Fernando Savater: «Soy de derechas porque la izquierda de hoy es intransigente y nefasta para el país»
El filósofo y escritor aclara su giro político en «Carne gobernada»
Fernando Savater, en su casa – David JarFotógrafos
Fernando Savater vuelve con un libro explicativo, donde da cuenta de su viaje ideológico desde la izquierda hacia la derecha y aporta minuciosas precisiones sobre la sucesión de desacuerdos que le han apartado de las páginas del diario «El País», periódico al que ha estado vinculado hasta el pasado lunes. «Aún se me tiene como un progre de carril», comenta en uno de los capítulos que integran «Carne gobernada» (Ariel), unas páginas de tono memorialístico, en lo ideológico y en lo personal, que sirven como inesperado pliego de descargo para su conciencia política.
Una obra alejada de equidistancias y equilibrios de «bien queda», como se suele decir, y en la que procede a denunciar sin trampantojos de orden retórico «la idolatría izquierdista aún mayoritaria en España» y «la estafa política» de Podemos, que «consiguió más de cuatro millones de votos», al tiempo que subraya que «el separatismo» con el que ha pactado el actual presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, para esta legislatura es «el peor enemigo de un Estado democrático» y que a lo único que conduce el independentismo es a «aborrecer todo lo que tenemos en común los españoles» a la vez que recuerda que, no hace tantos años, ideologías de este mismo cuño «extorsionaban y asesinaban a los demócratas vascoespañoles».
Usted, ¿es de izquierdas o de derechas?
Estoy dentro de una ciudadanía democrática radical que formula que somos libres e iguales. Creo que hay que luchar por medidas socialdemócratas y por el mantenimiento del liberalismo, pero dado que la izquierda está como está, soy de derechas, porque la izquierda ahora es intransigencia y esa izquierda resulta nefasta para el conjunto del país. Hoy, invocar a la izquierda es lo peor que puede suceder.
«Lo que estamos viendo es cómo se convierte en judíos a los que no son nacionalistas»
Fernando Savater
¿En qué le ayudó Euskadi en el despertar del sueño del izquierdismo?
Cuando recuperamos la democracia en España, de repente, veo con sorpresa que en el País Vasco había gente que prefería a los enemigos de la democracia, los terroristas y los separatistas, porque se suponía que ellos eran de izquierdas, a los que eran demócratas. Entonces me dije, o sea que los de izquierdas, cuando llega la democracia, no están contentos con ella, sino con los que matan a los que defienden la democracia. Eso me hizo despertar del sueño.
«No hay ideología política más contraria al progresismo y la democracia que el separatismo», escribe.
Me parece evidente que si destruyes el Estado, destruyes las posibilidades sociales de vivir. La mayoría dependemos del Estado para defender nuestros derechos y deberes. La vida de un ciudadano se encuadra en una polis. El Estado no es un capricho. Es la forma de organizar una vida civilizada. Cuando ese Estado lo troceas es cuando empiezas a hablar de cuestiones territoriales, cuando, en realidad, a los territorios no les sucede nada. Esto no son los Balcanes. Es a los ciudadanos a los que les pasa algo. En Cataluña no se está luchando por el territorio. Se está luchando porque unos quieren imponer a los demás la obligación de ser nacionalistas y separatistas como son ellos. Ese es el verdadero problema. Cuando Macron lanza un discurso contra la presencia de un islamismo radical, habla de separatismo. Lo hace porque estas personas quieren introducir una religión que les dispensa de cumplir las leyes. El separatismo no solamente es territorial. También es ideológico y teocrático. El separatismo es tratar de fragmentar la ciudadanía de acuerdo a unos criterios que unos manejan y otros, no.
«Ni con el golpe de Tejero, España y sus instituciones han estado tan cerca del colapso»
¿Puede haber una evolución, una especie de conversión constitucional, de Bildu, Junts…?
La respuesta es no, pero esa contestación no la doy yo, sino ellos mismos. Cuando acabó el franquismo, la forma de integrarnos todos dentro de las instituciones democráticas es autorizar los partidos políticos y los sindicatos, pero ellos dicen no, yo no quiero la Constitución. En este país, formado por ciudadanos libres e iguales, los que han rechazado integrarse son ellos. Lo único que hacen es estar dentro de la democracia para acabar con las instituciones y el pluralismo que reina en sitios como el País Vasco. Hablan de pluralidad, pero la pluralidad solo existe entre vascos y gallegos, por ejemplo, porque dentro de los vascos ya no puede haber pluralidad. Esto es la paradoja. La respuesta la dan ellos. Es Otegui el que dice que no quiere integrarse en España.
