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George Steiner sobre Heidegger: Un claro sobre oscuro

George Steiner: Heidegger. Fondo de cultura Económica, Col. Breviarios, Núm. 347. Traducción de Jorge Aguilar México, 1983. 214 pp.

 

 

 

Ni siquiera al exponer con fines divulgatorios la obra de un filósofo traiciona Steiner su proyecto central, tal como lo expone En el castillo de Barbazul: “Buena parte de mi obra se ha ocupado, directa o indirectamente con el intento de comprender, de darle expresión a los aspectos causales y teológicos del holocausto. Es evidente que ahí están involucrados mis propios sentimientos”. Justamente es a Heidegger a quien dedica uno de sus más reciente esfuerzos. “Veamos hasta donde podemos seguirlo, o hasta donde queremos” anuncia en el prólogo, con lo que hace acopio de parcialidad y de todo el impulso arbitrario y ambivalente que lo lleva, a él, intelectual judío, a revisar la obra filósofo cercano al nazismo, no sólo por, actitudes y declaraciones, sino también en ciertos componentes sustanciales su obra. Y si bien promete desde las primeras páginas sopesar los pros y los contras que ha suscitado la obra de Heidegger, acaba sucumbiendo ante la fascinación que ésta le produce. De tal modo, concluye que la suposición, varias veces expresada, de que la sombra de Heidegger dominará el pensamiento de finales del siglo XX, como Nietzche dominó, la sensibilidad a principios de siglo, no parece sin fundamento”.

Steiner dedica buena parte de su pesquisa a encontrar una explicación del rechazo total de Heidegger a decir algo claro y sencillo, o por lo menos inteligible, de su actuación bajo el nazismo o sobre el holocausto en general. Introduce un sesgo que parece inevitable para cualquiera que intente acercarse a Heidegger en nuestros días. No se trata de una preocupación ociosa, pero tampoco permite a Steiner llegar a conclusiones clara: “cualquier cosa que se diga en relación con al importancia de Heidegger y sobre la situación de su obra en el contexto de la filosofía, tal y como ahora se le entiende, resultará vulnerable”. Así, más que una introducción a Heidegger, el libro de Steiner es un atajo para llegar a él, o mejor dicho, para llegar a “claros” heideggerianos que tanto se mencionan en el texto. Pero Steiner llevaba rato abriéndose paso en el bosque de Heidegger; huellas menores de este trabajo fueron regándose en Extraterritorial y Languaje and Silence; ya en En el castillo de Barbazul la sola mención de Heidegger le sirvió a Steiner para argumentar contra la idea de que los nazis podían entregarse al arte pero no lo entendían, y de que el holocausto implicaba la proscripción forzosa del humanismo: “Una de las principales obras de que disponemos sobre la filosofía del lenguaje, sobre la interpretación total de la poesía de Hölderlin, se redacté al lado casi de un campo de concentración. La pluma de Heidegger no se detuvo ni su mente enmudeció”.

Y sobre todo, Heidegger es una presencia central en Después de Babel, el libro más voluminoso -y en muchos sentidos más rico- de Steiner. Adoptar ahora uno de sus extensos capítulos sobre la traducción, “El desplazamiento hermenéutico”, no sólo podía dar con exactitud lo que hizo Steiner en y con su Heidegger sino también hacerle justicia en un terreno que tiene mucho de heideggeriano. El libro de Steiner es también una traducción de Heidegger, y en los cuatro capítulos de su texto puede sentirse un movimiento sugerido por las mismas lecturas de Heidegger; es decir, el texto cumple un cabal “desplazamiento hermenéutico” que, según Steiner en Después de Babel, es “el acto de esclarecer, trasladar y anexar la significación” y consta de cuatro partes: 1) La confianza inicial, “la generosidad del traductor”, su confianza “en la `otra’ manera de decir”, una confianza evidente en el prólogo de Steiner a Heidegger. Aunque aquí a veces puede sentirse desde las primeras páginas que la admiración de Steiner por Heidegger es crítica, ésta a toda prueba su afecto y entusiasmo por el trabajo de Heidegger, su confianza “de que hay algo ahí”, al revés de los que consideran a Heidegger un charlatán. 2) A la confianza, sucede la agresión, una etapa de “incursión y extracción”. “El análisis aquí pertinente”, dice Steiner, en precisamente “el de Heidegger, cuando enfoca nuestra atención en la comprensión como acto, en el acceso (que es por definición anexión, y por tanto violencia), que va de Erkenntnis a Dasein. Da-sein, la `cosa situada allí’, la cosa que existe porque está allí” sólo alcanza su auténtico ser cuando comprende; es decir, cuando se traduce”. En el caso de Heidegger esto es de hecho lo que Steiner hace en el capítulo “Algunos términos básicos”: una traducción- comprensión, una anexión violenta al inglés y a la inteligencia de Steiner (y, vía Jorge Aguilar Mora, al español) de los términos y lugares heideggerianos. 3) Incorporación. O importación. “La fórmula de Heidegger: `somos lo que entendemos ser’, implica que nuestro propio ser es modificado por cada suceso de apropiación-comprensión (…) Aunque haya agresión y, en cierto nivel, destrucción, cada vez que se descifra, existen diferencias en el motivo de la apropiación y en el contexto de “traer a casa”. El capítulo siguiente de Heidegger incorpora, “trae a casa”, “El ser y el tiempo. 4) La comprensión que debe haber porque “volvemos a casa cargados, de nuevo en posición inestable, después de haber roto el equilibrio del sistema todo, sustrayendo de la `otra’ lengua y sumando, a veces con ambiguas consecuencias, a la propia. Vacilante, el sistema apenas se sostiene después de eso hermenéutico establezca alguna compensación. Si se desea auténtico, tal acto debe mediar en el intercambio y en la paridad restaurada” (aquí, y en lo de arriba, trad. de Adolfo Castañón). Esto es lo que Steiner hace en la última parte de Heidegger. “La presencia de Heidegger”, con todo y sus “ambiguas consecuencias” al tratar la participación o el silencio de Heidegger en el nazismo, pero dejando al cabo la sensación, efectivamente compensatoria, de un equilibrio restaurado:

