El aquelarre de brujas que danzan en Moscú para respaldar con sus abracadabras la invasión de Ucrania y el grupo de universitarias que organizan el socorro a los millares de compatriotas desplazados por los bombardeos, son las dos caras de la tragedia que nos conmueve desde hace un mes sin que pueda avizorarse una solución satisfactoria para las partes en conflicto.
Y, sin embargo, quizás sea suficiente el contraste del centenar de hechizadas en el salón de un hotelucho donde el tradicional macho cabrío habría sido sustituido, según el ABC madrileño, por una foto de Vladimir Putin, con la frescura del equipo de jovencitas concentradas de sus laptops, para tomar partido contra un pasado que hiede a rancio.
Aljona Polin es la lideresa autoproclamada del Imperio de las brujas más poderosas, con escasas posibilidades de vencer a un rival como Bogdan Nesvit, de 30 años, co-fundador de la plataforma Holy Water; uno más de los 300 mil informáticos de 18 a 32 años que trabajan en toda Ucrania, a partir de un plan elaborado desde que en 2014 se perfiló en el horizonte el zarpazo militar.
Vive con ochenta colaboradores y sus familias y funcionan en un hotel en las vecindades de Polonia tras la evacuación de sus oficinas en Kiev, tan exitosa como la de otras 8.700 compañías de una industria tecnológica que –según el Guardian londinense- se triplicó desde 2016 y mueve casi 7 millardos de dólares con la incorporación anual de 25 mil nuevos graduados.
Se habían fijado una meta de 16.3 millardos de dólares al horizonte de 2025 que la guerra ha puesto en jaque, y por eso se movilizaron para preservar las ventajas que Ucrania ofrece en términos de talento técnico, costo y calidad de vida, desde que Putin abrió operaciones sobre Crimea y el rincón oriental de su país.
Guerra avisada…una encuesta de la Asociación Ucraniana de Tecnología Informática verificó en febrero que el 90% de sus miembros ya tenían o desarrollaban planes de contingencia para trasladar empleados vulnerables, asegurar las bases de datos y conexiones alternativas de internet y transferir parte de la nómina y especialistas a la región occidental y otros países de Europa.
Otra empresa, Star, inspirada en la experiencia de países como Israel, estableció planes para solventar eventuales problemas de pago a sus empleados, 49% diseminados por todo el país, 18%, (en particular mujeres), movidos a Polonia y Alemania, una docena incorporados a la lucha y el resto anclado en la capital de manera voluntaria.
Desde allí, precisamente, el ejecutivo Nazar Sheremeta de CloudMade, ha optado por la resistencia corporativa con respaldo internacional, a pesar del tremendo stress que representan los bombardeos y la perspectiva de una eventual conquista por los invasores rusos.
Que pudiera, al final, no concretizarse si la resistencia prevalece con el apoyo de la comunidad internacional y, precisamente, el esfuerzo de los combatientes informáticos que hasta ahora frenaron el plan original de Putin, enfocados en tres objetivos: mantener los proyectos de contratistas como Toyota y Lutfhansa, ayudar a los amigos y familiares, y un voluntariado amplísimo que incluye obtener alimentos, manejar transportes, intercambiar combustible y reubicar a la población civil.
Y último, pero no menos vital, aplicando la experiencia tecno-informática en una cyberguerrilla en estrecho contacto con grupos como Anonymous, para infiltrar y torpedear las comunicaciones del invasor, recaudar fondos y, sobre todo, influir en la opinión pública rusa mediante las redes sociales.
Varsovia, marzo 2022