Giorgia Meloni, el nuevo rostro de la derecha italiana que quiere desplazar a Matteo Salvini
Es ya un fenómeno político y aspira a convertirse en la primera mujer que llega a la jefatura del Gobierno en el país transalpino
Es la cara de la nueva derecha y aspira a convertirse en la primera mujer que llega a ser primera ministra en Italia. Giorgia Meloni (Roma, 45 años), líder del partido Fratelli d’Italia (Hermanos de Italia) se ha confirmado, en la reciente convención programática en Milán, la capital económica del país, como la candidata más acreditada del centro derecha para el Palacio Chigi, sede de la presidencia del Gobierno, lanzando este mensaje: «Nace el partido de los conservadores, alternativos a la izquierda. Estamos listos para gobernar». En estos últimos meses de legislatura, Meloni encabeza las encuestas, que dan al centro derecha ganador en las elecciones generales previstas para marzo 2023, aunque podrían adelantarse.
A los 15 años, Meloni se inició en la política, en el movimiento estudiantil.
Antes de hacerse periodista, se buscó la vida en diversos trabajos, como camarera o ‘baby sitter’. A los 21 años fue elegida asesora de la provincia de Roma. Tiene el récord de ministro más joven en la historia republicana, cuando a los 31 años fue nombrada responsable de la cartera de Juventud en el Gobierno de Silvio Berlusconi. Es la única mujer líder de un partido político italiano. En 2020 fue elegida presidenta del Partido de los Conservadores y Reformistas Europeos, del que también forma parte su socio español Vox.
Madre soltera, Meloni mantiene una relación con un periodista, padre de su hija Ginevra. En el libro autobiográfico, ‘Yo soy Giorgia. Mis raíces, mis ideas’ (Rizzoli, mayo 2021), del que se publicaron 14 ediciones en tres meses, cuenta que nació porque su madre decidió no abortar y que su padre, un asesor fiscal en Roma, abandonó el hogar y se marchó a las islas Canarias cuando ella tenía 12 años. «Debo todo solo a mi madre. Porque la verdad es que yo no debería haber nacido –explica Meloni– . Cuando ella se quedó embarazada, tenía 23 años, una hija (Arianna) de un año y medio y un compañero –mi padre– con el que no andaba ya de acuerdo y que, desde hacía tiempo, tenías listas las maletas para marcharse lejos. Una familia herida (…). Casi la habían convencido de que no tenía sentido dar a luz a otra niña en esa situación». Al final, cuando su madre se dirigía a la clínica para abortar, en la puerta cambió de idea: «No quiero abortar. Mi hija tendrá una hermana». Esta es la confesión que hizo a Meloni su madre.
Meloni se ha convertido en un fenómeno político. Su análisis geopolítico sobre la guerra de Ucrania, muy atlantista, y de apoyo a Draghi en el envío de armas a Kiev, se alaba por su lucidez, distanciándose de Salvini. El consenso que ha logrado Meloni es extraordinario. En diciembre de 2012, fue cofundadora de Hermanos de Italia, del que es presidenta. Hoy se ha convertido en el primer partido italiano: la sociedad SWG le otorga un 22,6% en intención de voto, por encima del Partido Democrático (21,8%), de izquierda, en un sondeo del 23 de mayo.
Se ha beneficiado políticamente al estar en la oposición al Gobierno de Mario Draghi. Hermanos de Italia es el único de los grandes partidos que no forma parte del Ejecutivo de unidad nacional. Los sondeos indican que si hoy hubiera elecciones, las ganaría el centro derecha. De ahí que Meloni aspire legítimamente a convertirse en la líder de la coalición del centro derecha, al desplazar al secretario Matteo Salvini, a quien ha abandonado más de la mitad del electorado que lo votó en las elecciones europeas de 2019. Entonces, la Liga obtuvo el 34,26% de los votos, hoy se sitúa en el 15,8%, siendo el tercer partido más votado. Por su parte, Hermanos de Italia, que alcanzó el 6,44% hace tres años, ha crecido casi 16 puntos porcentuales. Se demuestra así que Liga y Hermanos de Italia son vasos comunicantes en el electorado de la derecha: lo que perdió Salvini casi lo ha ganado Meloni. A diferencia de Salvini, que se identifica con Marine Le Pen, la líder de Hermanos de Italia afirma que «no se ve representada en la Le Pen». Es, además, la política mejor valorada, después del presidente de la República, Sergio Mattarella, y del primer ministro, Mario Draghi. Meloni mantiene con Draghi una relación «buena y cordial».
Un nuevo viaje
Hermanos de Italia es heredero de una cultura nacida del posfascismo, pero no puede ser considerado neofascista, según el politólogo y profesor emérito de Historia contemporánea Ernesto Galli della Loggia: «Fratelli d’Italia podría legítimamente aspirar a representar en Italia la derecha conservadora que nunca existió en la Segunda República. Una derecha conservadora muy diferente a la del pasado». Giorgia Meloni explicó en la Convención de Milán cuál es la identidad del partido: «No somos una repetición de cosas ya vistas, de las viejas etiquetas. Estamos listos para emprender un nuevo viaje que traerá las ideas de los conservadores al Gobierno del país, cuando los italianos nos llamen a esta responsabilidad».
El profesor de Historia Contemporánea en la Universidad LUISS de Roma, Giovanni Orsina, el politólogo y escritor que mejor ha explicado hacia dónde camina la derecha y el centroderecha italianos, y por tanto probablemente Italia, describe así el camino emprendido por Meloni: «Es innegable que diseña cada vez con mayor precisión el perfil de su partido, le otorga una creciente centralidad en el discurso público, se esfuerza por ampliar los límites de su clase dirigente y desarrollar un programa de Gobierno. En definitiva, Meloni está haciendo política».
El profesor Orsina considera que el nuevo curso de Giorgia Meloni es útil para el centro derecha y el país, y le despeja el campo de la etiqueta neofascista que todavía algunos se empeñan en mantener: «Hacer los exámenes a Meloni –comenta Orsina– es un ejercicio periodístico bastante común y también se está volviendo un poco desagradable». Hermanos de Italia recoge el llamado voto ‘de protesta’, un electorado que se sitúa en posiciones de profunda desconfianza hacia las instituciones nacionales y europeas, hacia los tecnócratas y la comunicación dominante, y hacia el grupo de poder político y económico. El mérito de Meloni es que «trata de encauzar a esos votantes ‘de protesta’ dentro de un camino estructurado políticamente –mejor dicho: ideológicamente–, asegurándose de que dejen de protestar sin más y se pongan al servicio de un auténtico y real proyecto de Gobierno».
No lo tendrá nada fácil. Meloni suscita envidias incluso en los partidos de la coalición del centro derecha (Liga y Forza Italia), con algunas voces que la consideran ‘arrogante’. Según el empresario Guido Crosetto, cofundador de Hermanos de Italia, «todos tienen envidia de Giorgia: harán cualquier cosa para no tenerla en el Palazzo Chigi».