Martín Heidegger es el gran maestro del asombro, el hombre cuya perplejidad ante el hecho escueto de que somos en lugar de no ser ha colocado un obstáculo radiante en el camino de la obviedad. Su pensamiento vuelve imperdonable cualquier gesto de condescendencia, incluso momentáneo, ante el hecho de existir. En el claro del bosque al que conducen, sin alcanzarlo, sus sendas irradiantes, Heidegger ha postulado la unidad del pensamiento y de la poesía, del pensamiento, de la poesía y del acto supremo de la dignidad y celebración humana que es dar gracias. A metáforas más insignificantes entregamos nuestra vida.

Y es en este último capítulo, cuando Steiner discute la presencia de Heidegger en la cultura y la literatura y lo restaura, que el lector de Steiner vuelve a tener al Steiner de los otros libros (y no sólo al trasladador o exponente de Heidegger): el discurridor, el de la cita exacta y estimulante todas las veces, el enlazador de obras y tiempos, el rastreador de “topologías de la cultura”; el jugador literario dado a manejar textos alejados entre sí hasta volverlos coincidentes, como en su selección de esta cita de Coleridge, puesta ya casi al final de Heidegger, donde Steiner logra que el mismo Coleridge anticipe a Heidegger:

¿Has elevado alguna vez tu mente la consideración de la EXISTENCIA, en sí y por sí misma, la existencia en cuanto acto puro de existir? ¿Te has alguna vez dicho a ti mismo, gravemente, !ES! sin tener en cuenta en ese momento si tienes ante ti un hombre o una flor o un grano de arena? ¿Sin referirse, en fin, a ningún modo o forma particular de existencia? Si realmente lo has logrado, habrás sentido seguramente la presencia de un misterio que habrá suspendido a tu alma de terror y asombro. Las palabras; íNo hay nada! o íHubo una vez en que no hubo nada! se contradice a si misma. Está esto tan dentro de nosotros que rechaza esta proporción con una luz plena e instantánea, como si fuera la contra- evidencia misma que afirmara su propia eternidad (The Friendo II, XI).

En Heidegger como en el resto de su obra, antes que su buscador de dificultades Steiner es un buscador de dificultades Steiner es un constante y prolijo repartidor de claridades.

George Steiner ha tenido buena suerte, en número y calidad, en sus traducciones al Español. Antes de Heidegger, la editorial ERA tradujo Tolstoi o Dostoievski y el Fondo de Cultura Económica Después de Babel; aspectos del lenguaje y la traducción. Seix Barral y Guadarrama, de España, tradujeron Extraterritorial y En el castillo de Barbazul, respectivamente, y Monte Avila de Venezuela tradujo. La muerte de la tragedia. Entre nosotros, la revisión no sólo más completa, sino la única, de todos estos libros apareció en dos números (Enero, 1982; 1032 y 1033) de la Cultura en México, suplemento de siempre! Estos números incluyen también la traducción de un texto de On Difficulty (“Y después del libro , ¿qué?”), libro de Steiner inédito en español, y de un capítulo de la última novela de Steiner (cuando volvió a la ficción después de su trilogía escrita en los cincuenta. Anno Domini, igualmente inédita en Español) sobre Hitler vivo y capturado es Sudamérica: Deportage to San Cristobal of Adolph Hitler (Faber & Faber, Londres, 1981); se trata de un experimento narrativo, la puesta en ficción de una o varias de las preocupaciones centrales en la obra crítica de Steiner (incluso vuelve a ella en su prologo a Heidegger, cuando dice que uno de los aspectos de su interés intelectual y del libro es “retornar, quizás en forma obsesiva, a las relaciones entre la cultura alemana” -y en otras partes de su obra, entre la cultura en general- “y el nazismo, un complejo tejido en el cual tiene un papel esencial el idioma alemán, que Goethe y Kant, pero también Hitler, practicaron con maestría”). Deportage to San Cristobal of A.H. echa mano tanto de la complejidad verbal como de la anécdota llana; recurre a la contundencia de su capacidad intelectual lo mismo que a las películas al respecto (las fantasías sobre Hitler vivo, igual que otros nazis, en Sudamérica) para el consumo masivo; la novela puede leerse como una versión steineriana, meditada al máximo, de cosas como Los niños de Brasil de Ira Levin y similares, o como un homenaje secreto – una ampliación ficticia- al Eichmann en Jerusalén de Hannan Arendt su ejemplar intuición o adopción de “la banalidad del mal” en los juicios contra los criminales nazis de guerra.

 

Publicado en Nexos, en diciembre, 1983.

 

 

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