DeclaracionesDemocracia y Política

Furia

Victoria Villarruel no estaba mirando la tele cuando el Presidente la redujo a escombros durante una entrevista en el prime time de la noche. No escuchó en vivo el momento en que Javier Milei dijo que ella estaba fuera de todos los temas de gestión, que se había acercado demasiado a la casta y que no participa de las reuniones de Gabinete porque no quiere. La Vice, difícil chequearlo, asegura en su intimidad que abandonó la rutina de mirar algunos programas políticos porque dice que sólo percibe operaciones que salen desde la Casa Rosada. Como sea, cuando un integrante de su entorno, la llamó el miércoles a las 22 30 para contarle sobre las palabras del Presidente, Villarruel enfureció. Desde entonces, elabora masticando enojo pero buscando calma, cuál será su mecanismo de respuesta.

La decisión ya está tomada. “Aclaración”, dicen los que la ayudan a escribir. “Acá nadie preguntó nada así que sólo tocará aclarar algunos conceptos que están errados”. Le gusta destacar a los suyos que mientras el Presidente gira por el mundo, ella recorre las provincias agradeciendo el voto de la gente que “los” eligió. Habrá novedades en las próximas horas.

La última vez que la Vice compartió tiempo con Milei fue hace apenas tres semanas en un acto en la Policía Federal adonde los juntó el protocolo. Ya no hay expectativas de encuentros a solas entre los dos para discutir sus problemas. Apenas cruzan mensajes de chat cada tanto. Y sobre todo, desconfían el uno del otro. Ella fue construyendo un círculo chico que la custodia y con los que consulta absolutamente todo. Son nombres casi desconocidos públicamente, que juran perfil bajo y fidelidad. Se hacen llamar “los villarruelitos” y marginan a autoridades del Senado designadas por ella que pasaron a un segundo círculo. Esa construcción personal no es fácil en el mundo aislado que tuvo que edificar la Vice.

Pasaron cosas como el caso del joven emprendedor Kevin Pocovi, conocido por su aplicación para “estacionamiento inteligente” que era de su íntima confianza y ahora formó parte del grupo chico que estuvo con Milei en Mar-A-Lago.

Ayer, temprano en la tarde, Villarruel se juntó con su gente -algunos participaron por zoom-, otros sentados a su mesa de la Presidencia del Senado, ese despacho contaminado de historias similares aunque con ecuaciones distintas de poder: ahí vivieron la trampa de ser vice, Daniel Scioli, Julio Cobos o Cristina Fernández. En esa reunión se empezó a discutir el timing, el tono y los medios para contraatacar.

El Gobierno la espera. “Si sale y no se diferencia, ganamos nosotros. Si sale y se diferencia, tenemos razón que juega para ella”.

 

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