Pedro Sánchez pacta con ellos.
Todos los males que no se cortan, acaban terminando con el Estado. El hecho de que en el Estado hayan proliferado muchos «estaditos» con sus normas y con sus leyes, destruye un Estado. Está viéndose. Esa idea de que los españoles no tienen una idea de España, sino una idea de su provincia. Ortega se dio cuenta. En España la gente tiene un enorme amor al terruño y una indiferencia enorme hacia la patria.
¿Hay algunos componentes xenófobos o supremacistas en estos separatistas?
Pocos no, muchos. Evidentemente hay un componente xenófobo. Es ese decir: «Yo no soy como un señor de Murcia». Ese es el discurso. Cuando los nacionalismos se dedicaban a hablar de una manera más clara, las cosas eran como las que afirmaba Pujol, que los andaluces eran gente peligrosa porque no estaban humanamente constituidos como los catalanes y cosas por el estilo. Por supuesto que hay una discriminación, la idea de que hay unas razas superiores y más fuertes y yo qué sé… Todos los nacionalismos han pasado por estos planteamientos. Lo que estamos viendo es la idea de convertir a todos los compatriotas en judíos, como decía un amigo en el País Vasco. O sea. Somos judíos todos los que no somos nacionalistas, entre los de la raza pura que son los nacionalistas. Se da en el País Vasco y en Cataluña.
«Sánchez no tiene la culpa de todo, se le podía haber quitado de en medio el 23J y no se hizo»
Fernando Savater
¿Podemos?
Es el comienzo de la decadencia que ha tenido la política en España durante los últimos años. Podemos introduce lo peor de los movimientos bolivarianos, que han sido la desgracia en América y han llevado a Venezuela a vivir en la miseria. Esos principios que han sido destructivos, los han traído aquí. Y, para mi asombro, cinco millones de personas se tragaron el anzuelo. España nunca ha estado más cerca de un colapso, de un peligro colectivo que ahora. Ni siquiera con el golpe de Tejero estuvimos tan cerca del desmoronamiento de nuestras instituciones, nuestros valores y nuestra convivencia.
Dice que hay un blanqueamiento de los separatistas por parte de los líderes de Podemos.
Podemos sabe que un proyecto comunista no tiene posibilidades en un país democrático. Para que el comunismo tenga una oportunidad tiene que trastocar la normalidad de un sistema democrático. Por eso, hay que luchar contra el sistema, apoyar fuerzas antisistema, para que de ese tambaleo del sistema que producen estos movimientos salga una oportunidad para que el comunismo se apodere de la sociedad. Y eso es lo que se está haciendo.
«Cualquiera que trate de destruir la unidad de un país es el máximo reaccionario»
Ellos están con Sánchez.
En el PSOE hubo excelentes personas y he tenido y tengo amigos socialistas impecables, pero el partido ha encontrado en Sánchez el guía que necesitaba para cometer abusos, desmanes y errores. Sí, Pedro Sánchez tiene culpa, pero no de todo. Se lo podían haber quitado de en medio. El 23-J este país tuvo una oportunidad. Ya todos sabíamos quién era y lo que iba a hacer, pero le sacaron del hoyo. Si alguien cree que la derecha es más horrorosa que los desastres que está cometiendo ahora la izquierda…
El progresismo en España es reaccionario, dice.
Los separatistas son los más reaccionarios. Cualquiera que trate de destruir la unidad de un país es el máximo reaccionario.
«El PSC es un elemento cancerígeno».
Sí, porque lo peor que puede ocurrir es que las instituciones se pongan al servicio para desestabilizarlas. Cuando llega una cosa así al Constitucional y ya sabes que este Tribunal va a dar la razón a los que atentan contra las instituciones, es lo peor que puede suceder.
El diario «El País». Formaba parte de usted, casi.
He estado 50 años escribiendo en ese periódico. He estado con todos sus directores y redactores jefe. He hecho amigos íntimos y he escrito hasta en Deportes. En fin, es dar un portazo. No solo es despedirse de 50 años de vida de uno, es despedirse de uno mismo, porque claro, yo soy ese periódico y separarme de lo que he sido, de lo que soy… Creí que al final habría un cambio, un giro, que se estaban dando cuenta. Desgraciadamente, me equivoqué.