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Galeano y Günter Grass

galeanoEduardo Galeano tomaba todas las mañanas el autobús en el viejo hotel La Alemania de Macuto para llegar de Conde a Padre Sierra, donde poco antes había abierto sus oficinas Prensa Latina, la agencia oficial de Cuba. A los 30 años era ya un periodista creativo, aficionado a los grandes reportajes. Eran los primeros años de 1970 y en América Latina cobraba fuerza la lucha anti-imperialista impulsada por la revolución cubana.

Uruguayo, adicto al café hasta su reciente muerte, era habitué del histórico Café Brasilero de Montevideo. Allí, en la mesa de la ventana, decía que se trataba de su segundo hogar. En aquellos días consiguió la idea de grandes reportajes sobre la situación latinoamericana, lacerada por la “intervención imperialista”.

Junto a otros intelectuales viajó a Maracaibo para un congreso internacional y se interesó por la explotación petrolera en la zona del Lago. Allí escribió un interesante trabajo que marcó el comienzo de un conjunto de investigaciones periodísticas con aliento literario, que se condensaron en el libro “Las venas abiertas de América Latina”. Las circunstancias de entonces hicieron que la obra se transformara en un manual de las juventudes rebeldes y de los núcleos anti-imperialistas de Latinoamérica. Todavía esos textos constituyen, pese al tiempo, la más contundente requisitoria contra la explotación colonialista en el continente. Tanto, que en 2009 en la Cumbre de las Américas realizada en Trinidad y Tobago, el presidente Chávez le hizo entrega de un ejemplar de lo que consideraba “una biblia latinoamericana” al recién electo presidente Barack Obama.

Con los años, Galeano consideró que su aventura literaria ya no guardaba relación con los nuevos tiempos y llegó a declarar: “yo no sería capaz de leer el libro de nuevo; para mí esa prosa de izquierda tradicional es pesadísima. Cuando la escribí no tenía la formación necesaria y aunque no estoy arrepentido de haberlo escrito, fue una etapa que para mí está superada”. Galeano destacó con nuevos libros que merecieron la acogida de los lectores, como “El fútbol a sol y sombra”, y sus reportajes en los semanarios montevideanos. El lunes 13 de abril Galeano murió en la capital uruguaya a los 74 años, víctima de un cáncer en el pulmón.

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Si algún escritor supo resumir el drama de la Segunda Guerra Mundial en su condición de alemán y polaco fue Günter Grass. Habituado a duras polémicas, fue un inmisericorde observador de la historia alemana, poniendo el dedo en la llaga sobre temas sensibles de su pasado reciente. Sus novelas “El tambor de hojalata”, “Malos presagios”, “Es cuento largo” y “Mi siglo” (una admirable colección de 100 relatos publicada en 1999, uno por cada año de la centuria) fue doblemente galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras y con el Premio Nobel de Literatura.

Hace apenas una semana en un hospital de Luebeck, en su lecho de enfermo, Grass confesó a su amigo y editor, el periodista español Juan Arias: “últimamente se habla mucho del peligro, de una III Guerra Mundial, y a veces me pregunto si acaso no empezó hace tiempo de una forma distinta a la de la primera y la segunda guerra”. Günter Grass murió el lunes 13 de abril a los 87 años.

 

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