Fogoso comienzo de un curso electoral
Pedro Sánchez, a favor de que se celebre un referéndum sobre el autogobierno en Cataluña
Sánchez descarta el impuesto a la banca y aprobará uno a las transacciones financieras
Los líderes políticos españoles han reunido a las direcciones de sus partidos y se han lanzado a radios, televisiones y redes para inaugurar la temporada. Gobierno y oposición han iniciado con fogosidad y aceleración un curso político incierto, marcado por la inestabilidad y fuertemente condicionado por el horizonte inmediato de un nuevo ciclo electoral que abrirán oficialmente las autonómicas andaluzas. Aún no se sabe si en otoño-invierno, o en marzo del próximo año. Depende de la voluntad de Susana Díaz. A las andaluzas seguirán las municipales, autonómicas y europeas de mayo. Tres urnas que marcarán a los partidos el camino de las generales.
La inauguración del curso viene a ser más bien una convención para mantener las tradiciones de la vieja política o acompasarse al ritmo de las costumbres sociales, ya que la política española ni descansa, ni se toma vacaciones desde hace tres años. El baile es permanente, incesante e ininterrumpido. Las generales del 20-D de 2015 abrieron un periodo de vaivenes e incertidumbres -agravadas por la crisis catalana– en el que aún permanece el tiempo político. La constante vital más relevante de estos tres años ha sido la existencia de gobiernos en minoría, inestables y con escasa o nula capacidad para legislar.
La parálisis y el desgaste caracterizaron los últimos dos años de Rajoy en La Moncloa. Tras la operación relámpago de la moción de censura, el voluntarioso y entusiasta Gobierno de Pedro Sánchez ha descubierto que gobernar se le ha puesto difícil. La Moncloa no está en disposición de trazar una hoja de ruta determinada, porque la mayoría parlamentaria que le votó para echar a Mariano Rajoy se ha disuelto. Como mucho, el Ejecutivo podrá ir tirando a base de decretos ley, de medidas sociales puntuales, o de relato político en vena que le permita resistir el acoso de una oposición que exigirá elecciones a diario.
Aunque el presidente Sánchez ha anunciado que enviará sus Presupuestos a las Cortes, las posibilidades de que sean aprobados, a día de hoy, no son muchas. El Gobierno está negociando con Podemos y podría llegar a un acuerdo que le garantice 155 votos a favor. Pablo Iglesias, en su reaparición tras dos meses de baja para cuidar a sus hijos, dejó un mensaje optimista sobre el pacto. Pero el Gobierno aún necesitaría a ERC y al PDeCAT para aprobar el Presupuesto. La escalada de tensión en Cataluña no favorecerá su aprobación, sino todo lo contrario. El presidente del Gobierno ha decidido administrar el tiempo con astucia. El proyecto de ley de Presupuestos empezará a tramitarse y eso le permitirá mantener la esperanza y el discurso de la gobernabilidad. Pero el proyecto no será aprobado, ni rechazado, hasta febrero o marzo del año próximo. Si se devuelven, la lógica implacable sería la convocatoria anticipada. Pero faltando tan poco tiempo para las municipales, autonómicas y europeas de mayo, Sánchez podrá justificar la prolongación de la legislatura.
Antes de llegar ese momento, el Gobierno tendrá que atravesar el peligroso desfiladero catalán. La buena disposición y el talante de Pedro Sánchez hacia el independentismo catalán no se ha visto correspondido ni un poco. Torra fue recibido en La Moncloa con todo tipo de muestras de afecto, pero cuando regresó a la vera de Puigdemont ya no hubo nada que hacer. Sánchez ha expresado su fe en que las autoridades catalanas se limiten a organizar performances pro-republica y no traspasen los límites de la ley, pero no tiene seguridad completa de que vaya a ser así. Lo cual le obligaría a volver al artículo 155, dando la razón a PP y Ciudadanos.
Es llamativa la falta de interlocución del no hace mucho denominado constitucionalismo, ante la grave crisis catalana. No ha habido ni siquiera un amago de respuesta conjunta a los incidentes y las agresiones en torno a la colocación o retirada de los lazos amarillos de las calles. El líder de Ciudadanos lamentó ayer no tener comunicación directa con Sánchez ni con Casado. El presidente sí se entrevistó con el nuevo líder del PP. Con Albert Rivera no ha establecido contacto. PP y Ciudadanos, enfrascados en una batalla por el voto de los electores de centro-derecha, no han dado ni darán tregua a Pedro Sánchez cuando comience el periodo de sesiones, que será esta misma semana.