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Fouché, villano de cómic

El historietista Kim adapta al cómic 'Fouché, el genio tenebroso', la extraordinaria biografía de Stefan Zweig sobre el influyente político francés del siglo XVIII y XIX

Una de las viñetas del volumen

Es obligado comenzar con una breve reflexión sobre el personaje protagonista de esta novela gráfica que llega al mercado de la mano de Norma Editorial. En su portada, Kim realiza un esplendido retrato al óleo sobre tela de Joseph Fouché que resume a la perfección el espíritu de aquello que va a ser narrado en las páginas. El historietista tiene la idea de dibujar el rostro en primer término del político con una mitad coloreada con tonalidades carnosas, y la otra, en tonos verdes o rojos —«un poco como el doctor Jeckyll y Mister Hyde», afirma Kim—; pero finalmente, opta por una solución menos fantasiosa y, a mi juicio, mucho mejor.

Retrata el semblante de Fouché de forma naturalista, creando un busto de un hombre duro y enigmático, conscientemente inexpresivo, y con una mirada tan inquisitiva como penetrante. En otras palabras, no hay un centímetro de este minucioso dibujo que permita atisbar que es lo que pasa por la mente del retratado. Poderoso, severo, e inescrutable. No se puede sintetizar mejor al que fuera uno de los personajes más célebres de la Francia de finales del siglo XVIII y principios del XIX.

Totalmente atrapado

Su figura fascina a Kim: «Descubrí el libro de Zweig y quedé atrapado de forma inmediata por su protagonista; y cuando aparecía Napoleón, su lectura se volvía aún más apasionante. Fouché y Bonaparte eran los dos hombres más poderosos de Francia y se necesitaban mutuamente. Napoleón era un genio militar, mientras que el poder de Fouché residía en gran medida en la información que manejaba. Como jefe de policía, conocía todos los secretos de todo aquel que era relevante en Francia; era como una especie de Edgard Hoover de la época. Hasta la Emperatriz Josefina era parte de su red de espionaje».

Desde luego, Fouché como figura histórica es un personaje difícil de clasificar. Comienza medrando en las filas de la Iglesia durante el reinado de Luis XVI (aunque sin llegar nunca a tomar los hábitos). Se convierte en héroe de la Revolución Francesa con métodos sanguinarios, para enfrentarse posteriormente a Robespierre, colaborando activamente en su caída. Se mantiene en lo alto del poder durante el Directorio, el Consulado y el Imperio Napoleónico; y por si todo esto fuera poco, aún goza de cargos destacados durante los primeros años del regreso de la monarquía de Luis XVIII; que es además testigo de excepción de su boda en segundas nupcias, a pesar de que el nuevo monarca era más que consciente de que su hermano, el malogrado rey Luis XVI, fue guillotinado durante la Revolución con el voto, entre otros, del propio Fouché.

Kim narra e ilumina al tiempo. Su dibujo caricaturesco no debe llevar a engaño

Se trata por tanto de un político todo terreno que, como bien afirma Kim, «puede recordar a esos políticos actuales que «cambian de chaqueta» sin ningún problema». Esto lo convierte en un personaje de actualidad, aunque huelga decir que la astucia y habilidad de Fouché para moverse en el mundo de la política no tiene parangón, especialmente si se compara con los torpes movimientos de los políticos actuales para perpetrarse en el poder. «Fouché tenía esa habilidad para, cada vez que caía, regresar aún con más poder e influencia», apunta acertadamente Kim.

Fouché y su contemporáneo Charles Maurice de Talleyrand (secundario de lujo en los últimos capítulos de esta historia) son el ejemplo de un tipo de hombres capaces de navegar en el entramado del poder para adaptarse a los cambios. Y, en este sentido (estrictamente cínico), encajan a la perfección con la percepción de una parte importante de la ciudadanía contemporánea, que se encuentra absolutamente desencantada con el ejercicio de la política.

 

Detallle de la portada del libro

 

La calidad del texto de Zweig está fuera de toda duda, y por ello, cabe preguntarse cuál es el valor de llevar al cómic dicho libro. O, en otras palabras: qué es lo que aporta Kim de novedoso al lector con su trabajo.

Lo primero que hay que destacar es que esta adaptación se encuentra a mitad de camino entre un cómic y un texto ilustrado. Se acerca al noveno arte en la medida en que Kim construye un relato ágil y ameno apoyándose en una eficaz narración visual; pero al mismo tiempo desea permanecer férreamente fiel al texto que adapta, por lo que incluye abundantes didascalias en las que se reproducen amplios fragmentos del texto de Zweig de forma literal.

Ahondando en el talento gráfico de Kim, hay que destacar su dibujo minucioso, puesto al servicio de la erudición. En la adaptación al cómic de ‘Fouché el genio tenebroso’, cada personaje, palacio, vestimenta, o cualquiera de los miles de objetos que aparecen en sus páginas, están rigurosamente documentados a partir de libros, grabados, periódicos de época…

La cosa se complica

Kim cuenta que «la primera parte es la más sencilla de documentar, porque está ambientada en París y Lyon y se centra en los revolucionarios y las calles de París. Pero la cosa se me complica mucho con la llegada de Napoleón, ya que los escenarios empiezan a ser mucho más diversos, aparecen los palacios con miles de objetos, o los militares con esos uniformes tan complicados de dibujar».

Y es que Kim narra e ilumina al mismo tiempo. Su dibujo caricaturesco no debe llevar a engaño. No practica una caricatura sintética y reduccionista, sino todo lo contrario. El historietista tiene el talento propio de un miniaturista. Cada una de sus barrocas viñetas está cuajada de personajes y detalles tan minuciosos y bien dibujados que es imposible no asombrarse.

Kim trabaja a la manera tradicional. Primero el lápiz, luego una cuidada tinta, y finalmente, el color a la acuarela. El formato para esta obra es igualmente clásico. La mayor parte de las páginas utilizan la estructura de dos columnas con tres viñetas en cada una de ellas; y a pesar de que esas viñetas en rara ocasión superan los 12 cm de longitud, en su interior cabe todo un mundo.

El ‘horror vacui’ es seña de identidad de su dibujo, y Kim, que es un consumado maestro a la hora de rellenar la viñeta, ofrece un espectáculo visual en cada una de ellas. En pocas palabras: Zeiwg nos cuenta como es Fouché y el tiempo que le tocó vivir, mientras que Kim, nos lo muestra.

 

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