Francisco, el Pastor
Lo primero que me llamó la atención de su viaje a Cuba, fue su caminar. Se le notaba cansado, de paso inseguro y cierta adustez en el rostro. Son 77 años tras de sí, sumido en presiones internas de todo tipo: de poder, interpretaciones teológicas, políticas, pastorales, sínodos, perdones, separaciones. Poner las cosas en su lugar en la jerarquía, en El Vaticano, en las finanzas, abusos sexuales, gastos superfluos, comodidades y, fundamentalmente, rescatar la esencia del cristianismo, maquillado durante siglos hasta casi convertirlo en un ritual social.
Y en realidad, ha venido moviéndonos el piso a los cristianos y no cristianos. A los obispos, sacerdotes y consagrados los ha enviado a la calle, a pastorear su rebaño, a predicar la Palabra, a dar ejemplo, testimonio de la fe en la cual militan, militamos, mas allá de los modelos sociales, económicos o políticos que, con sus variantes, realidades y tiempos, en el fondo son los de siempre. Las tentaciones de David, el jornalero injusto, el apego a la forma, la escritura, la costumbre, el que asesina a los hijos del dueño del campo, la codicia, el que abusa del débil y condena a la mujer, el pobre, el lisiado, el padre misericordioso con el hijo calavera; el poder y la gloria. No es muy diferente el mundo que conoció Jesús al actual. Quizá por ello separó su reino de este mundo.
El papa tiene poder y lo ejerce, y no puede substraerse de él; pero es un poder moral, espiritual que le reconoce su investidura de guía y coordinador del obispado, y quienes creemos que el Espíritu Santo le inspira en su apostolado, si así lo pide y lo merece; no es una gracia que le viene con el cargo.
Quizá por ello ha recibido tanta critica de su viaje a Cuba, de cristianos, no cristianos, cubanos y no cubanos. Cada uno con su argumento. Algunos interesados, otros despiadados, injustos y tendenciosos, elementales y hasta frívolos. El de Jorge Ramos, por ejemplo, no solo fue superficial sino tendencioso y con innumerables falacias en sus afirmaciones. Montaner tiene una posición tomada que, a pesar de sus méritos intelectuales y políticos, cede ante lo emotivo. Republicanos y demócratas le escrutan hasta el color de los zapatos, por lo del cambio climático, el capitalismo desatado, el aborto, la homosexualidad, el divorcio y pare de contar. Cada con su historia, su percepción e interés.
Lo dijo antes de salir: “Voy a Cuba en Misión pastoral”. La política ya la hizo, al comprometer a las partes a un diálogo que no sabemos donde va a llegar, pero que por ahora pareciere que es cuestión de tiempo, de poco tiempo, para que “Cuba se abra al mundo” como le solicitó con firmeza Juan Pablo II a Fidel Castro el 19 de noviembre de 1.996 en el Vaticano. El papa Francisco habló como pastor de una Iglesia menguada que sufrió la mayor persecución que hiciera la revolución cubana sobre religión alguna, la católica. Fue al rescate del rebaño encomendado.
Lo afirma y lo repite, “no digo nada sobre economía que no esté en la Doctrina Social de la Iglesia”. La política frontal, o no, se la dejó a Obama y a la Unión Europea. Sin embargo, repitió en todos los actos, en presencia de funcionarios del régimen comunista, “No hay que tenerle miedo a los cambios”… “servir a la gente más que a las ideologías y no cerrarse frente a quienes piensan diferente”.
Cada uno de nosotros esperaba algo de Francisco en Cuba, yo soy uno. Pero si algo ha demostrado el Vaticano es que su política exterior no va a la inmediatez o espectacular, va a los resultados. Seamos humildes y démosle un voto de confianza a la sabiduría del Vaticano en estas cuestiones de Estado.
Juan José Monsant Aristimuño/Exembajador venezolano en El Salvador