Si Mario Vargas Llosa comenzó Conversación en la catedral preguntándose cuándo se jodió el Perú, el Flamengo de Brasil tenía que venir a Lima para saber cuándo terminaba su maldición en la máxima competencia de Sudamérica: la respuesta fue este sábado 23 de noviembre, justo a 38 años de su hasta ahora única Copa Libertadores, cuando en los últimos tres minutos revirtió una desventaja contra River Plate y se llevó, con formato de hazaña, el segundo máximo título continental de su historia.
El gigante de Río de Janeiro venció 2-1 a River y, después de casi cuatro décadas de espera, encontró su reivindicación internacional en el Monumental de Lima, magnífica sede de la primera final única en la historia del torneo. El Flamengo era demasiado grande como para que aquella de 1981, liderado por Zico, fuese su única Copa Libertadores. Desde el 11 de diciembre intentará en Qatar ganar el Mundial de Clubes alentado por un buen guiño como antecedente: en el antiguo formato, la Intercontinental de 1981, le ganó justamente al Liverpool, también actual representante europeo.
Para el equipo brasileño es hora de nuevos héroes, como Gabriel Gabigol Barbosa, goleador de la Libertadores con 9 tantos y autor de los dos goles en los minutos 88 y 91 para vencer a un River que estuvo en ventaja casi todo el partido y entregó con dolor, aunque también con orgullo, el trono que el año pasado le había ganado en Madrid a Boca, su máximo rival.
Hasta los 43 minutos del segundo tiempo, nada hacía prever que Flamengo saldría con vida de la emboscada que le había tendido el River de Marcelo Gallardo. Incluso el alargue parecía un gran negocio. Sustentado en su calidad futbolística y poder económico, como si fuese un equipo europeo compitiendo en Sudamérica, se pensaba que el equipo brasileño mostraría su presencia desde el comienzo. Por algo era el favorito: el currículum y el carisma de Jorge Jesús en el banco de suplentes, los goles de Gabigol y Bruno Henrique en la delantera, y la experiencia en las grandes ligas de Felipe Luis, Diego Alves y Rafinha en defensa parecían confirmar un combo suficiente que llevaría al Flamengo a pisar fuerte en el Monumental de Lima.
Sin embargo, del equipo que arrasó 5-0 a Gremio en las semifinales de la Copa y que está a punto de consagrarse campeón del Brasileirao -este domingo, si lo ayudan los resultados de sus perseguidores, puede ganar el título de su país- no hubo noticias hasta dos minutos antes del final. River, un equipo acostumbrado a jugar partidos decisivos, se puso en ventaja con un gol del colombiano Rafael Santos Borré, ex delantero del Villarreal, a los 14 minutos del primer tiempo y controló sin mayores problemas el resto del partido.
Si Enzo Pérez y sus 34 años y Exequel Palacios y sus 21 habían sido los dueños de la tarde peruana, Gabigol -un talento de 23 años que pasó sin hacer ruido por el Inter de Milan y el Benfica entre 2016 y 2018- entró al olimpo del Flamengo, el equipo con mayor cantidad de hinchas genuinos en el mundo: según las encuestas, 40 millones de los casi 200 milllones de brasileños son del Mengao, como atronó en Lima este sábado.
En tres minutos, el Flamengo terminó con 38 años de estar jodido en la Libertadores.