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Galicia hunde a Sánchez y consolida a Feijóo

El PP resiste al empuje de la coalición nacionalista y de izquierdas. Los socialistas caen por debajo de su suelo histórico y Sumar y Vox no obtienen escaño

Fotos videoconferencia entre Feijóo y Rueda. Videoconferencia en la calle Génova entre el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, y Alfonso Rueda, candidato del PP a la Xunta de Galicia. Mudarra/Pp

 

El PP encadenó ayer la quinta mayoría absoluta en Galicia. Una victoria que rompe con la amenaza de que también esta comunidad histórica entrase en un proyecto de separación de España, que es la base sustancial del programa del BNG, aunque lo ha disfrazado en esta campaña porque ha aprendido la lección de las consecuencias de seguir los pasos radicales del «procés» catalán, con sus líderes sometidos a juicios, encarcelados o huidos de la Justicia española. La defensa de la identidad propia está de moda ante las incertidumbres globales y el BNG ha fiado su ascenso al compromiso exclusivo con los intereses gallegos, ocultando las partes más radicales de su programa.

Pero la Xunta se queda en manos del PP. La previsión de que la mayoría absoluta que dan los 38 diputados en el Parlamento gallego estaría más ajustada que en 2020 no se cumplió del todo. Hace cuatro años, entre mascarillas, los gallegos votaron en el marco de una pandemia en unas elecciones que el propio coronavirus había obligado a posponer y el PP repitió victoria aquella noche, con Alberto Núñez Feijóo como candidato, con 41 diputados, que luego fueron 42 con el voto exterior, una cifra que fue un hito para Feijóo ante un BNG que ya emergía como segunda fuerza con 19 escaños, su techo.

Los 40 escaños de Alfonso Rueda son también una victoria de Feijóo, con consecuencias en la política nacional que van más allá de la estabilidad de su partido. De la misma manera que también suponen una derrota del PSOE con efectos en Moncloa y en el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, además de enterrar a su candidato autonómico, José Ramón Gómez Besteiro: la estrategia fijada en Madrid hunde las siglas socialistas por debajo de su suelo histórico, después de que en 2020 ya cayera hasta su mínimo, los 14 diputados. De la noche electoral sale con 9 escaños.

El PSOE cae por debajo de su suelo histórico y Sumar y Vox no obtienen escaño

Los nacionalistas del BNG llegaban este domingo alentados por las esperanzas de un fuerte crecimiento y convertidos en alternativa. Las urnas les dejan en 25, desde los 19 que tenían. La aspiración de Sumar de entrar en el Parlamento gallego, cuyas posibilidades se centraban sobre todo en las provincias atlánticas, fracasa por no alcanzar la barrera del 5 por ciento y la vicepresidenta y líder de Sumar, Yolanda Díaz, se queda como partido irrelevante en su tierra, lo que también tiene una lectura nacional en su guerra con Podemos y cuando todavía no ha construido ni siquiera un proyecto político.

Democracia Ourensana, que se presenta solo en esta provincia, también consigue un escaño. En la práctica el umbral para entrar aquí es mayor ya que Ourense y Lugo cuentan con 14 asientos cada uno en el Parlamento, la provincia de Pontevedra tiene 22 y la de La Coruña, 25. Vox sigue siendo irrelevante, manteniéndose el freno que ya le impuso Feijóo en 2020, y sus miles de papeletas volvieron a favorecer indirectamente a la izquierda pero sin costarle la mayoría absoluta al PP. Lo mismo puede decirse de Podemos, pero a la inversa, que también se queda sin representación, algo que ya vio venir Pablo Iglesias cuando pidió a quienes sigue tutelando en la sombra que no optaran a estas elecciones e hicieran campaña a favor del BNG.

Vox sigue siendo irrelevante, manteniéndose el freno que ya le impuso Feijóo

Además de ajustar la fotografía gallega, estas elecciones suponen un fuerte respaldarazo para Feijóo, que decidió convertirlas en un plebiscito sobre la amnistía y la política de pactos de Pedro Sánchez para mantenerse en Moncloa después de no haber sido la lista más votada en las elecciones generales. Ésta es una estrategia que Feijóo trasladará, asimismo, a las próximas elecciones vascas y, por supuesto, a las elecciones europeas, primer examen nacional en junio del estado de salud de los principales partidos, y en el que, como no se deciden gobiernos, no se podrá apelar al voto útil.

La debilidad de la legislatura de Sánchez se mide también en la relevancia de estas citas electorales, que, en cierto modo, llenan la agenda política del presente curso parlamentario, junto con la ley de amnistía. Ya se escucha a los socios independentistas de Sánchez anticipar que no habrá Presupuestos de 2024, aunque se hayan empezado a negociar, porque el calendario aprieta y porque el coste de las demandas de los costaleros de la coalición sería demasiado alto hasta para el líder socialista. La amnistía no es el final del camino, sino el inicio de una carrera de reivindicaciones por parte de Carles Puigdemont, y, detrás de él, del resto de partidos independentistas y nacionalistas, tanto en el terreno del reconocimiento nacional de Cataluña y de una fiscalidad propia, por parte de Junts y ERC, como, con un perfil más moderado para el País Vasco, por el lado de PNV y Bildu. En una especie de complot conjunto, propiciado por Moncloa, pero que asfixia al presidente del Gobierno por estar secuestrado por sus pactos en su capacidad legislativa en el resto de materias.

Podemos también se queda sin representación, algo que ya vio venir Pablo Iglesias

Para el PP de Feijóo, Galicia es una pieza tan simbólica como lo es Andalucía para el PSOE, y, como ocurrió con la derrota socialista en Andalucía, este buen resultado consolida al líder popular dentro de un partido ordenado y sin movimientos internos, por más que la izquierda intente enfrentar a Feijóo con la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, en un reparto de papeles que a veces no está pactado, pero que es aprovechado por Génova para sumar en lugar de caer en el enfrentamiento, como ocurrió en la etapa de Pablo Casado. La dirección popular cree que la amnistía y las elecciones catalanas marcarán un punto de inflexión en la legislatura y Galicia les da fuerza para seguir peleando por construir una agenda legislativa paralela a la de la coalición y para confiar en una legislatura nacional que no vaya mucho más allá de las catalanas.

Y es que Galicia tendrá también consecuencias en la política catalana en un ciclo que culminará en Cataluña en un año como máximo. Durante ese tiempo veremos si hay o no ley de amnistía, sus efectos sobre Salvador Illa y sobre Pedro Sánchez, y qué consecuencias tiene la guerra del independentismo en la coraza en la que intenta protegerse la coalición.

 

 

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