalistas. Y ahora que también el PSOE es nacionalista periférico creo que se han terminado las posibilidades de aquel país que se llamaba «de la transición». Vuelve la España eterna disfrazada de progre.

Otro amigo, por su parte, nervioso por lo caros que nos salen los catalanes y los vascos, proponía aceptar de una vez el referéndum de autodeterminación, de manera que todos los españoles pudiéramos votar la expulsión de Cataluña y ePaís Vasco, para así ahorrar un dinero considerable y olvidarnos de infantilismos identitarios. Tampoco es la solución, creo yo. No podemos abandonar a todos nuestros amigos de aquellas partes y que se queden flotando en el mar de las identidades superiores como en una patera.

«Si forman gobierno vamos a vivir una época inolvidable y ojalá sea sin bajas»

Si aguantamos 40 años de Franco, ¿cómo no vamos a aguantar unos cuantos más de Bildu, Junts, Esquerra, Sumar y demás clubes del resentimiento? Era muy gracioso ver al déspota gritar: «Somos muchos más, millones más, los que queremos avanzar». Evidentemente, hacia el abismo. Es una vieja tradición española, como las fiestas y jolgorios que produjo el regreso de Fernando VII llamado popularmente el Deseado.

Ahora viene ese mercado interminable, hasta diciembre, en que seguiremos oyendo indigestas declamaciones de progreso hasta que poco a poco vayan viendo lo que se les viene encima y cómo crece el desierto bajo el tórrido viento del progreso. Porque si forman gobierno vamos a vivir una época inolvidable y ojalá sea sin bajas.

De modo que tomemos el mes de agosto y seguramente septiembre como si fuera un mar en calma, con olas desganadas mojando apenas la arena, lejanas risas infantiles, copas que gotean su adorable rocío, noches de infinitas estrellas, hasta que despertemos a una realidad que apenas ha cambiado desde 1936.

Procuraré no volver a hablar de estos asuntos tan pringosos. También yo tengo mucho que leer.

 

 

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