Gabriel Zaid: Inteligencia artificial
Hoy está de moda, pero la inteligencia artificial no es tan reciente. Además no es infalible y puede usarse de modo inepto o irresponsable.

La frase “inteligencia artificial” fue acuñada por John McCarthy para una serie de reuniones interdisciplinarias sobre el tema, en Dartmouth College (1956). La frase está de moda, pero la inteligencia artificial no es tan reciente.
En 1637, Descartes planteó la posibilidad de una máquina parlante: “Porque bien puede concebirse una máquina hecha de tal modo que profiera palabras […] como que, de tocarla en cierta parte, preguntara qué se le quería decir; o, en otra, que gritara que le dolía; y cosas semejantes. Pero no que fuera capaz de combinar sus palabras de manera distintiva, respondiendo al sentido de todo lo que se dijese en su presencia (Discurso del método, parte quinta).
Ejemplo actual: la operadora telefónica virtual que da instrucciones (para tal asunto, marque 1), pero no atiende ni conversa.
Una veleta “señala” la dirección del viento, una brújula “indica” dónde está el norte, un reloj “da” la hora; pero no conversan.
La inteligencia inerte pasó de los recursos que indican (veleta, brújula, reloj, termómetro) o calculan (ábaco, sumadora, calculadora, computadora) a los que parecen tomar decisiones:
El termostato “decide” poner en marcha el motor de un refrigerador, cuando la temperatura sube demasiado.
Los sensores fotoeléctricos del alumbrado público “deciden” cuándo encender o apagar las farolas.
El flotador “vigila” el nivel de agua de un tanque y “decide” cerrar la llave cuando sube demasiado (invento del mexicano José Antonio Alzate, en el siglo XVIII).
La internet, la web y las redes sociales aceleraron el desarrollo de la inteligencia artificial.
La internet tuvo como origen el proyecto militar de enlazar computadoras de distintos lugares. Intercomunicarlas permitía poner a salvo sus archivos en caso de que alguna fuese destruida (ARPANET, 1967).
De ahí se pasó al tejido virtual de redes de computación en todo el mundo: la World Wide Web (www), en 1989.
Los buscadores en la web empezaron con Yahoo! (1994), YouTube (2005), Bing (2009) y Google (1998), el más usado (miles de millones de búsquedas diarias).
Las redes sociales son servicios que permiten a usuarios (registrados) compartir información en línea: LinkedIn (2002), Facebook (2004), YouTube (2005), Twitter (hoy X, 2006), WhatsApp (2009), Instagram (2010), TikTok (2016).
Grandes archivos digitales: Project Gutenberg (1971, textos completos de 70 mil libros). Internet Movie DataBase (1990, datos de unas 700 mil películas). Library of Congress Catalog (1994, en línea; hoy con casi 37 millones de registros). Tutoriales en la web (1994, no se sabe cuántos millones). Internet Archive (1996, guarda millones de cosas que estuvieron en la web). Venice Classic Radio (1997, música clásica escuchable en línea). Netflix (1997, más de 5 mil películas). MedlinePlus (1998, información para médicos y pacientes). Wikipedia (2001, hoy en más de 300 idiomas). Google Libros (2004, con acceso a datos o texto de 130 millones de libros). Wikihow (2005, más de 50 mil artículos de how-to). Spotify (2006, más de 100 millones de canciones y más de 3 millones de videos musicales).
Chatbot, robot que parece conversar, con respuestas a preguntas preconfiguradas: Eliza (1966), ChatGPT (2022), NewDay Senior Care (2024).
Otros: Tennis for two, primer videojuego (1958, hoy unos 830 mil). Deep Blue de IBM derrota al campeón mundial de ajedrez (1997). Blog: bitácora personal que hoy llevan más de 50 millones (1994). Pódcast: cápsula de audio digital (2004, unos 4.5 millones). Grandes tiendas: Amazon (1994), AbeBooks (1996), Mercado Libre (1999). Identificación personal: Tarjetas y sistemas de reconocimiento de imagen, voz, huellas dactilares, iris.
Los Sistemas de Posicionamiento Global (GPS) empezaron hacia 1960 como un proyecto de la US Navy. Hay cientos de millones en vehículos, niños, ancianos y hasta mascotas.
La inteligencia artificial no es infalible. Puede responder con cosas que no vienen al caso o decir que no hay lo que sí hay. Además, puede usarse de manera inepta, irresponsable o con malas intenciones: falsificar documentos, voces o imágenes. No hay manera de ahorrarse la inteligencia natural, las precauciones ni la malicia. ~